Old Trafford es llamado en el mundo futbolístico como “Teatro de los Sueños”. El Valencia fue a Manchester a soñar. Pero a hacerlo con argumentos. Argumentos con mucho sustento. Ni un estadio lleno, ni el debut de Louis Van Gaal, ni siquiera el inminente inicio liguero en Inglaterra, borraron la sonrisa de un niño que quiere crecer a pasos agigantados. Los blanquinegros dieron muestras de lo que será la obra de Nuno Espírito Santo durante el curso. Licencia para soñar.

Equilibrio para presentarse en Manchester

Los valencianistas llegaron con el empujón anímico de la victoria en la Emirates Cup. Además de la demostración de que el sistema funciona con las teclas adecuadas. Nuno esta vez sí alineó a Fuego junto a Parejo y André Gomes. Sacrificio e imaginación. Un equilibrio fundamental.

Desde el medio del campo el equipo funcionó. Como era de esperar el United salió a tener el balón. A escenificar una larga y rebuscada obra. Paciencia para ganar. Mientras el Valencia se limitó a esperar. Pero no para defenderse. Nada más lejos de la realidad. Una espera sostenida en unos cimientos defensivos resistentes. Unos esbozos de muralla defensiva que no se veían desde hace años en Mestalla. Rigor táctico. Ayudas defensivas. Equilibrio en la basculación.

La solvencia defensiva permitió la verticalidad que tanto quiere Nuno. La magia y los efectos especiales de Parejo y André. Velocidad por bandas con Gayà y Barragán para contragolpear o rápidas combinaciones por el centro para llegar al área rival. Feghouli, Alcácer y Rodrigo con total movilidad para permitir los pases al hueco de Parejo y André.  Aun así faltó llegada y entendimiento. Algo que llegará con el paso de los días.

Resultado engañoso en un segundo acto ilusionante

Los vestuarios trajeron los goles consigo. Los goles y unas mejores sensaciones.  Pese a la derrota final, el Valencia jugó al mayor nivel de lo que llevamos de pretemporada. Y es que el gol inicial de Fletcher quedó en una anécdota viendo el recital blanquinegro posterior. El escocés enganchó un disparo potente, aunque con fortuna, desde el balcón del área.

Escasos diez minutos después el técnico portugués tomaba la decisión. Cambios. De Paul y Piatti al campo por Feghouli y Alcácer. El equipo cambió radicalmente. Rodrigo disfrutó jugando de delantero centro. André y Parejo encontraron a alguien que habla su idioma en De Paul. Tres ocasiones en apenas cinco minutos eran la demostración del vendaval valenciano. El gol llegó tras un error defensivo británico. Rodrigo aprovechó un despeje desfortunado para empalmar y fusilar a De Gea. Acto y seguido Piatti tenía a bocajarro el segundo. Gayà, que volvió a estar sobresaliente, dejó un caramelito al argentino en el corazón del área. El Manchester no se sacudía la presión. De hecho Hernández sacaría dos pelotas en la línea de gol.

El carrusel de cambios final mató el ritmo del partido. Los locales dispusieron de un arreón final fundamentado en el apoyo del público. Pero no sería hasta el descuento cuando Fellaini lograría el 2-1 final. Eso sí. Con polémica. Una actuación arbitral discutida. Junto a la posible falta del belga en el gol, el colegiado señaló un penalti en la primera mitad sobre Rooney inexistente. Aun así el Valencia puede soñar. Ideas claras plasmadas en el tapete inglés. Seriedad y alegría a partes iguales. Todo ello a siete días del arranque ligero.