23 de octubre de 2011. Diez de la noche. El Madrigal se vestía de gala para acoger en sus entrañas un nuevo derbi valenciano. Villarreal y Levante pretendían asaltar el monopolio autonómico del Valencia. Parecía una buena oportunidad. Esa temporada, más reciente de lo que parece, el Levante había logrado juntar a varios cracks de la talla de Kone, Barkero o Juanlu, conformando una plantilla que incitaba a soñar a la parroquia granota. El 'submarino', desde su irrupción entre los grandes, siempre fue un equipo a tener en cuenta, y esa noche, partía como favorito.

El campeonato liguero contaba con siete jornadas transcurridas. Garrido no había logrado dar con la tecla. Borja Valero, Marco Ruben o Guissepe Rossi. Futbolistas de gran tallaje que no congeniaban en aquel Villarreal de Champions. Un poco más al sur, en la capital del Turia, sucedía todo lo contrario. Juan Ignacio Martínez, al mando del timón granota, abogaba por el 'partido a partido', por la unión de una embarcación cuyos tripulantes tenían muy claro lo que había que hacer. Defensa férrea; contraataque fugaz. Una y otra vez. Y así hasta la saciedad.

Un esbozo de alegría asoma por la sonrisa del aficionado granota con el recuerdo de aquella noche. Por primera vez en su historia, el Levante UD se situó a la cabeza de la Primera División española, y lo hizo tras aplastar a su vecino el Villarreal. 0-3 y a casa. Resumen de una noche que comenzó con un golazo de Juanlu en el minuto 16 tras una contra de manual. El extremo zurdo puso el segundo minutos más tarde. Se mascaba la tragedia. Barkero parecía estar en el patio del colegio. 

La inminente llegada del descanso no cambió nada en absoluto y el guion fue el mismo que en los primeros 45 minutos. El Villarreal, atascado ysin ideas, mientras que los azulgrans construían autopistas cuando salían a la contra. Kone, que causó más de un dolor de cabeza aquella temporada, no faltó a su cita con el gol para establecer el definitivo 0-3, y destapar la pañolada en El Madrigal.

La 2011/2012 fue una campaña para el olvido a orillas del Mijares. El Villarreal, tras pasearse sin ni siquiera rascar un punto de la fase de grupos de la Champions, descendió a la categoría de plata concluyendo en fracaso un ambicioso proyecto con vistas a Europa. 

La otra cara de la moneda la protagonizó el Levante, que tras su paso fugaz pero histórico por la cabeza de la tabla, acabó sexto, posición que le permitió escribir por el Viejo Continente la más gloriosa etapa de un modesto club con licencia para soñar.