Cumplido ya el primer cuarto de campeonato, la Unión Deportiva Almería continúa avanzando en su particular via crucis por la Liga Adelante. Despropósito tras despropósito, los andaluces acumulan doce partidos sin ganar. El último, el del pasado sábado ante un Numancia que en el último minuto del encuentro asestó el más duro golpe a su rival, igualando la contienda después de que David Concha enviara al fondo de las mallas un rechace fallido de Casto a una falta botada por Aquino.

Joan Carrillo, que cumplió su tercer y último partido de sanción, introdujo cambios en el once con respecto a lo visto en las fechas precedentes. Iago Díaz ocuparía el lateral derecho en pos de buscar una mayor profundidad por su banda y Fran Vélez volvía a la posición de doble pivote, puesto en el que ejerció en su estreno con el primer equipo hace dos temporadas y en el que ya cumplió sobremanera en San Mamés. De línea de tres cuartos para arriba, más cambios; Montoro pasaba a ocupar la mediapunta con libertad de movimientos e incluso intercalando posición con Lolo Reyes, el otro mediocampista defensivo, mientras que Zongo e Iván Sánchez hacían de espadas de Quique González, nuevamente en punta.

El experimento le salió bien al técnico catalán, que puso en liza un equipo sólido y con empaque que incluso llegó a alcanzar picos de un juego más combinativo que otras veces. Si bien es cierto que ese fútbol se fue diluyendo poco a poco.

Antes de que comenzaran las hostilidades se guardó un minuto de silencio en memoria de la muerte de Pepe Guijarro, exdirectivo del club andaluz que fue miembro de la primera junta directiva del mismo, presidida allá por 2001 por Manolo García.

Apenas cuatro minutos tuvieron que pasar para que el marcador se moviera. Iván Sánchez, encargado de botar la mayoría de acciones a balón parado, en la tarde noche del sábado, colgó una falta lateral al área que buscaba la cabeza de Quique González. Sin embargo, Óscar Díaz saltó más que el vallisoletano, pero tuvo la mala fortuna de desviar el cuero hacia su propia portería mientras Munir veía impasible como éste besaba las redes que él mismo defendía. 

Volvía a adelantarse el Almería en el marcador en un partido durante la presente temporada, y ya van siete, -de los cuales solo ha ganado dos-. Tras ello, el partido transcurrió en tierra de nadie sin que ninguna de los dos equipos estuviera del todo acertado a la hora de hilvanar jugadas. 

Las imprecisiones dejaban paso al descanso, del cual los locales volverían mucho más enchufados que su rival, exponiendo un fútbol combinativo que tuvo fecha de caducidad, concretamente hasta que Jagoba Arrasate introdujo sus dos primeros cambios, personados en las figuras de Aquino y Álex Alegría, que, a la postre, sirvieron para dar otro aire al ataque numantino.

Con el Numancia inclinando poco a poco el campo hacia la meta defendida por Casto, los rojiblancos pasaban a exponer el contragolpe como principal arma, siendo Jonathan Zongo y su velocidad, los mayores exponentes de ello. Para entonces ya habían entrado al terreno de juego Chuli y Soriano, en aras de aguantar el cuero lo más lejos del área propia el mayor tiempo posible. Pero la salida de Fran Vélez dejaría el centro del campo unionista desguarnecido, llegándose a contabilizar en los últimos quince minutos hasta tres ocasiones claras del bando castellano leonés. 

Se alcanzaba el minuto 90 con el Almería echado atrás y el Numancia buscando con más ímpetu que precisión el empate. Un empate que llegaría en la última jugada del choque por medio de una falta pitada por el trencilla tras haber aplicado la ley de la ventaja a una jugada que finalizó sin peligro.

El lanzamiento, desde el balcón del área, corría a cargo de Aquino, que acertó a superar la barrera y enviar el cuero entre los tres palos. Casto cubrió bien el hueco, pero su rechace quedó muerto en el centro del área para que David Concha solo tuviera que empujarla a la red.

No habría tiempo para más. Ruipérez Marín decretaba el final de la contienda, que había concluido de la peor de las maneras para los intereses locales. Los jugadores rojiblancos, desolados, se marchaban impotentes a vestuarios sabedores de la oportunidad que habían dejado escapar. Por su parte, los visitantes festejaban un empate con sabor a victoria.

Fotos: Diego Carmona.

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