Se necesitaba una victoria en Albacete. No era la afición rojiblanca quien lanzaba este mensaje de alarma en solitario. El propio míster de la UD Almería, Sergi Barjuan, afirmaba que la visita al Carlos Belmonte debía suponer un punto de inflexión para dejar atrás la mala racha que atravesaba su plantilla. En ese momento el equipo había perdido dos partidos y acumulaba un bagaje de tres goles en contra y cero a favor, sin sumar ningún punto en las dos jornadas previas. Pero esto no se supo materializar, y sus pupilos no sólo no sumaron en Albacete, sino que además dejaron una imagen algo más que triste sobre el terreno de juego.

Tres partidos sin marcar, tres partidos sin dejar la portería a cero y, lo más grave, tres partidos sin que al casillero de puntos suba ninguna unidad. En esta crisis cabe estudiar cada una de las partes implicadas para tratar de hallar una solución con premura.

Con la pólvora mojada

El buen arranque liguero que protagonizó la parte de arriba del Almería ha parecido diluirse en agua de la misma manera que la imagen de un equipo que allá donde fuera pondría en grandes aprietos al rival, sea quien fuere el que estuviera delante. Tras endosar tres tantos al Leganés, caer en Zaragoza a pesar de hacer dos dianas en La Romareda y remontar un partido golpeando por partida doble a un férreo Osasuna en el Mediterráneo, la conexión de la que gozaban los delanteros rojiblancos parece haberse volatilizado por arte de magia.

En Albacete se vio un equipo con prisas por echar por tierra la ventaja que tan rápido habían logrado los hombres de Sampedro, causando esto fallos en pases sencillos y no tener la profundidad suficiente para batir al guardameta local. Urge dar con la tecla para que la delantera urcitana desarrolle todo su potencial oculto que ya demostró tener.

Una muralla que no fragua

Sopló y sopló, y el viento se la llevó. Este fragmento de un cuento infantil puede aplicarse a la fragilidad observada en la defensa rojiblanca tras la actuación en Albacete. Sin las ideas claras, el primero de los tres goles llegó un poco más tarde del minuto uno de encuentro. Con mucha facilidad llegaban los manchegos, que ponían en serios aprietos a los de Sergi en jugadas que en un principio no parecían entrañar mucho peligro, pero que finalmente acababan haciendo trabajar y ganarse el jornal a Casto, quien se veía acorralado e incapaz de dejar su arco a cero una jornada más.

Urge la jerarquía en una zaga desordenada que comete fallos al marcar el espacio a la espalda y que permite que los rivales tengan tiempo para improvisar dentro de su propia área. Las jugadas a balón parado son un capítulo aparte que también debe mejorarse, pero en el que esta ocasión no pecó el equipo rojiblanco.

Tampoco pareció surtir el efecto deseado la dupla Lolo Reyes-Fatau propuesta por Sergi, quizá por el acompañamiento de Soriano en la mediapunta, dejando castrado al equipo en las labores de creación. El técnico pareció darse cuenta de su error, retirando al capitán para dar entrada a Pozo, pero sin que esto supusiera mejora alguna de la dinámica del choque.

En números rojos

Con seis puntos de dieciocho posibles al Almería no le salen las cuentas. Si hace pocos días el club estipulaba que esa cantidad de puntos era la esperada para la etapa en la que se encontraban, un balance de sólo dos partidos en los que se ha sumado después de haber disputado seis jornadas no acompaña a una entidad que se plantea la más alta de las metas de la categoría, el ascenso a Primera División. Ocupando la vigésima posición de la clasificación, superando al Llagostera y al Mallorca, ambos con cuatro puntos en su poder, el partido ante el Tenerife en casa se plantea como trascendental para detener la debacle.

Mucho que mejorar en este Almería que ha iniciado su andadura en la Liga Adelante con más pena que gloria, pero a la vez, con mucho tiempo para superarse. Esto no ha hecho más que comenzar, y a todos viene a la memoria el caso del Real Betis Balompié, que tras protagonizar uno de los peores arranques ligueros que se recuerdan para un equipo de su calibre supo poner fin al mismo y acabar la temporada como campeón. Quien ríe último, ríe mejor.

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Sobre el autor
Álvaro Pérez Fernández
Redactor en VAVEL.com (España) de la UD Almería.