Demasiado pronto ha llegado la primera final para el Valencia Club de Fútbol. El mal inicio liguero, con apenas un triunfo por 1-0, y la imagen mostrada el pasado jueves ante el Swansea han colocado a Miroslav Djukic en el punto de mira. Algunas voces hablan de que 'Djuka' será sustituido si no consigue los tres puntos ante el Sevilla. Quizás precipitado, pero siendo el equipo que es, todo es posible.

No es el mejor rival para solventar una mala situación. El Sevilla, pese a que tampoco está para tirar cohetes al ser colista con apenas dos empates en cuatro partidos, siempre ha puesto en problemas al Valencia. Y si no, que se lo digan a Ernesto Valverde. El equipo de Nervión dejó sin Champions al Valencia, entrenado por aquel entonces por el 'Txingurri', en la última jornada de la temporada pasada gracias a los cuatro goles de Álvaro Negredo.

Y hoy, de nuevo el Sevilla, puede hacer estallar Mestalla. Los ánimos de grada están muy calientes y el equipo parece no responder. A las 23 h se sabra si el conjunto andaluz ha roto un proyecto que rezumaba ilusión. Todo, con Unai Emery al frente de los sevillistas. Un hombre que disfrutó de esa fina línea que separa el aprecio del desprecio de la grada valencianista. Un hombre que, durante cuatro años, comandó al Valencia.

Sería un error repasar las estadísticas de Emery con el Valencia, o su palmarés. Al fin y al cabo, todos los títulos recaen en manos de Barcelona y de Real Madrid. El poso que dejó Emery en la capital del Turia es otro. Objetivos deportivos cumplidos, pero demasiadas decisiones extrañas. Un entrenador que, pese a cumplir con los requisitos demandados por la presidencia, siempre era capaz de sacar la rabia de la grada de Mestalla. Algo que, también hay que decirlo, no es muy complicado.

Unai Emery, una relación de amor odio

Emery arribó hasta Mestalla el año 2008 tras dos temporadas dirigiendo a la Unión Deportiva Almería, equipo al que ascendió a Primera División y lo mantuvo en dicha categoría esos mismos años. Hitos que fueron suficientes para que llegara su oportunidad más grande hasta el momento: el Valencia Club de Fútbol. Pero la papeleta era demasiado difícil. Y no por el equipo por el que firmaba, sino por la situación. El Valencia había pasado de ser un club admirado, capaz de ganar ligas y copas europeas, llegando a ser el mejor equipo del mundo. Pero las puertas de la entidad se abrieron demasiado y llegó gente que decidió que era mejor buscar su beneficio propio antes que mantener el nivel del equipo. La temporada previa a la 'Era Unai', el Valencia coqueteó con los puestos de descenso y se quedó fuera de Europa. Lo de la Copa del Rey, un título que no arregló nada.

Pese a todo, Emery se encontró con una plantilla que tenía jugadores en plena forma: David Villa era el goleador nacional del momento, David Silva se consolidó como uno de los jugadores más elegantes de nuestro fútbol y Juan Mata demostraba su calidad y se hacía un hueco en la plantilla y en los onces iniciales. Toda esa receta, con jugadores de nivel y un entrenador joven, hacía recuperar la ilusión y las ganas de la afición de confiar de nuevo en su equipo. Además, la idea de juego que tenía Emery gustaba, pues era la de tocar rápido, salir con el balón controlado desde atrás y dominar la posesión.

Los objetivos eran claros: devolver al equipo a Liga de Campeones, tanto por prestigio como por la vertiente económica. Y lo hizo durante tres de sus cuatro años. El objetivo estaba cumplido, siempre. Pero la afición quería ir más allá, como siempre. Ser el campeón de la Otra Liga no valía, había que pelear por títulos, por la Liga. Algo inexplicable, pues era y es imposible luchar con Barcelona y Madrid.

Además, ¿cómo luchar ante los dos más grandes si las figuras deciden abandonar el Valencia en busca de proyectos más afines a su calidad? David Villa y David Silva dejaron el equipo tras el Mundial de 2010, el primero firmando con el Barcelona y el otro con el Manchester City. Pese a quedarse con apenas una punta de lanza en el equipo (Mata), Emery consiguió clasificar al equipo para la Liga de Campeones.

Un años después, la historia se repetía. Esta vez era turno de Juan Mata. El tren del Chelsea pasó por Mestalla y Mata aprovechó la oportunidad. Emery se quedaba sin su tridente mágico. Tenía que buscar un nuevo héroe, un nuevo azote de rivales. Era la hora de Soldado. Y con Soldado como estrella el equipo volvería a disputar la Liga de Campeones.

Tres años consecutivos, cada vez un equipo más débil, el Valencia estaba en la mejor competición del mundo. Pero, aún así, el técnico vasco seguía siendo criticado y al final el camino de Emery se tuvo que separar del camino valencianista. Algunos recordaron, aquella frase de Quique Sánchez Flores en la que decía que perdía un puesto pero recuperaba una vida.

Isco y partidos perdidos inexplicablemente, una losa

Aunque Emery cumpliera con el objetivo de dejar al Valencia en Champions, la afición no terminaba de estar contenta. Y varios fueron los puntos que le daba la razón a la grada. Quizás no por la grandeza de las críticas, pero sí por poner en duda la capacidad del entrenador en ciertas ocasiones.

El Valencia de Emery era fácil de remontar. Partidos como el del Betis o el del Bayer Leverkusen en 2011, que estaban ganados y controlados, quedaban en derrota en apenas cinco minutos. El Valencia no sabía cerrar sus partidos. Pero tampoco era competitivo al cien por cien. Ganar en el Bernabéu o en el Camp Nou era algo impensable, pese al buen planteamiento del entrenador. Hechos como estos, añadidos a caer en primera ronda de la Liga de Campeones, hacían ver la versión más enfadada de Mestalla.

A Emery se le acusaba también de ser conservador en muchas ocasiones. Partidos como los anteriormente comentados que no estaban finiquitados se veían en peligro por la mala gestión del banquillo. Algunos cambios dejaban fuera al delantero para inyectar mayor fuerza defensiva y atrasar al equipo. Algo que nunca ha gustado en Valencia.

Pero si hay algo que todavía escuece es ver a Francisco Román Alarcón, Isco, dejando su clase y su calidad por todos los campos de España y Europa con otro equipo cuando podía haberlo hecho en la que fue su casa durante sus años de formación. Emery le hizo debutar con el primer equipo un 11 de noviembre de 2010, en Copa del Rey ante la Unión Deportiva Logroñés. Isco anotó dos goles y demostró su desparpajo y su juego, pero no volvió a hacerlo más con la camiseta del Valencia. Pese a sus buenos minutos, el jugador continuó siendo carne de filial.

En 2011 se le ofreció la renovación, pero Isco declinó la oferta. Unos dicen que porque sentía que no contaba para el entrenador y tenía que jugar ya. Otros, que el atractivo proyecto económico que le ofreció el Málaga le aclaró las ideas. Un poco de todo. Pero, pese a que la afición critique la actitud de Isco, también lo hace con la del entrenador al desaprovechar un potencial de tal calibre.

Emery, posible azote de Djukic

Curiosamente, tras haber sido un entrenador notable en la historia del Valencia, ahora Unai Emery puede romper el proyecto de Amadeo Salvo. Si el equipo valencianista no es capaz de superar al Sevilla, Djukic puede dejar de ser el entrenador del Valencia. Curiosamente, el hombre que devolvió al Valencia al panorama europeo podría dejarlo en el abismo. Curiosamente, el Sevilla está peor clasificado que el conjunto blanquinegro. La paciencia que en ocasiones se le negó, el sevillismo se la ofrece.

Mestalla se prepara para una noche tensa, con algunas cabezas pensando en cosas que van más allá del partido. La noche puede ser muy larga. Emery puede ser el enemigo. El fútbol y sus curiosidades son lo que lo hacen tan grande.

¿Quién sabe? Quizás Emery se plantee el partido como una venganza. Pero su venganza no es de las que se sirven frías. No. Su venganza puede dejar congelado a todo un estadio.