Entre las tinieblas de la noche nazarí llegaba Las Palmas presto y dispuesto a batallar con el objetivo de prolongar la racha. El cuadro insular se plantó en el Nuevo Los Cármenes sin complejos ni miedos, sin el temor a enfrentarse a un equipo necesitado de puntos. Esta vez era 'vivir o morir' para un Granada que se conjuró por no despertar del sueño de Primera. Pero el fútbol está hecho para disfrutar, más allá de divisiones y competiciones varias. La idea de intensidad y buen juego no se desvaneció en la disciplina de Siete Palmas y el espectáculo emanó desde un apasionante comienzo.

Se puso el balón en juego y poco tardó el combinado visitante en dar un golpe sobre la mesa. Salió la escuadra de José González como si estuviera en manos de Morfeo y Jonathan Viera lo aprovechó. En el minuto 4, el mago canario colocó el cuero en la escuadra con un sublime disparo desde el vértice del área. Tras una salida en forma de ciclón, la tormenta no cesaría. El propio Viera, en el 11’ culminó un gran pase de Roque para, a la media vuelta y sin dejar caer el balón, ejecutar el segundo gol del partido. 

Las vibraciones eran inmejorables para los visitantes, al contrario que las sensaciones percibidas desde el graderío andaluz. Las Palmas había demostrado que no estaba dispuesto a perder puntos, ni siquiera una vez sellada la permanencia. Esta jornada, primera en que los insulares podían sentirse relajados, dictaminó sentencia en lo que a la filosofía amarilla se refiere. 

Granada ruge y Rochina deslumbra

Cuando el encuentro desprendía un aroma de desilusión para los granadinos y Las Palmas se había encomendado a la buena praxis, Rochina recortó distancias merced a una bonita jugada en la que no encontró oposición a su paso. Un tiro pegado a la cepa del poste y la arenga en forma de gol. Los nervios, que tan importante rol desempeñan en los tramos agónicos de temporada, hicieorn acto de presencia. 

Primero Rochina y luego El Arabi pusieron las tablas en el marcador

El reloj, juez de la agonía futbolística, sobrepasó el primer cuarto de hora de partido con un resultado de 1-2 insuficiente para los locales. Sin embargo, El Arabi planeó sobre el cielo como si de un Boeing 737 se tratara y remató a portería un envío desde la esquina. Y es que en estos casos la altura importa bien poco, y saltan menos las piernas que el corazón. El jugador franco-marroquí puso de ese modo las tablas en el electrónico. A partir de entonces también dijo adiós la trepidante fase de un choque digno para recibir el mes de mayo, cuna de alegrías y tristezas, hogar del paroxismo. 

El ritmo decayó por momentos pese a la insistencia ocasional del Granada. Las Palmas, decidido a no renunciar a sus ideales, siguió controlando el timón y marcando los derroteros por los que había de trascurrir el partido. Doucouré metió el miedo en el cuerpo a los isleños, pero Araujo replicó instantaneamente para congelar el Nuevo Los Cármenes. El delantero argentino dispuso de un mano a mano que volvería a repetir en la segunda mitad, ambas veces sin final feliz para los suyos. Andrés Fernández se volvió un gigante a vistas del rival y lo paró todo. 

Isaac Cuenca encara a David Simón | Fotografía: La Liga
Isaac Cuenca encara a David Simón | Fotografía: La Liga

Dominio y acierto goleador no van de la mano

Comenzó la segunda mitad y las propuestas no distarían demasiado de las originarias. La Unión Deportiva asediaba y llevaba el mando de un partido en el que el orgullo pudo más que el tedio para los de Setién. Ya lo había adelantado el técnico cántabro durante la semana. El cuadro pio pio enlazaba pases sin oposición y los futbolistas nazaríes trataban de buscar la manera de desbaratar la trabajada organización visitante. 

Viera y Araujo no fueron suficientes para sentenciar el choque

Jonathan Viera continuaba ejecutando su particular concierto de violines que suponía el monopolio de la posesión. Araujo volvió a aparecer para, de cabeza, enviar el esférico al larguero de la meta de Andrés Fernández. Sin embargo, José González supo dar con la tecla de la reacción y movió ficha. Dio entrada a David Barral en detrimento de Peñaranda e instó a su equipo a adelantar las líneas de una vez por todas. El Arabi remató al poste un centro de Isaac Cuenca que serviria de preludio frente a lo que iba a ocurrir. 

Asi, tras un saque de esquina, llegó el tanto definitivo. Ricardo Costa se elevó y remató a puerta ante la mirada desesperada de Raúl Lizoaín. El balón parado, de nuevo, fruto de una estrategia elaborada, había hecho estremecer a los amarillos. Los 'granaínos' salían de las posiciones de descenso con ese resultado, y la respuesta fue el más puro ejemplo de conductismo futbolístico. Estímulo y respuesta para hermetizar la defensa y bloquear el paso a cualquier intento de penetración. Poco se vio a continuación, además de un conjunto canario abocado al ataque por desesperación que terminó siendo infructuoso. 

Ciudades que creen, ciudades que sueñan

Granada celebró con júbilo el pitido final del colegiado. La victoria hace creer a los aficionados locales, que en las próximas dos jornadas, últimas del campeonato, se enfrentarán a Sevilla y Barcelona. Las Palmas, por su parte, se verá las caras en la penúltima jornada en lo que servirá como partido de despedida en el Estadio de Gran Canaria. Desde Siete Palmas aún parecen estar soñando ante la situación de los suyos, pero quieren despedirse del curso con brillantez.

Los futbolistas amarillos celebran un tanto en el partido | Fotografía: La Liga
Los futbolistas amarillos celebran un tanto en el partido | Fotografía: La Liga