El balón se puso en juego con muchísima lluvia y con un césped muy rápido; Ipurúa respiraba un aire de partido donde la meteorología también iba a jugar, donde habría que sobreponerse a las condiciones climáticas para poder llevarse los tres puntos. De esa manera, la velocidad del juego comenzó estando en un punto muy alto, una cuestión en la que el verde ayudaba. Eso dejaba algunas imprecisiones parte de ambos conjuntos que evidenciaban que los futbolistas no iban a estar tan cómodos durante el choque. Los primeros disparos no inquietaron demasiado a los porteros, ya que las defensas se estaban anticipando bien en cada jugada, en cada intento por imponer un fútbol u otro.

Las Palmas también quería buscar a Riesgo aprovechando el agua, encontrando en una contra su primera gran oportunidad; un pase de Wakaso a Willian José fue desaprovechado por éste último cuando estaba muy cerca de la meta rival. En ese sentido, los amarillos estaban esperando un poco como buen felino, buscando que su presa dejara un hueco por el que filtrar una pelota que pudiese ser peligrosa. El Eibar tenía un poco más de control del balón, pero los jugadores de la UD parecían estar bien organizados en la parte de atrás, como si tuvieran la lección bastante aprendida de lo que tenían que hacer.

Wakaso lidera a la UD más peligrosa

La organización de ambos conjuntos se estaba imponiendo en estos primeros veinte minutos de juego, pero poco a poco Las Palmas encontró más balón y más dominio. Los armeros querían contraatacar con una presión más asfixiante de la que los grancanarios estaban consiguiendo salir con más o menos fluidez. Wakaso estaba volviendo loca a la defensa armera Tras unos instantes en los que los amarillos querían tener más presencia, salieron a controlar el choque desde ese estilo innegociable de Setién. Con esa premisa, Viera encontró a Wakaso en un resquicio que el Eibar dejó atrás para que el ghanés tuviese la opción más clara del partido hasta el momento, aunque Riesgo estuvo atento y listo para tapar huecos, evitando el tanto.

Wakaso estaba siendo uno de los grandes protagonistas sobre el césped, aprovechando su velocidad y confianza para poner en aprietos a todo el que se pusiera por delante. De hecho, en un córner forzado por el africano, Aythami remató un balón que quedó muerto para un David García que se estrelló de nuevo en Riesgo. Las Palmas estaba en un momento de lucidez, en un momento en el que tenían al Eibar donde realmente querían, desquitándose en el campo de lo ocurrido fuera de los terrenos de juego.

La sombra de la Copa

Otra vez el Eibar buscaba quitarse de encima a Las Palmas, los de Mendilibar necesitaban coger un poco más de cuerpo en el medio campo para conseguir que los amarillos no estuviesen tan cómodos, y lo conseguían. Una vez neutralizaban a Viera, Tana y Roque, el conjunto armero mejoraba mucho sus prestaciones en el juego, aunque no estaban siendo lo suficientemente incisivos como para hacer daño.

El primero disparo del Eibar fue obra de Dani García, pero Varas estuvo lo suficientemente quieto como para detener un balón demasiado centrado. Se notaba un poco de tensión en los rostros de los jugadores vascos, básicamente porque sabían que Las Palmas ya le había dado problemas en la Copa del Rey y estaban sintiendo el mismo aliento en el cogote que en aquellos dos partidos del mes de enero en los que el amarillo salió vencedor.

Esfuerzo en el mediocampo para recuperar

No obstante, Las Palmas lo seguía intentando y empezó a encontrar más espacios en la defensa del Eibar; los amarillos encadenaban pases y aprovechaban bien varias situaciones de superioridad o igualdad que se conseguían gracias a un gran trabajo de recuperación en el centro del campo. A partir de ahí, los de Setién continuaban con su crecimiento dentro del choque y Viera estuvo a punto de sorprender a Riesgo con una falta que se le marchó un pelín arriba de la portería del guardameta vasco.

Aun así, el Eibar no dejaba de intentarlo y lo poco que concedía la UD era aprovechado por los vascos. Los armeros encadenaban tramos de buen fútbol con tramos donde Las Palmas le dominaba, pero les faltaba bastante chispa. De esa manera, Borja Bastón apenas había aparecido durante cuarenta y cinco minutos, algo que dejaba claro quién llevaba el peso.

Oleada final amarilla

Las Palmas quiso tirar la casa por la ventana en un último estirón antes de irse a los vestuarios, y los amarillos hicieron trabajar a Riesgo. Primero Viera y luego El Zhar hicieron que el guardameta tuviera que intervenir para evitar que su equipo se pusiera por detrás en el marcador, pero el portero no pudo con un tercer intento casi seguido. Riesgo paró en dos ocasiones, pero no pudo hacer nada ante el cabezazo de Bigas Un córner bien lanzado por la UD acabó en la cabeza de un Pedro Bigas que mandó el balón a las mallas justo antes del descanso; el mallorquín completaba de forma positiva un asedio que venía mereciendo un premio. Con el cabezazo de Bigas Las Palmas sonreía y se iba a los vestuarios. 

El Eibar salió con las pilas puestas

El intermedio trajo a un Eibar que mostró agresividad de cara a portería en los primeros momentos de la segunda mitad. Los armeros tenían ganas y se habían ido al descanso con un sabor agridulce, pero salieron con las ideas claras y pusieron a Varas en alerta. Borja Bastón disparó a puerta por primera vez después de muchísimos minutos, aunque el portero sevillano actuó como debía para mantener a los vascos a raya. Las Palmas estaba a la espera, porque el Eibar iba a por más y los amarillos decidieron esperar un poco en busca de huecos. Por ello, en un balón largo y tras una mala salida de Riesgo, Willian José estuvo a punto de encontrar a algún compañero que batiese de nuevo la meta rival; el Eibar no se podía despistar.

Los caminos iban hacia el mismo que en la primera parte, pero Bastón se metió en el área y fue molestado por Bigas en una jugada en la que el delantero cayó en la zona de castigo ante la protesta reiterada de la afición local. Bigas derribó a Enrich en el área sin que el colegiado señalase nada Pérez Montoro no señaló nada, pero las dudas estaban llegando al seno de una UD que sentía un poco el empuje de su rival. El partido estaba cambiando y la presencia del Eibar en el área rival era cada vez más frecuente. Los armeros iban a por todas y otra caída de Enrich dentro de la zona de pena máxima que debió ser señalada como penalti enfadó aún más a un Ipurúa que estaba sufriendo más de lo esperado para igualar la contienda.

Las Palmas sufre y encadena sus peores minutos

El equipo vasco ya estaba bastante recuperada, había encontrado la manera de hacer un poco más de daño. El fútbol le estaba dando las armas a los de Mendilibar para poner a la UD en serios aprietos. Los amarillos ya no estaban tan sólidos como en la primera mitad, les estaba costando salir con claridad hacia arriba y eso se notaba. El Eibar parecía haber aprendido de sus errores e intentaba igualar con todo lo que tenía. Las Palmas sufría en sus propias carnes el asedio que cometió sobre la meta de Riesgo en los instantes finales del primer acto.

A pesar de todo, había alguna escapada amarilla en la que casi siempre estaba Wakaso. Sin embargo, Setién no lo vio demasiado claro y quiso asegurar un poco su centro del campo colocando a Mauricio Lemos junto a Roque en un doble pivote que sacrificaba a Tana. El técnico cántabro necesitaba arropar a los suyos y el uruguayo parecía el hombre indicado para una misión bastante compleja en estas circunstancias.

Encerrados atrás

Las Palmas veía como el Eibar tenía el partido en un punto donde el empate estaba oliéndose. Los grancanarios estaban atrás, bien juntos y achicando agua, nunca mejor dicho. El fútbol de Setién dio paso a otro en el que eran sus jugadores los que estaban siendo sometidos. Las necesidades del conjunto de Pío XII son una cuestión casi de vida o muerte, este partido ante el Eibar era una final y eso era mucho más importante que un estilo determinado de juego. Por todo eso, Mendilibar gastó sus cambios viendo que se le estaban marchando los minutos de una forma demasiado efímera para sus intereses.

Aguantar como sea y de cualquier forma

Los minutos finales se avecinaban, Las Palmas necesitaba aguantar ese resultado como fuese y no quería concesiones. Al Eibar se encontró con falta de pegada y con una defensa, la amarilla, voluntariosa El Eibar estaba con el agua al cuello, pero les estaba faltando una mezcla de suerte y energía en la parte de delante que no habían encontrado en casi ningún momento del choque. El rigor de Las Palmas en defensa había sido importante y estaba consiguiendo mantenerla para llegar con opciones de estrenar su casillero de victorias visitantes en esta temporada. La voluntariedad de la zaga grancanaria había sido clave.

La sensación era que la reacción del Eibar no había sido suficiente y que Las Palmas, con sus virtudes y sus defectos, sí que fue capaz de llevar el partido hasta donde quería. Los chicos de Setién trabajaron como jabatos sobre el agua de Ipurúa y acabaron llevándose un premio tremendo, demostrando que le tienen la medida cogida a este Eibar. Pérez Montoro señaló el final y los amarillos respiraron en busca de reflotar su situación.

Fin a una semana de pesadilla

El pitido final no sólo le dio los tres puntos a la UD Las Palmas, sino que terminó, de una forma u de otra, con la semana más pendiente de lo extradeportivo que de lo futbolístico. Los de Setién tenían que responder en lo que era una final, en lo que era un partido de necesidad, un partido que tenía un premio tremendo al final. Al final, el que habló fue el fútbol y lo hizo sobre el césped; ojalá siempre fuera así.