Ciertas similitudes guarda la temporada actual con la desastrosa campaña de la era Koeman. No obstante, la etapa del holandés fue maquillada por la conquista del hasta ahora último título en las vitrinas de Mestalla, la Copa del Rey de 2008. Al finalizar ese año deportivo, y después de que Voro evitara el descenso de los ches bajo los galones de entrenador interino tras la destitución de Koeman, Unai Emery era el elegido para ocupar el banquillo valencianista y volver a situar al equipo entre los primeros de la tabla.

En su primera temporada, el vasco lograba subir el escudo blanquinegro hasta la sexta plaza de la clasificación, resultado que superaría en su segundo año al frente de la entidad del Turia. En esta segunda campaña del de Guipúzcoa, el Valencia CF volvía a ser de Champions, y era sobrepasado únicamente por los dos grandes, FC Barcelona y Real Madrid. Los de Unai eran, como muchos decían, los campeones de la otra liga. Esta posición en la tabla clasificatoria quedó reservada para los valencianistas durante tres años más, a pesar de que su tridente mágico, Villa, Silva y Mata, se desintegrara en dos veranos.

Los de Unai eran, como muchos decían, los campeones de la otra liga. 

Pero el trabajo de entrenador no se caracteriza especialmente por su estabilidad. Y menos en un sitio como Mestalla. A pesar de esta consagración como tercer mejor equipo de la liga española, lejos de las astronómicas cifras que conseguían culés y merengues, la afición quería más. Quería recortar distancias a los dos de arriba y, si era posible, conseguir algún título. La directiva de la entidad, aprovechando que el técnico empezaba a ser señalado, asumió que, tras cuatro temporadas, había llegado el momento del cambio. Y después de 107 victorias en 220 partidos, Unai Emery dejaba el club por la puerta de atrás.

Que el Valencia CF se hubiera mantenido en el podio del fútbol español y hubiera seguido asomando la cabeza en el fútbol europeo con la continuación del vasco es una incógnita que jamás será resuelta. Pero lo cierto es que -y los resultados no mienten- el club blanquinegro volvió a decaer en las siguientes campañas, y el baile de entrenadores en el banquillo che se inició y se ha mantenido hasta la actualidad.  

Después de 107 victorias en 220 partidos, Unai Emery dejaba el club por la puerta de atrás.

Primero fue Mauricio Pellegrino, en la primera del las apuestas de la directiva por entrenadores de la casa. La opción de ‘el Flaco’ no salió bien, y de nuevo Voro tuvo que encargarse del equipo por un tiempo. Su sucesor en el cargo fue Ernesto Valverde, que consiguió devolver al Valencia CF a la zona alta de la clasificación, pero fue él mismo el que decidió abandonar la ciudad del Turia. Miroslav Djukic, otro exjugador blanquinegro, fue el elegido para sustituirle, pero el serbio fue destituido antes de llegar al ecuador de la temporada. Tras él, el argentino Pizzi aterrizó en Valencia para ser el encargado de concluir la temporada 2013-2014.

Con la compra del club por parte de Peter Lim llegó el portugués Nuno Espírito Santo. Pese a su gran primera temporada al frente del conjunto valencianista, en esta segunda campaña los resultados no fueron los esperados, y la entidad prescindió de él a finales de noviembre. La siguiente apuesta fue Gary Neville, sin experiencia como primer entrenador, y otra vez no se acertó. Ahora, otro vasco como Emery, Pako Ayestarán, será el encargado de dirigir al equipo che hasta final de temporada.