Bojan Jokic no es uno de los hombres clave del Villarreal. Tampoco se pretendió que lo fuera cuando llegó el verano de 2013, procedente del Chievo Verona italiano. Los informes que manejaba el club castellonense sobre el lateral eran muy interesantes, y encajaba perfectamente en el hueco que había dejado Joan Oriol, para completar la posición del lateral izquierdo, junto a Jaume Costa. 

En las dos temporadas que lleva en el Submarino, Jokic ha cumplido siempre. Pese a estar a la sombra de Jaume, el internacional esloveno aporta cualidades diferentes a las de su compañero. Ofensivamente es bastante más limitado que el valenciano, pero su orden y rigor defensivo son de gran ayuda para el Villarreal en partidos trabados. El encuentro de hoy era de esos. Los granotas esperaban al conjunto castellonense con el cuchillo entre los dientes, sumidos en una mala dinámica que los había condenado a ocupar el infierno de la clasificación liguera. Bojan Jokic era el hombre. Sin embargo, la tarde acabó siendo el infierno absoluto para el lateral zurdo y para sus compañeros. 

Corría el minuto 35, y el equipo amarillo aún no había generado ninguna ocasión clara de gol, mientras que el Levante asediaba la portería de Alphonse Aréola. Jokic estaba amonestado por una falta en el minuto 3 de partido, y anteriores acciones del esloveno evidenciaron que este no era su partido. Estaba pasado de revoluciones. Su fuerte entrada sobre el lateral diestro del Levante, Iván López, fue su perdición. El '3' amarillo fue expulsado por doble amarillo y dejó a su equipo con diez, lo que puso muy cuesta arriba el encuentro para el Villarreal. Por su parte, López tuvo que abandonar el terreno de juego por lesión (fractura de clavícula). Aún así, los castellonenses aguantaron el 0-0 hasta el minuto 82, cuando el delantero brasileño Deyverson marcó el 1-0 para los granotas y así certificó la primera victoria liguera del Levante en esta temporada. No fue el día del Villarreal, y ni mucho menos fue el del esloveno.