Pasan los años, entrenadores que van y vienen, nuevos presidentes, nuevos propietarios, pero hay una cosa que no cambia en Mestalla, la fuga de talento. En octubre de 2014 una noticia ilusionaba al gentío de la capital del Turia: "Peter Lim, compra el Valencia CF". Este acontecimiento iba ligado a un comentario: "Al fin dejaremos de ser un club vendedor". El aficionado valencianista, nostálgico de una época mejor -el comienzo del siglo XXI-, esperaba que con la llegada de capital extranjero su equipo, por el que sufre cada domingo, pudiera volver a codearse con los mejores de Europa; que su equipo luchase por todos los títulos y que, de nuevo, todos los conjuntos temblasen al verse frente a frente con el murciélago. Pero amigo, por el momento, la esperanza che tiene tintes de quimera.

En cuanto a títulos, el Valencia CF, con 22, es el quinto equipo de España. Un palmarés envidiable, entre los que se encuentran 6 Ligas y 7 Copas de S.M. el Rey. Pero en los últimos años, el conjunto blanquinegro destaca, más que por su juego, por sus ventas. Desde que se hiciera oficial el fichaje de Raúl Albiol al Real Madrid en verano de 2009, los de la capital del Turia han dejado escapar a sus mejores hombres. Dos de los casos más sonados fueron las salidas de David Villa al FC Barcelona y David Silva al Manchester City. La deuda del club valenciano con Bancaja, principalmente, obligaba a la entidad a desprenderse de sus jugadores más destacados con el objetivo de hacer caja. Así fueron abandonando el club futbolistas como Joaquín, Pablo Hernández, Mata, Jordi Alba o Soldado. 

Con la llegada de Peter Lim, la percepción era otra: mantener a los mejores para devolver al Valencia CF a su sitio. Envueltos en un paraje bucólico, los aficionados valencianistas disfrutaron de la primera temporada del nuevo propietario, el equipo se clasificó para la UEFA Champions League y las sensaciones eran muy positivas. Pero el primer batacazo de la nueva etapa llegaría en verano de 2015. La venta de Otamendi al Manchester City. La hinchada che no entendía que se vendiera a uno de los pilares de cara a una campaña tan importante. 

Después de una temporada decepcionante en la que la lucha no fue por puestos europeos, sino por mantener la categoría; el Valencia CF necesitaba reestructurarse. El fichaje de Nani ilusionó a una afición que esperaba disfrutar, de nuevo, de su equipo en Mestalla. Pero los varapalos han llegado a Paterna. Primero, la venta de André Gomes al FC Barcelona y ahora las de Mustafi (Arsenal) y Paco Alcácer (Barcelona). Tres de los pilares de los dos últimos años, la columna de un conjunto planificado para triunfar a corto y medio plazo. 

A ese aficionado que vaticinaba en 2014 "al fin dejaremos de ser un club vendedor", amigo esa realidad aún tiene tintes de quimera.