El Valencia recibe al Levante en un derbi de creciente rivalidad y, en esta ocasión, extrema necesidad. Los granotes llegan al choque en puestos de descenso, aunque vienen realizando desde la llegada de Lucas Alcaraz una remontada que ha enganchado a toda la afición y llegan tras realizar dos de los mejores partidos de la temporada, la goleada en Almería y la derrota frente al Sevilla, en la que dieron una gran imagen pese a acabar sucumbiendo ante la puntería hispalense.

Por su parte, los de Nuno atraviesan un pequeño y polémico bache en su ascendente carrera hacia la tercera plaza, donde luchan encarnizadamente contra el Atlético de Madrid sobre todo y contra el Sevilla, que amenaza por detrás. Dos empates envueltos en controversia con las actuaciones arbitrales han encendido la mecha de un entorno inflamable. Mestalla será un polvorín y un infierno para el trío arbitral y para el equipo rival.

En lo táctico, el último partido de los blanquinegros fue interesante porque, debido a la baja de Parejo, el entrenador portugués del Valencia se vio obligado a modificar su esquema. Ante el Athletic Club, Nuno abandonó el ya habitual 4-3-3 para probar suerte con un 4-2-3-1 en el que Javi Fuego y André Gomes formaron el doble pivote, con Rodrigo en la mediapunta (hasta la lesión de Piatti) y unas bandas bien pegadas a la cal tratando de asistir a Paco Alcácer.

El mayor damnificado del cambio de sistema fue el centrocampista luso André Gomes, quien venía brillando en las últimos partidos gozando de la libertad que el trabajo de Fuego y la simple presencia de Parejo le otorgaban. Los equipos rivales suelen poner su foco, en gran medida, en el capitán ché, lo que permite que André quede más libre y pueda desplegar su juego con más facilidad. En ese sentido el Athletic lo tuvo fácil: con tapar al portugués se acababa la creación en el ataque valencianista.

Vuelve Parejo y el 4-3-3 con él

El capitán regresará al once tras haber cumplido su sanción, por lo que Nuno volverá al sistema que más éxitos le ha dado esta temporada: 4-3-3. Los tres mediocentros formarán en posición  de 1-2. Es decir, Javi Fuego ejercerá de mediocentro posicional y Parejo y André serán los interiores o volantes ofensivos.

Parejo es el requisito del sistema táctico preferido por Nuno. Sin Parejo no hay 4-3-3. Cuando el de Coslada se ausenta, las opciones se reducen considerablemente. Cabe la posibilidad de juntar a Enzo Pérez -baja las últimas jornadas, incluida esta- y a Javi Fuego para endurecer al equipo adelantando a André Gomes a una mediapunta donde se pierde o la que Nuno eligió el otro día con la formación de un doble pivote clásico en el que uno destruye y el otro construye. En cualquier caso, el Valencia pierde elaboración, criterio y distribución, desdibujándose en ataque.

La defensa en cuadro

A la baja de Gayà hay que sumar esta jornada la del central Nicolás Otamendi, sancionado, por lo que dos de los defensas titulares y probablemente los dos más importantes no estarán presentes en el partido contra el Levante. Las opciones de reconstrucción son lusófonas -es decir, hablan portugués-. Se trata de dar entrada a Rúben Vezo como defensa central para acompañar a Mustafi, por lo que Orbán ejercería de lateral o de optar por la incursión de Joao Cancelo como lateral a pierna cambiada, siendo Orbán quien centre su posición para formar pareja con Mustafi.

A priori parece más razonable apostar por Vezo, pues el retoque es de menor grado -jugador por jugador-, pero fue Cancelo quien entró tras la expulsión de Otamendi en San Mamés, cuando el Valencia pasó a jugar un 4-4-1 con Orbán como marcador central izquierdo.

Alcaraz y el sentido común

Lo primero que hizo Lucas Alcaraz como habitante del banquillo granota fue aplicar la sensatez y ubicar a cada jugador en su sitio. Su apuesta táctica fue, es y será un clásico 4-4-2 con dos mediocentros trabajadores, dos interiores rápidos y habilidosos y dos delanteros complementarios. Los laterales buscan la profundidad, pero sin perder de vista el equilibrio. Es decir, nunca suben los dos a la vez. Son conceptos futbolísticos que parecen obvios, pero a los que a veces los entrenadores renuncian en pro de unos principios irrenunciables de los que Alcaraz prescinde. El granadino sólo impone el sentido común, y es el trabajo colectivo el que trae los resultados.