Como en una regata, la Liga encara su fase decisiva con tres embarcaciones por delante del resto y el Valencia siguiéndoles la estela, pisándole los talones al Atlético de Madrid y sin dejar relajarse a Real Madrid y Barcelona. A su vez, la nave que comanda Nuno Espírito Santo, trata de alejarse de sus perseguidores, Sevilla y Villarreal.

El Córdoba, último en esta carrera de fondo que es el torneo de la regularidad, también persigue un sueño, trata de agarrarse con uñas y dientes a la categoría, de no desengancharse de un tren que, para un equipo como el blanquiverde, pasa muy pocas veces en esta vida.

La competición es exigente y solamente ha habido tres equipos capaces de ganar los dos últimos partidos: Barcelona, Valencia y Elche. Dos jornadas quizás sean pocas para servir de indicativo de dinámicas, pero seis puntos consecutivos sí que sirven para acercarse considerablemente al objetivo en una Liga tan igualada. Tras la derrota ante el Málaga, el Valencia estaba fuera de los puestos de Champions, su objetivo real. El Sevilla estaba un punto por encima, el Atlético de Madrid le sacaba seis puntos y la cabeza estaba a 13. Además, el Villarreal acechaba a tres puntos de los chés. Dos jornadas después, las victorias ante el Espanyol y el Getafe han aupado a los blanquinegros a la cuarta posición, dos puntos por encima del Sevilla, seis del Villarreal, a tres del Atlético y con el liderato a sólo 10.

El efímero cuchillo en la boca

Tras caer goleados en el Camp Nou, el técnico de los cordobeses, Miroslav Djukic, pegó una rajada de las que hacen historia que podía resumirse en que en su equipo jugarían aquellos que lleven un cuchillo en la boca, llamando al sacrificio, la lucha, la entrega y el esfuerzo individual y colectivo para salir de la situación en la que estaban envueltos. Las palabras del serbio tuvieron efecto, pero duró sólo dos partidos -cuatro contando el empate ante el Eibar y la buena imagen en la derrota frente al Real Madrid-.

A pesar de ser espoleados por su entrenador, la desidia ha vuelto a unos jugadores que conforman un equipo pusilánime. Cinco jornadas sin conocer la victoria hunden al Córdoba en la clasificación. Los cordobesistas son colistas a cinco puntos del Elche, que marca el límite entre el abismo y la salvación.

El Córdoba de Djukic adolece, como sucedió en su etapa en Valencia, de falta de consistencia. Así pues, se presenta como un equipo con individualidades interesantes que son incapaces de jugar como un equipo compacto, ordenado y solvente. La línea más floja del equipo es la defensiva. De centro del campo para arriba, el Córdoba es un compendio de jugadores de buenas intenciones, técnicamente buenos y que pecan de inocentes en algunos momentos. Jugadores como Fede Cartabia, Ghilas, Bebé o Florin.