Comenzaba la temporada y todo pintaba de color de rosas. Una plantilla prácticamente nueva con la que afrontar un nuevo año en la máxima categoría del fútbol español, con el mismo objetivo que la pasada campaña, pero con la ilusión de poder disfrutar más, de no ser uno de los equipos cuestionados a lo largo de todo el año, de poder ser un conjunto ambicioso que enganche a su afición con un juego bonito.

Llegaba la Jornada 1 y la afición recibía a su plantilla y cuerpo técnico en una nueva cita liguera en el Juegos Meditarráneos ante el Espanyol. El Almería fue capaz de desarrollar vertiginosas jugadas de ataque y de tener un equilibrio entre la zona ofensiva y defensiva, pero el partido no pasó del empate a uno. La grada perdonó los fallos a los suyos, con la esperanza de que todo cambiase en los próximos partidos y que así, el Mediterráneo se convirtiese en ese fortín que fue durante pasadas campañas más gloriosas con Unai Emery en el banquillo.

Al Almería le tocaba jugar como visitante en Getafe. La mala definición de cara a puerta y un gol de rebote condenó a los de Francisco, que llegaban a la capital almeriense con el objetivo de obtener los tres puntos en el derbi andaluz frente al Córdoba. El guión de la primera jornada se volvió a repetir. El combinado urcitano no conseguía cerrar el partido y el equipo rival le empataba. La afición volvía a salir de su estadio desilusionada, y con la dos siguientes citas en su cabeza, ante rivales difíciles, la Real Sociedad y el Atlético de Madrid. Los rojiblancos supieron sufrir en Anoeta y sacar tres puntos con el 1-2 final ante los de Arrasate; pero en el partido que disputaban como local, los tres puntos estuvieron lejos. La plantilla andaluza aguantó gran parte del choque con empate a cero en el marcador, pero una jugada de estrategia de los de Simeone desbarató todos los planes de Francisco.

Los jugadores del Almería no conseguían dar ese triunfo a su afición, y sentían ese malestar que transmitían en rueda de prensa una y otra vez, a la misma vez que pedían apoyo para que entre todos se sacase esa situación adelante. Volvían a viajar y a obtener los tres puntos como visitantes, esta vez ante el Deportivo de La Coruña. Almería-Elche era la siguiente cita en el feudo rojiblanco, pero las ganas mostradas durante la semana sólo bastaron para sacar un fortuito punto.

La suerte no iba a estar de su lado siempre en los desplazamientos. El Villarreal cuajó un partido bastante completo y derrotó por 2-0 a la escuadra andaluza, que retornaba a Almería para enfrentarse al Athletic Club de Bilbao.

Este encuentro era clave para ambos, cuestionados por sus respectivas aficiones pero apoyados por éstas para que la situación cambiase. Arrancaba el partido y el miedo fue el protagonista sobre el verde del Juegos Mediterrános. Ninguno de los dos equipos era capaz de crear jugadas de peligro y de desarrollar un juego digno de la importancia de esa cita liguera. El Athletic, con un poco más de suerte, consiguió llevarse los tres puntos, dejando a la afición de la ciudad bañada por el Mar Mediterráneo cabizbaja en la grada, viendo como se escapaba otro partido y la victoria no llegaba.

La visita del Barcelona en la Jornada 11 pone las cosas aun más difíciles para los de Francisco, que observan como se difuminan esos puntos en casa vitales para la obtención de su objetivo, la permanencia en Primera División, esa liga que en la que sólo perdura de manera exitosa el más regular a lo largo de la campaña, y en la que es vital sumar en casa.

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Sobre el autor
Julio Pérez Fernández
Redactor de la UD Almería