Ni Marcelino, ni ningún aficionado del Villarreal recordará un partido en el que ganaron haciendo menos. No es que no lo merecieron. Es, directamente, que no necesitaron esforzarse en merecerlo. Dos arreones, tres puntos. El Córdoba debe mejorar mucho para lograr la homérica permanencia. Hay tiempo. De momento.

El Arcángel, ansioso por ver una victoria de su equipo 40 años después, acogió a un Villarreal que llegaba a tierras andaluces con el objetivo de aprovechar los tropiezos de los equipos que pelean por las posiciones europeas. Bonita tarde se presentaba en la ciudad de la Mezquita, empañada, eso sí, por los lamentables sucesos acontecidos unas horas antes en los aledaños del Vicente Calderón.

En el césped, fútbol. Del bueno, además. Los primeros minutos de tanteo dejaron paso a la acción. Incipiente Submarino en busca de la machada. Chéryshev, en estado de gracia, avisó en repetidas ocasiones de que tenía ganas de generar inquietud. Además, el centro del campo era de Bruno y Dos Santos, lo que le facilitaba la labor al potente extremo ruso. El Córdoba, por su parte, a verlas venir. A esperar agazapado, buscando que algún balonazo sin sentido cayese en los pies de Fede Cartabia.

Chéryshev corre demasiado

Pero las ocasiones no llegaban. Ni por un bando, ni por el otro. La pelota acostumbraba a vivir en territorio andaluz, pero faltaba algo. Ese puntito de magia en los pies de Cani. Pero si se adolece de clase hay que buscar otros argumentos. Potencia, por ejemplo. Chéryshev puso la directa, se marchó por piernas, levantó la vista y se la dio a Vietto. Fácil. El argentino culminó con la maestría del delantero que será. 0-1.

Entonces, los hombres de Djukic entendieron que debían ofrecer más. Su público lo merece y ellos lo necesitan para salir del pozo en el que se hallan sumidos. Estiraron líneas y fueron al ataque. Guilas dejó de ser un islote lejano para entrar en contacto con el balón por primera vez en el choque. Corría el minuto 31. No tenía por qué ser tarde.

Con ganas solo no basta

Nada más lejos de la realidad. El descanso hizo acto de presencia sin que Asenjo tuviera que haber intervenido más allá de en un disparo lejano que repelió con facilidad. El Córdoba puso ganas, pero muchas veces no basta solo con eso. El Submarino, sin buscarlo demasiado, se fue al vestuario con ventaja, y la sensación de tener el partido en su mano.

A la vuelta, lo mismo. El Villarreal dominaba por inercia. Jugaba por placer. Dos ocasiones tuvo el Submarino. Gerard y Vietto no acertaron. Ese fue el momento escogido por Íñigo López para aportar ese puntito de picante, necesario quizá en partidos tan insulsos. La cogió con Vietto por simular una lesión y levantarse rápidamente cuando su equipo volvía a atacar. El central cordobés aprovechó su envergadura para pretender asustar al joven atacante amarillo. Este, bravucón le dijo algo similar a 'cierra las piernas cuando te encare'. Sobrado.

Sin necesidad de acelerar

El encuentro volvió a centrar sus focos en el balón. Ese que trata tan bien el equipo de Marcelino. El mismo que se empeñaba en eludir el contacto con la red por segunda vez. Y claro, el partido, pese a no parecerlo, seguía abierto. Bruno y Dos Santos probaron suerte desde lejos. Nada. Vietto, mientras tanto, seguía recibiendo amenazas y algún que otro recadito en forma de cachete.

Fede Cartabia recogió el primer balón en condiciones que se acercó por su zona. Lo convirtió en magia. Dos diabluras dentro del área le dejaron solo ante Asenjo, pero el palentino cerró espacion y rechazó a córner. El '10' es el elemeto diferencial de un equipo condenado al abismo del descenso. Mucho ha de cambiar la cosa para que no sea así

De momento habrá que esperar. Uche, que acababa de entrar al terreno de juego, pisó un balón aéreo de una forma extrañísima, caótica, kafkiana. El caso es que terminó en la red. Nadie marcó antes un gol así. Nunca sabremos qué quería hacer Uche con ese balón. Hay gente que lleva el gol en la sangre. Y punto.

El encuentro transcurrió porque los partidos de fútbol duran 90 minutos. El pescado estaba vendido. Ni unos se esforzaron por buscar la machada, ni los otros quisieron hacer sangre. El Córdoba lleva 13 jornadas sin conocer el sabor de la victoria. Se dice pronto.