El Valencia perdió en Barcelona y dice adiós pronto a la Copa del Rey. Una competición donde habían muchas esperanzas puestas por la afición tras el sorteo, pero que no ha merecido alargarse en tierras blanquinegras. La derrota en el Power 8 es dura, excesiva. Aunque no por ello, merecida. No por la eliminación en sí, sino por la imagen mostrada en tierras catalanas. Los blanquinegros regresan a casa con unas sensaciones negativas. De nuevo parece que el equipo compite a rachas. También se notó la necesidad de recambios en Mestalla. Sin Carles Gil, ni Feghouli y con la lesión de Piatti, las opciones defensivas son escasas. Aun así las excusas no tienen cabida ante un proyecto de tal envergadura, y menos entregando las armas antes de la batalla.

Con el 0-0 en el marcador Shkodran Mustafi cometió un error grosero que provocó su expulsión tras agarrar a Sergio García que encaraba a Yoel. Una acción sin discusión así como la decisión arbitral. Un condicionante demasiado grande y un añadido a la actuación che durante la eliminatoria. Los errores humanos y las desconexiones existen, pero ya son demasiadas en lo que se lleva de temporada. Además han costado partidos y ahora, una eliminatoria. Esta vez fue Mustafi primero, y luego Yoel. Uno dejando al equipo cojo por un error infantil, el otro permitiendo el tanto de Caicedo que declinaba la balanza.

El empate al descanso puso emoción a la segunda mitad. Ya que por juego, ningún conjunto quiso hacerse daño en el primer acto. Sin embargo el conjunto de Nuno fue demasiado inocente. Los blanquinegros en inferioridad y sin ideas ante un equipo que creyó al final. Sin excesivas ideas ofensivas, pero listo a la hora de aprovechar las concesiones rivales.

El Valencia está eliminado de la Copa del Rey tras dos eliminatorias bastante pobres. Donde solo brilló en momentos muy puntuales de los cuatro partidos disputados. Los valencianos afrontan la temporada con el regreso a la Champions League como único, y casi obligado, objetivo. Con lo que con una competición hasta final de curso la exigencia del entorno subirá ostensiblemente. Eso sí, la mejor manera de entrar en dicho escenario europeo será subir el nivel, encontrar la regularidad y, sobre todo, evitar las desconexiones sufridas en A Coruña, Vigo, Ciudad de Valencia, Power 8, Granada… o lo que es lo mismo a domicilio.

La derrota valencianista en Barcelona simboliza una de las campañas más necesitadas de puestos europeos desde 1998. Y es que desde ese año, los blanquinegros no se quedaban sin competiciones adicionales al campeonato doméstico. Así que el trabajo a partir de ahora es claro, y no valdrá con conformarse a con lograr la meta, sino conseguirla brillando

La prueba de fuego llegó en los últimos quince minutos y con un Espanyol volcado sobre el arco de Yoel. Fue el momento en el que los errores individuales salieron de nuevo a relucir. Los hombres de Sergio Gónzalez aprovechaban un saque de falta lateral para percutir en la red visitante. Caicedo, recién ingresado en el campo, cabeceaba de manera imperial para poner el 1-0. Los valencianistas necesitaban un gol, aunque los locales hicieran otro para seguir vivos.

El equipo no respondió. Tuvo voluntad, pero no realidades tangibles. Ni un acercamiento serio a la portería de Pau. El Espanyol creyó en su presea. Y mató el partido y la eliminatoria con un segundo tanto de Caicedo a pase de Lucas Vázquez. Caicedo recibió en el corazón del área, controló el balón, se tomó un café, se acomodó el cuero, durmió la siesta y anotó a Yoel sin oposición. El Valencia tendrá en las próximas semanas un examen crucial. Pasarlo y acceder a la universidad o repetir un curso convertido en un erial. Todo o nada a la cuarta plaza.