Ya ha comenzado lo bueno. Anoche en el Benito Villamarín el Villarreal se estrenaba en partido oficial ante un Betis arropado por su público, que ya tenía ganas de ver al conjunto verdiblanco en Primera. Los dos equipos tuvieron oportunidades para conseguir la victoria, pero en una jornada en la que han predominado los empates, este partido no ha sido una excepción.

Tanto Marcelino como Pepe Mel apostaron de inicio por el tradicional 4-4-2, tan típico en Inglaterra. El conjunto local saltó al terreno de juego con el siguiente once titular: Adán; Piccini, Pezzella, Bruno, Vargas; Álvaro Cejudo, Xavi Torres, N'Diaye, Portillo; Rubén Castro y Jorge Molina. En cuanto al equipo amarillo, salió con el siguiente once: Areola; Mario, Víctor Ruíz, Bailly, Jaume Costa; Nahuel, Bruno, Pina, Castillejo; Soldado y Leo Baptistao. En la previa de este encuentro el que tenía todas las papeletas para acompañar a Bruno Soriano en el centro del campo era Trigueros, pero una vez más, Marcelino alineó al de Artana junto a Tomás Pina. Esta variante aporta más poderío aéreo y más rocosidad defensiva, pero con menos dominio en la medular, lo que a la larga pasó factura al Villarreal.

En la primera parte, el Betis salió más enchufado en el encuentro gracias al gran ambiente creado por los aficionados en el Benito Villamarín. Las primeras llegadas se produjeron por parte del conjunto local de manos de Piccini, que subía una y otra vez por el carril derecho. El lateral italiano colgaba numerosos balones al área pero la zaga del Villarreal estuvo muy acertada despejándolos fuera de peligro. Las ocasiones llegaban pero no eran muy claras, por lo que tampoco sufría mucho el guardameta francés Alphonse Areola. Pasada la media hora de encuentro, el Villarreal comenzó a tener más el esférico y, en la primera ocasión que dispuso, no perdonó. Un fuera de juego mal tirado por la zaga verdiblanca lo aprovechó perfectamente Roberto Soldado para materializar el primer tanto de la noche. A partir de ese gol, el conjunto de Marcelino se sintió más cómodo y tuvo más control del esférico hasta que finalizó la primera mitad.

Ya entrados en los segundos cuarenta y cinco minutos, el conjunto local seguía dominando el partido y llegando en más ocasiones a la portería rival, mientras que el Villarreal permanecía bien plantado en defensa a la espera de salir con velocidad al contraataque. Con ello llegaron los cambios. Por parte del Villarreal el primero fue el de Bakambu por Leo Baptistao, quien pasó sin pena ni gloria en su regreso al Benito Villamarín. Unos minutos más tarde, Roberto Soldado sufrió unas molestias y pidió el cambio. Entró en su lugar Samu García, lo que obligó a Marcelino a variar su sistema a un 4-2-3-1 con Nahuel como mediapunta por detrás del ya mencionado Bakambu. En el último de los cambios se retiró Samu Castillejo, que estaba fundido, y entró en su lugar Manu Trigueros, con la intención de tener más posesión y control sobre el juego. Por parte del Betis se retiró primero Álvaro Cejudo para dar paso a la perla verdiblanca Dani Ceballos, posteriormente se retiraba N'Diaye por Fabián y, ya en los últimos compases del encuentro, entraba Renella sustituyendo a Jorge Molina. Pepe Mel hizo cambios de hombre por hombre sin variar ninguna posición, por lo que acabó el encuentro con el 4-4-2 con el que había empezado. Ni con el nuevo esquema, en el que Marcelino aglomeraba a más jugadores en el centro del campo, ni con jugadores diferentes fue posible que el Villarreal dominara en el centro del campo. Así pues, finalmente sucedió lo esperado. El Betis no paraba de acometer contra la portería amarilla y finalmente encontró el premio en un mal despeje de Areola que acabó aprovechando Rubén Castro, tras remate de Xavi Torres en claro fuera de juego.

El empate es lo justo para dos conjuntos que no merecieron llevarse los tres puntos. El local por falta de peligro pese a su insistencia, y el visitante por las pocas ocasiones generadas. Sí es cierto que los pupilos de Marcelino se irán a casa con peor sabor de boca tras perder dos puntos en los minutos finales del encuentro.