Hoy arranca la 86ª edición del Campeonato Nacional de Primera División. Será una Liga histórica, sin ninguna duda. Por motivos de patrocinio, cambia su nombre oficial a “Liga Santander”, aunque también seguirá siendo conocida como “LaLiga” a secas.

El Valencia afronta su temporada número 82 en Primera (las tres primeras estuvo en Segunda y solo bajó una vez, en 1986) tras haber quedado en duodécima posición la temporada anterior en un año que prometía mucho después de un gol de Negredo que significaba estar en la Champions, pero que no parece haberse recuperado del todo de la marcha de Unai Emery allá por 2012. Después del actual entrenador del PSG pasaron Pellegrino, Voro, Valverde, Djukic, Nico Estévez, Pizzi y, en este último curso, Voro (otra vez, y siempre con éxito), Gary Neville y Pako Ayestarán.

Da la sensación de que el Valencia sigue siendo una sombra de aquel que fue. Las marchas, en el presente verano, de jugadores como Negredo, André Gomes, Piatti, Barragán o Javi Fuego, no parecen ser un gran síntoma de los días que vive este club. El eterno inconformismo de la afición valencianista, en el que ser cuarto era ‘poco’ hasta hace bien poco, encuentra su ‘clavo ardiendo’ en la presente edición de Liga.

Sin Champions ni competición europea alguna este año, el equipo debe dar la cara en LaLiga. En Mestalla, y fuera de él, con un partido a la semana, seis días parecen suficientes para descansar, apuntalar ideas, trabajar y sudar para conseguir los tres puntos semana sí semana también.

Aunque el propio Pako, hace unos días, no tenía muy claro cuál debía ser el objetivo de este club, parece que el Valencia debe aspirar, como mínimo, a entrar en Europa. Solo así el proyecto Lim tendrá sentido, los jugadores querrán involucrarse en este proyecto y la afición dejará de pedir que rueden cabezas por el palco y el banquillo. Que Ayestarán acabe la temporada sería un síntoma excelente visto lo visto en anteriores campañas. Empieza la Liga, la primera batalla se juega ante Las Palmas. Será misión de los Rodrigo, Alcácer, Enzo y compañía despejar todas las dudas, olvidar la nefasta temporada (susto con el descenso incluido) y empezar a trabajar para poner al Valencia donde se merece.