Cuartos de final de la Europa League. O lo que es lo mismo, partido importante, a los que no todos los equipos son capaces de llegar. Sí arribaron Basilea y Valencia, a un estadio desolado, ausente de alma alguna. Pizzi, consciente de la oportunidad que se presentaba, se decidía a ir a por la eliminatoria. Su equipo, ausente en Liga, se jugaba una de sus primeras últimas bazas de cara a salvar la temporada. Sus elegidos, toda su artillería, saltaron al verde con la concentración como tónica en sus rostros. Y con todo preparado, pasados cinco minutos de las nueve de la noche, el cuero echó a rodar.

Los primeros minutos fueron de tanteo, con ambos equipos a medio gas, sin querer cometer errores que les atragantaran el resto del encuentro. Sin embargo, el Basilea arrancó el motor, mientras que el Valencia continuó en punto muerto durante los primeros cuarenta y cinco minutos. No fue hasta cercano el minuto diez de partido cuando se produjo el primer disparo a portería, obra de Delgado, que probó desde la frontal, demasiado alto.

Esto fue el comienzo de la historia que trató de escribir el conjunto suizo, que comenzó a acosar la meta de Guaita. Tan solo un minuto después. Tuvo lugar la jugada polémica del encuentro. Un pase filtrado a la espalda de la defensa del Valencia lo recogió David Degen dentro del área, encarando la portería ché. Pero por detrás apareció Senderos, contactando de manera ligera con el suizo, cayendo este al césped. Reclamó penalti todo el Basilea, pero el colegiado inglés no señaló nada. Cabe destacar que anteriormente no se había señalado un claro fuera de juego de Degen, protagonista de la acción.

El único, y mínimo peligro, que generaba el Valencia, nacía en las botas de Fede y Bernat, los pocos que tenían claro que no solo podían correr tras el balón y defender. Al parecer, ese fue el planteamiento inicial de Pizzi, buscando mantener su puerta a cero para regresar con algo de ventaja. El conjunto local era superior, y lo plasmaba con un control total de la posesión del esférico, y probando de nuevo diversos disparos desde la frontal.

Stocker y Diaz lo intentaron, encontrándose con Guaita, algo dubitativo en sus acciones, al igual que el resto de la temporada. Cuando se llegaba al minuto veinte de partido, tuvo lugar el primero de los dos binomios de minutos catastróficos para el Valencia. Primero, Vargas y Feghouli perdieron la ocasión de rematar dentro del área, y acto seguido Senderos caía al suelo fruto de una lesión muscular, la enésima del conjunto ché. Durante unos instantes, los suizos estuvieron en superioridad numérica, algo que aprovecharon para generar más peligro.

Barragán entraba al terreno de juego, para ejercer como central. La defensa ché, se conformaba entonces por dos laterales como centrales, algo inaudito; aunque cabe decir que Mathieu podría considerarse ya, hoy en día, un central al uso. Pero nada cambiaba, los suizos seguían dominando, y el peligro era exclusivamente de los locales, arropados por 2.000 hinchas a las afueras del estadio.

Dos goles, tres minutos

Pasada la media hora de juego, el Basilea encontró al fin premio a su dominio. Matías Delgado, desde la frontal, cruzaba de perlas el esférico, ante la pasividad de la defensa ché a la que tan solo faltó poner el cuero en balón de plata. Era el 1-0, justo y merecido a lo visto hasta ese momento. Y la cosa no quedó ahí, tres minutos después, una pérdida, tan grave como infantil, de Joao Pereira, se convirtió en un medido centro de Stocker. En el área, remató Delgado, quien hasta ahora solo había convertido un tanto en la temporada, logrando el segundo. Un doblete, en tres minutos, que no conseguía desde hace siete años.

El marcador plasmaba la realidad vista sobre el verde, un pobre Valencia que podría decirse, no acudió a la cita. Sus futbolistas, mostraban una actitud apática, sin velocidad alguna y con graves errores defensivos. En el otro lado de la moneda, se encontraba el Basilea, lleno de bajas, pero realizando su fútbol característico, y tumbando a uno de los equipos que, a priori, quedaban en Europa League para tratar de llevársela.

En los últimos instantes el Valencia despertó algo de su letargo, con varios saques de esquina, uno de ellos rematado por Keita de manera acrobática. Con un disparo de Fede, muy desviado, tras una fea entrada sobre el malí, el colegiado señaló el final de la primera parte. Un marcador muy contrario que debía, al menos, tratar de recortar el Valencia a la vuelta de los vestuarios.

Notoria mejoría ché, pero insuficiente

Con la reanudación, el Valencia salió concienciado que el camino recorrido en la primera mitad solo dirigía a una derrota segura. Desde los primeros minutos se vio a un conjunto ché algo más intenso, con ganas de correr y recortar distancias en la eliminatoria. Y esto se hizo evidente con una ocasión, desperdiciada por Alcácer y Vargas. Estos, no fueron capaces de rematar el buen centro raso de Fede, aún estando situados en boca de gol.

Los de Pizzi perdonaron el 2-1, en lo que hubiera sido una inmejorable manera de empezar los segundo 45 minutos. El Valencia quería el primero en su cuenta, pero desguarnecía en exceso la defensa, con el peligro de la contra suiza siempre presente. Vargas pudo conseguirlo, pero surgió la Figuera de Sommer, desbaratando el disparo del chileno.

Sin embargo, el encuentro proseguía, y el Valencia apenas proponía juego ofensivo de peligro, salvo acciones puntuales. Demasiado previsibles eran las jugadas de ataque del equipo ché, sin encontrar premio alguno, y adoleciendo de faltas de ideas, como en compromisos anteriores. Los centros se sudecían desde una y otra banda, sin encontrar premio alguno, gran parte de culpa de Schär, impoluto en el eje de la zaga. Otra vez Vargas, esta con la testa, pudo marcar, pero este no afinó su puntería antes del encuentro y se encontró de nuevo con la ocasión fallada. Pizzi entonces trató de cambiar el rumbo del partido, dando entrada a Piatti, por un desaparecido Fede en la segunda mitad.

Presión final descontrolada, y estocada al corazón

Con la recta final, el Valencia se desdibujó, demasiado alocado a por el empate. Los jugadores ofensivos comenzaron a acumularse en el interior del área, esperando un centro desde el costado que no llegaba. Mientras, los de Murat Yakin hacían buena su renta. Y parecía que esta no podía reducirse, cuando Vargas volvió a fallar en boca de gol, solo y sin Sommer en su posición. Parecía increíble ese fallo, y que mostraba el mal día -y semana- del conjunto ché.

El Valencia se lanzó a por el gol, ya a la desesperada, y subidas de sus centrales por banda, lo que mostraba el desorden del conjunto de Pizzi. Debido a esto, el Basilea logró generar varios contraataques, que no finalizaron debido al cansancio acumulado. Pero todavía tenía que aparecer Sommer una vez más, despejando un remate a bocajarro de Keita, a pase de Piatti.

Con las líneas adelantadas, y nadie en la parcela defensiva, el Basilea mató. Stocker, a la contra, superó a Guaita con una soberbia vaselina. Un 3-0 justo, visto lo que sucedió sobre el terreno de juego. Los suizos vencieron, con pasmosa superioridad y facilidad, a un Valencia apático, mal situado, y con los mismos problemas que en los últimos partidos: la falta de intensidad. En el horizonte, una complicada tarea de remontar tres goles en contra, misión casi imposible, una verdadera utopía.

Así lo vivimos en VAVEL.

Fotos: Getty Images