El Celta visitará El Madrigal este domingo para jugar uno de los partidos más atractivos de la jornada ante el Villarreal. El Submarino lidera la clasificación mientras que el conjunto del ‘Toto’ Berizzo sigue muy de cerca la estela del Villarreal situándose tercero y a un punto de estos. El partido será imprevisible, no hay un claro favorito para este choque, y la historia no está de lado de los vigueses en los enfrentamientos entre estos dos equipos.

Hasta nueve veces se han enfrentado estos equipos en El Madrigal en Primera División, y el balance se salda con cinco victorias locales y solo dos visitantes, empatando también en dos ocasiones. Eso sí, esas dos victorias del Celta han dejado cosas buenas para el conjunto vigués pero tambiñen tuvieron que sufrir una terrible experiencia.

La primera vez valió un liderato

Se enfrentaron por primera vez en 1998, pero el Celta tuvo que esperar hasta 2005 para salir de El Madrigal con los tres puntos. El Celta volvía a la Primera División y en la cuarta jornada visitaba un estadio donde todavía no había conseguido ganar. Pero esa tarde fue diferente, el Celta ganó el partido por la mínima (1-2) valiéndose de los contragolpes finalizados con los goles de Fernando Baiano, y también por el mal arranque del Villarreal en aquella temporada. Recortaría distancias Riquelme pero la derrota fue inevitable.

Esta victoria colocó al Celta de Vigo como líder de la Primera División, mientras que el Villarreal terminó ocupando el último puesto aquella jornada. Pero el Submarino conseguiría revertir esta situación al acabar séptimo la temporada, mientras que el Celta acabó en un meritorio sexto puesto que le dio acceso a la antigua Copa de la UEFA y quedándose muy cerca de los puestos ‘Champions’.

Un bote de gas empaña la victoria del Celta

La segunda y última victoria que ha conseguido el Celta en El Madrigal fue en febrero de 2014 (0-2). Se encontraban dos equipos que su filosofía era -y sigue siendo- jugar al fútbol. Pero aquella tarde se anularon el uno al otro en un partido aburrido que iba encaminado al empate sin goles.

Pero el Celta encontró la victoria en uno de los puntos débiles del Submarino: en las jugadas a balón parado. Cuando quedaban poco menos de diez minutos, Orellana (el más bajito del terreno de juego) remató un balón desde el punto de penalti y encaminaba una victoria que no se les iba a escapar.

Entonces ocurrió uno de los hechos más lamentables de los últimos años en el fútbol español. Un ‘individuo’ lanzó un gas lacrimógeno, afectando tanto a los jugadores como a los 15.000 aficionados que se dieron cita aquella tarde en El Madrigal, obligando a suspender momentáneamente el encuentro. El partido pudo reanudarse unos veinte minutos después, y Nolito se encargó de sentenciar el partido de falta directa ante un Villarreal abatido y en un estadio vacío.

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Sobre el autor
Julián López Fioravantti
Periodismo en la Universidad Complutense de Madrid.