El "Gigante" despertó. Un año tarde, pero lo hizo. El Valencia es el invitado de excepción a la pelea por el campeonato doméstico. Además por sus fueros. Con el bronco y copero por montera.  Asimismo Mestalla también jugó. El equipo che se enfentó al Atlético con 50000 personas. El ambiente, que se inició tres horas antes en los aledaños, predijo la festín che. Disfruten porque como rezaba la elástica valenciana, Junts Tornem. Con la afición de su lado, el Valencia ha vuelto. Y eso, para la Liga BBVA, y para el propio Atlético es un acicate para aumentar el nivel y por ende, el espectáculo.

Exitosa efervescencia che

El Valencia se ha adelantado en todos los partidos excepto en uno. Seis de siete. Frente al Atlético no fue la excepción. Y el propio Nuno habla de la importancia de adelantarse pronto. Dicho y hecho. Menos de un cuarto de hora le bastó al equipo local responder a su afición. Un tifón. El Atlético notó el cansancio europeo. Y un Valencia hambriento atacó a su presa sin piedad. Cierto es que Moyà y Miranda ayudaron. Ambos escenificaron el primer tanto che. En propia puerta. Falta de entendimiento de la zaga atlética y 1-0. 

André Gomes sigue creciendo a pasos agigantados. Un zigzag para la posteridad. Belleza, magia y clase en tan solo cinco metros. Como siempre Alcácer tuvo mucho que ver. El ariete internacional sigue dando lecciones de todo lo que ocurre lejos del balón. El jugador y el espacio. Dónde los genios leen el juego. Alcácer buscó su hueco en el balcón del área. Dejada de espuela para André. Uno, dos, tres contrarios y una leve caricia a la red visitantes. Segundo gol en Mestalla. Éxtasis valencianista.

El Atlético estaba confuso. Desorientado. La brújula hacia la victoria no funcionaba. Gabi no creaba. Tiago no bregaba. Y la ofensiva rojiblanca parecía demasiado inocente para hacer frente a un titánico Otamendi. El central argentino se ha convertido en un ídolo de masas en la Avenida de Suecia. Hoy con ayuda de la pizarra de Nuno, volvió a anotar. “Roberto Fabián” Otamendi siguió el balón desde la esquina, correteó el centro neurálgico atlético y cabeceó con potencia a la red. Un 3-0 que dejó a ambas aficiones incrédulas.

Alves, de villano a héroe

La adrenalina segregada en los primeros minutos descendió. El Valencia comenzó a acomodarse con el 3-0. Los de Simeone se vinieron arriba. Necesitaban oxígeno. Reencontrarse con su identidad. No pasar sin pena, ni gloria por Mestalla. Y se reencontraron. De una jugada aislada el Atlético volvió a sacar petróleo. Un disparo lejano de Tiago y un mal despeje de Alves pusieron en bandeja el gol atlético. Mandzukic. Un roedor de área. No necesita dos porque con una le basta. El croata recortó diferencia mediado el primer acto.

Sin embargo el fútbol, a veces, y solo a veces, es justo. Teixeira Vitienes señaló penalti por manos de Gayà al filo del descanso. El punto de inflexión. Recortar distancias. El inicio de la remontada. Pero ahí estaba la poesía futbolística. Alves, que había errado en el primero, detenía el penalti a Siqueira. La enésima demostración de reflejos ante los once metros. 

Un Atlético irreconocible

Los colchoneros no aparecieron en Valencia. Sin la entrega característica. Sin alma. Ni siquiera el balón parado apareció. Una caricatura del equipo que encandiló a Europa. Simeone tiene motivos para enfadarse. Los suyos no respondieron. El acicate del gol tampoco subió las pulsaciones visitantes. Los locales estuvieron cómodos en todo momento. El técnico argentino movió ficha rápidamente. Tampoco surtió el efecto esperado. Con Arda y Koke desactivados y Gabi centrado en labores defensivas, André Gomes y Parejo hicieron su fútbol.

El Atlético se repondrá. Es su ADN. Competir, batallar, bregar y morir sobre el verde. Sin embargo ahora ya sabe de primera mano que tiene otro duro rival para revalidar el título.