Ya se avisaba durante esta semana. Vitolo, uno de los mejores futbolistas salidos de la cantera de la entidad de Pío XII en los últimos tiempos, tendría un papel protagonista en el encuentro de este domingo en el recinto nervionense. No solo porque se reencontraba con sus antiguos compañeros, muchos de ellos amigos íntimos del grancanario, por segunda vez en la actual temporada, sino por lo que podía aportar tanto en el juego ofensivo como en el defensivo de los hispalenses, ya fuera como titular en el once inicial o como recambio en el segundo tiempo. Y así fue.

Las Palmas demostraba, como viene siendo habitual en el actual curso, que se le da mejor jugar contra los equipos grandes de la categoría que con sus rivales directos. Un primer tiempo en el que Jonathan Viera (estrelló el esférico en el poste tras una jugada maradoniana casi al término de los primeros 45 minutos), Tana, Wakaso, Roque, El Zhar y compañía recuperaron infinidad de balones frente a un Sevilla que se encontraba más impreciso y nervioso de lo normal, y una zaga insular que se postraba ante los atacantes blanquirrojos como un auténtico muro amarillo y azul del que todos los centros, pases al hueco y disparos salían rechazados. 

Llegaba el descanso y se era consciente en la capital andaluza de que la Unión Deportiva había sido mejor que el plantel dirigido por Unai Emery. No se comenzaba el segundo tiempo con el mismo nivel que el que se dio en el primero pero los isleños aguantaban como jabatos las embestidas de los andaluces que se veían impotentes ante la inusual solidez y firmeza insular. Pero llegó el minuto 57. No había entrado en el once inicial quizás por el cansancio y el agotamiento del encuentro de vuelta de la semifinal copera en Balaídos el pasado 11 de febrero. No obstante, era verídico que Vitolo iba a entrar al terreno de juego para enfrentarse a los que no hace mucho tiempo fueron compañeros suyos de equipo y con los que estuvo a punto de disputar una final de ascenso, aunque no fuera a hacer nada relevante en el encuentro de hoy domingo. El extremo internacional no podía tener una mayor felicidad que la que le producía jugar contra el equipo de sus amores, de su tierra y el que le crio y, además, en la élite del fútbol español.

Pero él nunca se va de vacío del césped. Siempre ofrece algo a su equipo, ya sea uno o dos goles, una o dos asistencias, trabajo defensivo... Doce minutos fue el tiempo que tardó el señor Machín en comenzar a dejar su sello en el Pizjuán. Con la aportación de Krohn-Dehli, modificó totalmente el desarrollo del duelo. Primero, una jugada trenzada desde el costado derecho con varios toques en un espacio altamente reducido entre él y Éver Banega ante la mirada fija pero inútil de la defensa de Las Palmas. Se termina con una pequeña apertura al borde del área de Vitolo que culmina el mediapunta argentino con un obús a la escuadra del marco defendido por Javi Varas, inaugurando así el marcador. 

A los de Quique Setién no les quedaba otra que lanzarse al área de Sergio Rico para lograr un empate que no parecía muy lejano de producirse dado el no esperado nivel por parte de los sevillistas. Dicha igualada pudo haber llegado de no ser por el error de Eduardo Prieto Iglesias al no señalar un claro penalti de Sebastián Cristóforo. El mediocentro uruguayo tocó claramente con su mano derecha un balón disparado por Tana que no tenía otro destino que la portería del espigado guardameta hispalense. Sentimientos, aficiones y sesgos aparte, cualquiera puede apreciar como la extremidad del joven jugador charrúa corta, sin estar pegada a su cuerpo, la trayectoria del cuero. Las protestas de los jugadores insulares fueron en vano, mientras que Cristóforo respiraba aliviado

Cristóforo y Jonathan Viera en un lance del juego/Fotografía: LFP

Y del posible 1-1 al 2-0. El electrónico dibujaba 74 minutos en su pantalla cuando Krohn-Dehli, en un contragolpe motivado por el ímpetu de Las Palmas de lanzarse a la ofensiva, proporcionó a Vitolo, que llegaba en carrera con su característica potencia y vertiginosidad, un pase entre líneas a la espalda de un desorientado Javi Garrido. El que fuese máximo goleador de la UD durante dos temporadas consecutivas asistió a Gameiro para que este, que no podía fallarle en un día como hoy a su amor más querido en el mundo, el gol, anotase a puerta vacía.

Cinco minutos, del 69 al 74, de auténtica revolución y cambio auspiciados por un viejo conocido como es Víctor Machín Pérez. El segundo gol, tras el primero y después del varapalo que supuso no haber disfrutado de un plus como hubiese sido la señalización de una pena máxima a favor, fue una losa muy dura de sobrepasar. El Sevilla y Vitolo no fallaban a la cita de vencer como locales. Ya son once las victorias seguidas en el Ramón Sánchez-Pizjuán por parte del próximo finalista de la Copa del Rey, uno de los equipos más efectivos y determinantes en las dos áreas de la Liga española. Y nueve son ya las derrotas de la escuadra canaria a domicilio.

No les queda otra a los amarillos que dejar en el olvido estas dos últimas derrotas, centrarse en hacerlo lo mejor posible en una de las tres citas más importantes que le deparaba a comienzo de curso la Primera División a la parroquia grancanaria (la de la semana que viene frente al FC Barcelona, junto con la del Madrid y la del Atlético) y, tras ello, afrontar con garantías los dos siguientes compromisos, claves para obtener, si no los tres puntos en los dos, al menos en uno de ellos: Eibar y Getafe. A buen seguro que Vitolo, un aficionado acérrimo más de la Unión Deportiva, les deseará la mejor de las suertes y el mejor de los deseos desde Sevilla.