Las grandes citas aguardan a última hora. El partido de la jornada, con un Santiago Bernabéu vestido de gala y lleno a rebosar, cerró la jornada dominical con un majestuoso encuentro, digno del cartel que lo presentaba desde los prolegómenos de Chamartín, hacia todo el mundo. Marcelino, mermado como hasta aborrecer por las bajas, decidió aguardar a los diamantes que le quedaban disponibles. Vietto, Trigueros y Musacchio, verían el inicio del partido al lado de su mentor. La baja de Bruno por lesión, y la de Cheryshev por la conocida como 'cláusula del miedo', dejaban a un Submarino en cuadro. Un Submarino debilitado. Un Submarino, con ganas de demostrar.

Depende de cómo se mire, se puede entender de dos formas bien diferenciadas, el capricho del calendario por situar la visita al líder en medio de las dos ilusiones amarillas -Copa y Europa League-: puede ser una losa muy pesada, o una oportunidad para los menos habituales de demostrar que son muy válidos para el momento en que se les necesite. La evidencia del encuentro demostró que este equipo tiene mucho fondo de armario.

Con un Bernabéu entregado, el líder salió a mandar. Gareth Bale y Cristiano Ronaldo amenazaban a una defensa inédita en primera división. Sensación de peligro constante que no llegó a asustar a un Villarreal solidario y muy bien plantado sobre el impoluto verde de Chamartín. Pasaban los minutos, pero la sensación no era más que la de un dominio estéril Se mascaba una tragedia que no llegó a consumarse. Y los amarillos, agazapados atrás, corrían como aviones a la contra. En una de ellas, Moi Gómez atisbó a Casillas descolocado tras un rechace y estampó contra Carvajal lo que parecía el 0-1. Susto y de los grandes para un Real Madrid que seguía merodeando el área rival sin ideas efectivas.

Reacción inmediata

Eso sí, defender al Real Madrid es como atravesar un río sobre una cuerda floja. Al mínimo despiste, vas al agua. Eric Bailly, que será un gran central pero aún está moldeándose, cometió un grave error al agarrar a Cristiano dentro del área. El astro portugués engañó a Asenjo con la maestría del especialista que es en lanzamientos desde los 11 metros. La costumbre lleva al acierto. Marcelino decidió que era el momento de ir en serio y sacó a Vietto y a Trigueros. Dos minutos después, el Submarino había empatado. El joven argentino vio a Gerard solo y le ofreció una asistencia inmejorable. 'Toma, métela'. Moreno, obedeciente, para dentro. 1-1.

Empezó el Villarreal a verse a la altura del Madrid. Cómodo y seguro. Manu Trigueros, sin moverse demasiado, hacía jugar a los suyos como el que tiene el mando de la Play Station. El Real Madrid, olió el peligro y replegó sus líneas hallando en el contraataque la única solución. Cristiano Ronaldo, en uno de estos, remató de cabeza buscando la red. Encontrando a Asenjo. Paradón del palentino. Corría el tiempo y todo seguía igual. Toni Kroos quería imponer su ley, pero no acababa de mantener el mando. Era cierto: los cambios de Marcelino habían envalentonado a un Villarreal que se sentía engrandecido. A la altura del Madrid.

Isco, como casi siempre, intentó llegar a tiempo y rescatar a los suyos de un nuevo pinchazo en Liga. No era el día. Las intentonas finales de un Real Madrid a la desesperada, no hallaron el premio deseado y terminaron estampándose contra Asenjo y la defensa rival. El portero amarillo erró en un blocaje y Jesé, solo, falló una situación clarísima a falta de ocho minutos para la conclusión del choque. Jaume Costa, minutos más tarde, despejó hacía su propia portería en un malogrado rechace, pero Asenjo, de nuevo, se erigió salvador.

Los instantes finales, con un Submarino entregado y un Real Madrid afilando espadas, concurrieron sin cambios en el marcador. Un empate a la postre, que intensifica la lucha por la Liga, y que permite al Villarreal no alejarse demasiado del Valencia, cuarto clasificado. Un verdadero partidazo de entrega y pundonor por parte de los dos contendientes. Un lujo para el espectador.