La necesidad de gol es evidente en este Valencia, y con la lesión de Paco Alcácer, el vallecano es el único referente puro que Gary Neville tiene a su disposición. No obstante, Álvaro Negredo parece estar atravesando un maleficio cada vez que busca la portería rival. El partido ante Las Palmas en Copa del Rey y sobre todo el choque del pasado domingo en Mestalla con el Sporting de Gijón son una clara muestra de ello.

Primero, y desde que aterrizó en la capital del Turia como el flamante fichaje de la 'era Lim', fueron las lesiones. 'El Tiburón' tardó en pisar el césped de Mestalla, pero nada más hacerlo, fue consciente de la confianza que había puesta en él por parte de la afición che y del cuerpo técnico, entonces encabezado por el luso Nuno Espírito Santo. 

A pesar de ello, esta confianza se desvanecía esta temporada, la segunda vistiendo la elástica blanquinegra. En un primer momento fue el propio Nuno quien dejó de contar con el jugador, que quedó relegado a la grada partido tras partido. La relación entre ambos empeoraba con el paso del tiempo. Hasta que el portugués quedó destituido como entrenador che. Entonces parecía que una nueva puerta de esperanza se abría para el de Vallecas. 

Desde su llegada a tierras valencianas, Gary Neville mostraba su total apoyo y confianza hacia el 7, y no tardó en incluirlo en sus planes. 'El Tiburón' volvía a pisar el templo de Mestalla recibido con una gran ovación por parte de los aficionados blanquinegros. Muchas de las esperanzas de acabar con la mala situación por la que atravesaba el conjunto valenciano estaban puestas en su persona.

Aunque la afición también tiene un límite, y gran parte de ella ha centrado sus críticas por el devenir de los resultados hacia el nuevo capitán. En un contexto en el que nada acompaña a los de Neville, cada error se multiplica. Pese a llevar dos partidos consecutivos de liga marcando y a sus tres goles en Copa del Rey ante el Granada, cada fallo del delantero lo pone en el centro de las críticas. El mano a mano ante Keylor Navas en los últimos minutos de partido, que de haber anotado hubiera supuesto los tres puntos; el error en Gran Canaria o las numerosas ocasiones que desaprovechó ante el Sporting de Gijón en Mestalla evidencian el bajo rendimiento de una 'bomba' que parece que se desvanece. 

Un maleficio que no afecta única y exclusivamente al de Vallecas, sino a todo el vestuario che. El bajo rendimiento demostrado durante estos últimos meses es sinónimo de un grave problema y no de una mala racha en un equipo que, en estos momentos, mira de reojo los puestos rojos de la clasificación.