El Valencia CF juega este sábado en el Camp Nou y sueña con vivir una tarde mágica, como aquellas que a finales de los 90 protagonizaba Claudio Javier Piojo López. El argentino anotó 12 goles en 15 partidos contra el FC Barcelona en noches en las que hizo vibrar a un valencianismo ávido de grandes triunfos tras casi dos décadas sin títulos. De su mano llegaron remontadas imposibles, eliminatorias de Copa y Champions triunfales o un título de Supercopa de España. Los hombres de Nuno viajan a la ciudad condal a recuperar el espíritu del Piojo.

Difícil comienzo

La temporada en la que llegó Claudio López al Valencia fue un año de transición. El equipo venía de ser subcampeón con Aragonés y su principal estrella, Predrag Mijatovic, había abandonado el barco para jugar en el Real Madrid. El Piojo era uno de los que debía hacer olvidar al montengrino, pero aquella primera temporada no logró brillar con regularidad. Para el recuerdo quedó el gol desde centro del campo que metió al Atlético cuando vio adelantado a Molina.

"Cuando aprenda a frenar será un gran jugador"

Aquel año, con Valdano en el banquillo, el estilo de juego del Valencia no favorecía al argentino, de quien se decía que corría demasiado: "cuando aprenda a frenar será un gran jugador" sentenciaba la opinión generalizada, el sentir popular. La marcha de su compatriota El Poeta y la llegada de Claudio Ranieri fueron providenciales en la trayectoria del ariete cordobés. Ranieri fue el general romano que necesitaban tanto los blanquinegros como el Piojo para alzar el vuelo. Con el italiano dio comienzo el lustro dorado del valencianismo.

La primera noche mágica en el Camp Nou

Era su cuarto partido contra el Barcelona y todavía no había logrado marcar, así como el equipo aún no había vencido al equipo culé desde su llegada. Aquel lunes de enero parecía condenado a terminar en una nueva derrota valenciana en tierras catalanas, sobre todo cuando Cáceres, en el minuto 54 y en propia puerta, ponía el 3-0 en el marcador, tras los goles de Luis Enrique y Rivaldo para el cuadro de Louis Van Gaal.

En ocasiones, cuando todo parece perdido, un golpe de suerte produce un giro en el destino y todo cambia tan rápido que parece un sueño. Aquella noche nació el mito del Piojo, aunque sin el gol de Morigi tras pase del propio Claudio López en el 69 no habría sido posible una de las remontadas más increíbles de la historia del Valencia. Ese balón quiso entrar llorando y dar esperanzas a los de Ranieri. Aún así, un 3-1 a falta de 21 minutos continuaba antojándose prácticamente imposible. Entonces emergió la enclenque figura de Claudio López para convertirse en el héroe que el Valencia necesitaba. Sus goles en el 75 y en el 87 empataron el partido y, tan sólo un minuto más tarde, sin tiempo para que la realización emitiera en directo el inicio de la jugada, el Burrito Ortega certificaba, con un auténtico golazo, la gran remontada del Valencia en el Camp Nou.

El camino a La Cartuja

En la temporada 1998/99 el Valencia de Ranieri puso fin a una sequía que venía de 1980, cuando el Valencia de Kempes alzó la Recopa y Supercopa de Europa. El 26 de junio de 1999, en La Cartuja de Sevilla y con dos goles del Piojo y uno de Mendieta, el Valencia derrotó al Atlético de Madrid en la final de la Copa del Rey y un capitán valencianista volvió a alzar un título hacia el cielo. Camarasa invitó a los héroes de aquel título, Gaizka y Claudio, a levantar la copa junto a él y el valencianismo volvió a sentirse grande.

En el camino a la final, Real Madrid y Barcelona fueron humillados por el cuadro ché y recibieron siete goles cada uno, en semifinales los merengues y en cuartos los culés. Al Madrid, el Piojo le metió dos goles en aquella eliminatoria. Uno en el apabullante 6-0 de la ida, y el que cerró la eliminatoria, el 2-1 en el 89 de la vuelta.

Antes, el 18 de febrero, el Valencia tuvo que remontar de nuevo en el Camp Nou con Claudio López otra vez como protagonista. Patrick Kluivert adelantó a los locales en el minuto 49. Poco duró la alegría culé y cinco minutos, del 51 al 56, bastaron al Piojo para dar la vuelta al marcador. Un balón recuperado en el centro del campo llegó a pies del delantero argentino, quien condujo unos metros para sacarse un zapatazo con la zurda, imposible para Hesp. El cordobés celebró con rabia su tanto y aguardó una nueva oportunidad. Esta llegó cinco minutos después. Claudio López arrancaba desde treinta metros de distancia con la portería, se colaba entre los dos centrales blaugrana y disparaba cruzado para poner el 1-2 en el marcador. Rivaldo, en el 60, volvía a poner las tablas en el marcador y Gaizka Mendieta, a falta de diez minutos para el final, firmaba uno de los mejores tantos de su carrera tras empalmar a la escuadra desde la frontal el centro de Ilie desde el córner.

Seis goles en nueve días hacían que en Barcelona temblaran sólo con escuchar el nombre del 'Piojo'

El 2-3 de la ida dejaba la eliminatoria abierta para el partido de Mestalla. El Piojo no quiso dejar espacio a la duda y en el minuto 35 ya había puesto 2-0 a su equipo. Un balón llovido desde el centro del campo a la espalda de la defensa en el 23 era pinchado con maestría por Claudio López, quien resolvió al segundo toque con el exterior. Control y disparo en carrera. Como mandan los cánones. Un nuevo balón al hueco en el 35 era aprovechado por la velocidad del argentino para, tras marcharse de Hesp, anotar a puerta vacía. El encuentro concluyó 4-3 con goles de Mendieta y Angulo por parte ché y de Rivaldo, Óscar y Frank de Boer para el Barcelona. El Valencia había eliminado al Barça metiéndole siete goles, cuatro de ellos con la rúbrica del Piojo que, en aquel momento y de pleno derecho, ya era un pibe inmortal.

Caprichos del destino y del calendario, cuatro días más tarde el Valencia volvía a viajar al Camp Nou para un partido de Liga. 2-4, con otro doblete del Piojo. En la ciudad condal temblaban sólo con escuchar su nombre. Seis goles en nueve días no eran para menos.

Tres goles como despedida

La temporada 1999/00 fue la última del Piojo como valencianista. Aquel año, el Valencia y el Barcelona se enfrentaron en un total de seis ocasiones, dos en la Supercopa de España, los dos de Liga y las semifinales de la Champions League. Como no podía ser de otra manera, Claudio López volvió a marcar goles ante su rival preferido. Uno en cada competición, y todos en Mestalla en esta ocasión.

En la Supercopa, que ganaría el Valencia, el Piojo anotó el único gol de la noche que ya parecía cerrarse con 0-0. De nuevo en Mestalla, en el partido de Liga, Claudio López inauguró el marcador en el 3-1 que el Valencia endosó al Barcelona. En las semifinales europeas, el Valencia de Cúper dejó encarrilada la eliminatoria con un 4-1 en el que el Piojo cerró el marcador. Aquel año acabó con la primera derrota en una final europea, en París, frente al Real Madrid.

El Piojo dejó Valencia entre lágrimas, envuelto en la senyera y aclamado por una afición que le idolatraba. Claudio López fue, en apenas cuatro temporadas, uno de los jugadores más importantes de la historia del valencianismo y uno de los que mayor impacto tuvo en las gradas. Venerado, querido, añorado. Eterno.