Con las mismas dudas con las que se finalizó la pretemporada, comenzó el curso 2013/14. En Mestalla se citaban dos conjuntos con un futuro desconocido, el Valencia logró vencer al Málaga, en un tosco encuentro que se resolvió tras el fallo de Caballero a la hora de salir a por un balón aéreo. Una victoria que dio confianza a los de Djukic, una confianza que no se plasmaría en el futuro inmediato.
Con tres puntos en el casillero, arribó el Valencia a Barcelona, para enfrentarse al Espanyol, conjunto teóricamente inferior al blanquinegro, por lo que la victoria era obligada. Nada más lejos de eso, la realidad se cernió sobre las espaldas de los jugadores ché. Una derrota que dejó tocado al club del Turia, puesto que siete días después recibían al todo poderoso FC Barcelona.
No hizo falta más de media hora para ver que el cuento no había cambiado en Mestalla, y todo continuaba como temporadas pasadas. Tres goles de Messi que fueron contrarrestados por el mejor Postiga del año, con dos tantos que dieron esperanza a una grada que ya veía una nueva derrota ante el gigante catalán. Sin embargo, el equipo de Djukic no pudo lograr la machada con el tercero, y tras tres jornadas se veía abajo en la clasificación con tan solo tres puntos en su haber.
Llegó el parón por selecciones, y con ello la autocrítica a Mestalla. El pobre bagaje de juego y resultados que llevaba el equipo ponían muchas dudas sobre el proyecto de Miroslav Djukic; algo que se acrecentaría con una derrota más, la tercera consecutiva, ante el Betis. Un choque en el que la defensa volvió a pecar de fallos de concentración y contundencia, regalando goles al rival.
Vuelta a la senda del triunfo
Tres derrotas seguidas, para un equipo que planea pelear por los puestos europeos, es una racha de las llamadas preocupantes. Por ello el enfrentamiento ante el Sevilla en Mestalla se tornó dramático. Pero el gigante logró despertarse por una noche. Los de Djukic dominaron de cabo a rabo durante los 90 minutos, demostrando mayor intensidad y el camino a seguir durante el resto de temporada. Tres puntos muy necesarios a orillas del Turia, que recobraron la confianza en Djukic, y que dieron comienzo a la semana triunfal ché.
Entre semana, en Granada, se materializó una nueva victoria, in extremis en el último minuto, en un choque con un gris juego del Valencia, pero que al ser fuera de casa se tildó como positivo. Todo lo que era ganar significaba una victoria para Djukic. Y así se cerró la semana, con la tercera en 7 días, ante el Rayo en Mestalla. Jonas se erigía como el estandarte valencianista, artífice de los goles de su equipo en los últimos días.
La dinámica positiva parecía conservarse, empatando en San Mamés, estadio donde nadie ha sido capaz de vencer en toda la temporada. Sin embargo, el juego del equipo continuaba sin ser el querido por el técnico balcánico, evidenciando que algo sucedía de puertas para adentro.
La Real, nueva piedra en el camino
Otro parón por compromisos internacionales pospuso el desarrollo de la Liga, que esperó durante dos semanas para volver a rodar. Llegaba la Real Sociedad a Mestalla, plaza donde últimamente ha sabido pescar en río revuelto. Y de nuevo lo logró, derrotando a un Valencia apático, sin alma ni ilusión. Se volvía a tornar oscuro el futuro ché, mientras Amadeo Salvo aseguraba que Miroslav Djukic acabaría pasara lo que pasara la temporada en Mestalla.
Con la jornada 10, y el cenit de la primera vuelta, el Valencia visitaba El Madrigal para revivir uno de los duelos más apasionantes de Primera División en los últimos años. El derbi valenciano entre Villarreal y Valencia. Marcelino supo alentar a sus jugadores con esto, algo que no consiguió Djukic. El resultado final, de 4-1, mostró lo que fue el choque. Una superioridad pasmosa la que mostró el conjunto castellonense, que parecía indicar que el equipo recién ascendido era el Valencia.
Una crisis que se acrecentó con la sorprendente victoria del Almería en Mestalla, la primera de los de Francisco en lo que iba de temporada, y que demostró que el Valencia, a pesar de las tres victorias consecutivas durante aquella semana triunfal, se encontraba inmerso en una campaña de sombras.
Pabón alivió las penas con un derechazo
De tres en tres parece que el Valencia vivía, encadenando victorias con derrotas, con una alarmante irregularidad. En Getafe, los de Djukic volvieron a la senda del triunfo. Pabón, en su mejor gol del curso (y único, sin contar el que logró ante la Real), devolvió la alegría a Valencia. Poco duraría, ya que el empate ante el Real Valladolid dejó sabor amargo en Mestalla, y se aumentó con la dura derrota ante el Elche, en un choque que el Valencia mereció mejor suerte.
El camino continuaba titubeante, al igual que el comienzo de la campaña anterior. Llegaba Osasuna a la capital valenciana, con la moral a todo volumen tras vencer precisamente al Real Valladolid. La expulsión de Puñal, por una dura entrada sobre Parejo, puso en bandeja la victoria a los de Djukic. Un hat-trick de Jonas, que por enésima vez en la temporada parecía devolver la felicidad a Mestalla. Pero llegaba el final de año.
La sentencia de Miroslav
Vicente Calderón, un Atlético de Madrid aterrante en frente. 45 minutos duró el Valencia, agazapado en defensa y sin lograr un solo tiro entre los tres palos. Diego Costa y Raúl García sentenciaron al Valencia, y a su técnico. Un día después, Miroslav Djukic ya no era entrenador del Valencia CF, y el proyecto de este, entre lágrimas, se había desvanecido.
Nico Estévez tomó las riendas, logrando un imposible. Su Valencia puso las cosas difíciles al Real Madrid en Mestalla, pero terminó sucumbiendo por 2-3. Aun así, se demostró que tan solo dos marchas más de intensidad y concentración, fueron suficientes para contentar a la parroquia ché, y competir ante un conjunto blanco superior hoy en día.
El futuro en Liga pinta complicado, y será el nuevo técnico el que deba encarrilar el rumbo, pues actualmente el Valencia se encuentra con 20 puntos, más cerca del descenso (15 puntos), que de los puestos de Europa (Europa League, 28 puntos). El precedente, del curso pasado, hacen pensar que es posible; pero los más lejanos informan de que los cambios de entrenador, a orillas del Turia, nunca han sido satisfactorios.