Equilibrio, serenidad, pausa y lógica. Estos eran los elementos que creaba Rodrigo Hernández en el centro del campo de la selección española. Un jugador que se mantuvo fijo en los esquemas de Luís de la Fuente durante todos los compromisos del encuentro y que solo tuvo problemas para controlar el choque en el segundo partido de la fase de grupos ante Rusia.

Unas cualidades ofensivas que compenetraba a la perfección con su gran forma física a la hora de tener que cumplir con las tareas defensivas ayudando a la pareja de centrales. Unas aptitudes que le permitían cortar y robar el balón al rival con sencillez y comenzar él el juego del equipo.

Además, su entendimiento con Merino y con los interiores le daba la oportunidad de hacer continuos pases cometiendo escasos errores en la entrega. Sin embargo, su miedo a perder el esférico le imposibilitaba arriesgar más en los envíos con pases verticales a la delantera o a las bandas.

El centrocampista se mostraba eufórico tras conseguir el título que les proclamaba como campeones del Europeo sub-19. Ante ello, Rodri comentó que es una gran generación de jugadores y que espera mantener el listón alto en competiciones futuras: “Me parece que somos una generación muy buena, hemos formado un equipo muy completo y nos hemos enfrentado a rivales de un muy buen nivel. Está claro que ha costado mucho esfuerzo, pero si seguimos trabajando igual quizá podamos conseguir más éxitos en un futuro”.

Por último, el canterano del Villarreal habló sobre la posibilidad, tras el buen rendimiento durante el torneo en Grecia, de poder convencer en alguna ocasión a Marcelino para tener minutos en el primer equipo: “Me gustaría hacer una buena temporada con el primer filial y tener la oportunidad de debutar con el primer equipo. Lo cierto es que eso sería un sueño para mí”.