Dani Parejo vive sus mejores días como valencianista. Sonríe, abraza, manda, disfruta y es querido por grada y compañeros. Un cariño que no es gratuito y que le ha costado años de sudor ganarse. Un cariño que devuelve en cada gesto técnico, cada pase, cada sprint. El cariño que merece.

Parejo llegó al Valencia en verano de 2011, hace tres años y medio. Lo hizo envuelto en dudas. Por su supuesta falta de carácter, por su juventud e indolencia, por ser un jugador de un perfil de difícil éxito en la capital del Turia, por su precio. Parejo no fue un fichaje que llenara las calles de Valencia de ilusión y esas dudas le acompañarían en sus primeros meses en la ciudad que hoy le venera.