El resumen tanto deportivo de la escuadra blanquinegra no podría arrojar datos más desesperanzadores para las ilusiones de la afición de Mestalla. Y es que la temporada 2013-2014 ha sido la peor de los valencianistas desde el año del descenso hace casi 30 años. Cifras horribles para un equipo histórico cuyo objetivo a principio de año es acabar en puestos Champions y cuya posición final ha sido la octava plaza. Sin embargo, la cuarta plaza ha estado en todo momento fuera del alcance de los del Turia esta campaña y el Athletic (4º clasificado) ha finalizado 21 puntos por encima de los ché.

No obstante, a pesar de lo que dice la clasificación, las sensaciones con las que el equipo ha acabado el año se pueden clasificar de positivas. La remontada ante el Basilea y los momentos de magia vividos en Mestalla en las semifinales de Europa League ante el Sevilla dejaron una unión y armonía entre la afición y el equipo que animó a estos últimos a pesar de vivir una de las noches más tristes en la historia del valencianismo.

Llegada de Pizzi

El técnico argentino sustituía a Djukic y tomaba las riendas del equipo en el partido ante el Levante que suponía el 18º de la temporada. Dos encuentros previos a la finalización de la primera vuelta. Pizzi, a pesar de haber militado en el club blanquinegro era poco conocido por la afición tanto de jugador como de entrenador. El argentino dirigió al Valencia ante Levante y Celta donde cosechó una victoria y una derrota.

Así pues, la segunda parte del campeonato la iniciaba con 23 puntos en el casillero, en la octava plaza empatado con otros tres equipos y a 13 puntos ya de los puestos de Liga de Campeones. Además, el Atlético de Madrid (equipo históricamente igual a los ché) ya tenía más del doble de puntos que los valencianistas. Las condiciones no eran pues las más favorables para los de Mestalla ya que encima tenían las Europa League a nueve puntos de distancia.

Además, por si todo estos fuera poco, la imagen del equipo no era para nada propia de un conjunto con las aspiraciones europeas como las del Valencia. Banega no había tomado las riendas del juego como de él se esperaba. Postiga no había sido el goleador referencia y la sombra de Soldado le eclipsaba en demasía. Pabón no justificaba para nada los siete millones que se habían pagado por el futbolista. Y Canales no estaba para nada conforme con su situación en el club del Turia. Es por ello que todos estos jugadores salieron del club (tres en forma de cesión y el cántabro en venta) y llegaron otros en calidad de cedidos como Vargas, Senderos, Keita y los jóvenes Vinicius y Vezo que fueron fichados por el club.

La sombra de Valverde

Cierto es que las circunstancias no eran propicias para una remontada y que las apuestas estaban todas en contra del valencianismo. Sin embargo, también es cierto que Ernesto Valverde había aterrizado en Mestalla un año antes aproximadamente y bajo unas condiciones muy similares a las que vivía el club ché a la llegada del argentino. El preparador extremeño había conseguido cambiar por completo la imagen de un equipo roto y a punto estuvo de clasificar a los ché para la máxima competición continental. Por lo tanto, la presión sobre Pizzi tenía un grado más que en circunstancias normales.

La cosa no empezaba demasiado bien para los blanquinegros que empataban en la Rosaleda ante un pobre Málaga y posteriormente ante el Espanyol en casa. Sin embargo, todo cambiaba con la visita al Camp Nou y la sorprendente victoria de los visitantes por 2-3. La imagen del equipo era completamente distinta. Parejo que apenas había disputado minutos bajo la tutela de Djukic, se erigía como dueño y señor de la pelota en el conjunto de Pizzi que abogaba por un mayor control del esférico. Además, Bernat y Fede comenzaban a asentarse en la banda izquierda formando un gran binomio y Alcácer se posicionaba como delantero referencia de los hombres de Pizzi. A pesar de esa victoria, una goleada ante el Betis (5-0), un empate en el Pizjuan y tres puntos más ante el Granada, los valencianistas apenas recortaban un punto de diferencia con respecto a la sexta posición que ocupaba por aquel entonces la Real Sociedad. Sin embargo, una posible final de Copa entre Real Madrid/Atlético y Barcelona otorgaría plaza europea a ese sétimo puesto que ahora ocupaba el Valencia.

Tramo clave

En la jornada 26 comenzaba un periplo de partidos que podía catapultar al Valencia a la zona más noble de la tabla o dejarlo prácticamente sin opciones de luchar por plazas europeas hasta el fin de la temporada. Primero visitaba Vallecas y posteriormente se enfrentaría a Athletic, Real Sociedad y Villarreal consecutivamente. Todos rivales directos (a excepción del Rayo) en la pugna por los puestos continentales. Y a pesar de la importancia de los duelos, los hombres de Pizzi se desplomaban a las primeras de cambio. Y es que un Rayo hundido en la decimonovena plaza se imponía a los de Mestalla por la mínima.

Una semana más tarde, los de la capital del Turia eran incapaces de vencer a los bilbaínos en el coliseo blanquinegro (1-1) para ser derrotados posteriormente en Anoeta de nuevo por la mínima. Malos resultados y pobre juego del equipo que se empezaba a complicar en demasía las opciones de alcanzar al menos la Europa League vía Liga. Finalmente los valencianistas lograron imponerse al Villarreal en el derbi por 2 a 1 no sin un final sufrido.

A pesar de esta última victoria, los hombres de Pizzi hacían un bagaje muy pobre del tramo más decisivo de la temporada. Tan solo cuatro puntos de 12 posibles y además ante rivales directos. No obstante, los castellonenses, que ocupaban la séptima plaza, estaban a apenas seis puntos de diferencia con diez jornadas todavía por delante por lo que cualquier cosa podía ocurrir.

Principio del fin

Los de la capital del Turia llegaban a Almería con las ideas bien claras. Tan solo valía sumar de tres en tres para seguir a la caza de los de arriba. Y comenzaba bien la cosa para los visitantes que se adelantaban a los ocho segundos en uno de los goles más rápidos de la historia (obra de Keita) y posteriormente otro tanto blanquinegro ponía el marcador 0-2 al descanso. Sin embargo, dos minutos mágicos de los hombres de Francisco tras la represa, ponían las tablas que a la postre serían definitivas privando así a los ché de la victoria en una partido clave.

Pero esto no iba a ser lo peor que iban a vivir los de Mestalla. Y es que en su siguiente duelo ante el Getafe, caían derrotados por 1-3 ante un equipo que llevaba la friolera de 15 jornadas consecutivas sin ganar. Las opciones de alcanzar la séptima plaza se escapaban y los hombres de Pizzi parecían incapaces de reaccionar. Y esa incapacidad se puso de manifiesto de nuevo en Pucela tras un pobre empate sin goles.

A falta de tan solo seis partidos para el cierre de la campaña, el Valencia estaba ya a ocho puntos del submarino amarillo. Una distancia prácticamente insalvable. Además, Levante, Espanyol y Málaga se colocaban a menos de un partido de distancia de los blanquinegros por lo que ni siguiera la octava plaza era segura.

Convulso final de año

A pesar de la victoria en la jornada 33 por 2 a 1 frente al Elche, los ché entraron en una mala racha en la que encadenaron cuatro partidos sin ganar (dos derrotas y dos empates) aunque a punto estuvo de llevarse los tres puntos del Bernabéu. Cristiano Ronaldo lo evitó con un gol en el descuento lo cual certificaba matemáticamente la imposibilidad de los de Pizzi de asaltar la séptima plaza. En el último encuentro, los de Pizzi vencieron al Celta por 2 a 1 tras remontar el tanto inicial de los vigueses para finalizar la temporada octavos por delante del Levante y de los propios gallegos.

Las únicas opciones de estar la campaña próxima en Europa pasaban por alcanzar la final de la Europa League aunque un gol de M’Bia en el último suspiro, cuando todo estaba ya decidido para los valencianistas, dejaba a estos fuera de la competición diciendo también adiós a la competición continental la temporada próxima en uno de los días más tristes que se recuerdan en el seno blanquinegro.

No obstante, fue precisamente esa unión de la afición con el equipo en momentos de adversidad la que creó una comunión entre ambos que podría cimentar las bases de una sinergia muy positiva para sendas partes en el futuro. Todo dependerá en gran parte de la acción que Lim ejerza sobre el club blanquinegro a corto plazo.

Y es que muchos de los jugadores tienen su futuro ligado atendiendo a quién quede al cargo de la entidad de Mestalla. Además cabe recordar que todos los futbolistas cedidos, tanto los que salieron como los que entraron, deberán cerrar su futuro en las próximas semanas.

Habrá que ver si el año que viene es más fructífero para la escuadra valencianista, al menos deportivamente hablando. Tan solo habrá dos competiciones para los ché aunque quizás sea lo que necesitan en la capital del Turia para recuperarse de todas las decepciones acumuladas en las últimas temporadas. La prueba de que con el mismo equipo se pueden lograr cosas importantes está en el Atlético de Madrid que de luchar por la salvación ha pasado a disputar Liga y Champions en apenas dos años.

Fotos: Carla Cortés | VAVEL