Hace años que un Málaga-Valencia dejó de ser un partido más. El salto de calidad dado por los fichajes que llegaron al equipo andaluz de la mano de Al Thani llevaron al Málaga a la zona noble de la Liga BBVA, en la que el Valencia encontraba otro rival directo. El fichaje de Isco en el verano de 2011 se convertía en elemento clave a la hora de fundamentar una rivalidad que perdura hasta hoy, y que se ve alimentada con los últimos resultados.

Hay que remontarse hasta agosto de de 2010 para encontrar la última victoria del Valencia en tierras malacitanas: dos goles de Joaquín y uno de Aduritz le daban al Valencia de Unai un triunfo que venía precedido a un total de tres partidos en los que el Valencia se iba a ir de la Rosaleda con malas sensaciones. Especialmente cruda fue la derrota que el equipo encajó en 2012, donde el resultado fue de 4-0 a favor de los locales en un partido donde el Valencia ofreció una imagen para olvidar, un choque en el que Isco dejó su imprenta en forma de gol tan solo unos meses después de abandonar la capital del Turia.

La mala racha valencianista en la Rosaleda se suma a las malas sensaciones del equipo fuera de casa en la temporada actual. Una dinámica que ha venido acompañada de unos números muy pobres lejos de Mestalla, y que privan al Valencia de una regularidad que espera el valencianismo para la actual campaña. Tras los pinchazos sufridos por el equipo en campos como Riazor, Balaídos, o el Ciutat de Valencia, el partido del lunes representa para el Valencia una gran oportunidad de, después de cambiar la atmósfera que dejó la eliminación copera, invertir una dinámica a partir de la cual alcanzar esa regularidad tan demandada.

La victoria del Atleti en Ipurúa deja a los de Simeone con un colchón de seis puntos sobre el Valencia, que le saca a su vez dos puntos más el average al Sevilla, tras el triunfo de la pasada semana. Sensaciones y dinámicas al margen, el partido del lunes será determinante también en el ámbito numérico, ya que el signo del resultado puede variar objetivos de ambos equipos al menos a corto plazo.

Una victoria valenciana aumentaría a 12 puntos la diferencia entre ambos equipos, con lo que los che prácticamente descartarían al Málaga como rival. Los tres puntos para los de Nuno asentarían al equipo en la cuarta plaza y les permitiría seguir teniendo el tercer puesto a tiro de piedra. Por números, por estadística, por el momento en que llega, el partido le supone al Valencia una oportunidad de dar un golpe sobre la mesa, y recordar grandes momentos en un campo que es todo un talismán para el valencianismo.