Se sabe que el tiempo en el País Vasco es un tanto irregular, y que abundan las precipitaciones. La semana pasada para los ciudadanos de Bilbao estuvo marcada por la lluvia, pues no cesó durante unos días. 

Y fue esta lluvia la que condicionó el partido que disputaron el Athletic de Bilbao y el Valencia en el Nuevo San Mamés, correspondiente a los octavos de final de la Europa League. La agua fue la protagonista del encuentro, por delante de cualquier jugador, incluso de Raúl García, el único goleador del partido.

El hecho de que tanta agua se acumulase en San Mamés influyó en el juego de ambos equipos. Para colmo, había charcos en la zona más importante del terreno de juego, donde se generan y se elaboran todas las jugadas: el centro del campo.

Javi Fuego, Danilo y Dani Parejo fueron los encargados de ocupar la sala de máquinas valencianista, y tuvieron la siempre difícil tarea de construir el juego de su equipo. El ex capitán del Valencia fue el gran perjudicado del mal estadio del terreno de juego, pues su especialidad es manejar el balón y dar pases para permitir avanzar a su equipo.

En consecuencia de los charcos formados, Gary Neville optó por decir a sus jugadores que buscaran a Rodrigo y Piatti, que hacían la función de extremo, para que luego le colgaran balones al delantero del Valencia Álvaro Negredo, pero no fue efectivo. El entrenador inglés sacó a André Gomes en la segunda parte, pero no tuvo prácticamente incidencia en el juego.

Pese al mal estado del césped del Nuevo San Mamés, el Valencia consiguió un buen resultado -dentro de lo malo- que le permite afrontar la vuelta con el optimismo que caracteriza a los ches en estas situaciones. Porque tal y como se ha dicho más de una vez este año, el Valencia siempre se levanta.

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