La temporada pasada el gordo cayó en Huesca. Este año los oscenses tendrán que “conformarse” con el 5ª o 6ª premio. Viajar a Barcelona para no jugar contra L’Hospitalet hizo menos sufrido el camino de los azulgranas por la Segunda División B, cantando el gol de Gaspar en el Camp Nou como Roncero el de Sergio Ramos en la Décima. Hoy el Huesca se pasea por los campos de segunda, con un recién estrenado entrenador, o dicho de otra forma, sin el técnico que ascendió al equipo y hasta el día de ayer dejó fuera de los puestos de descenso.

El fútbol del Huesca

El Alcoraz es un estadio pequeño, remodelado hace pocos años fruto de la buena gestión económica, y el Huesca un club que practica un fútbol valiente pero poco vistoso. Porque la valentía también puede apreciarse en los patadones, la verticalidad y las continuas interrupciones al juego; más por resignación a lo que eres y representas que por voluntad propia. Al menos, esto era así hasta ayer. Juan Antonio Anquela firmó este lunes como nuevo entrenador del Huesca. El ex de Granada, Numancia o Alcorcón (él fue quien marcó el final de la era Pellegrini en el Real Madrid) dispondrá en su libreta de una de las mejores plantillas oscenses de los últimos años.

Al Huesca lo lidera Juanjo Camacho. El capitán es, a sus 35 años, el alma y corazón de los oscenses. Pasan los años, los jugadores cambian (imagínense en un Segunda B) y él sigue ahí, como quien porta el brazalete de los colores que desde niño soñó con vestir. Camacho nació en Valencia, su hermano es el famoso medio del Málaga, y ha rechazado ofertas de primera, en sus mejores años, y de clubes mucho más potentes de segunda. Si es el ídolo de la afición no es por cualquier tontería. Aparte es de lo mejorcito que tiene la plantilla. Probablemente, el mejor hasta esta temporada, cuando Darwin Machis no cubría la banda izquierda del ataque oscense. El futbolista venezolano es internacional por la selección de Venezuela y disputó la Copa América con la selección de su país este verano. Eso ya le otorga cierto estatus social en la ciudad de Huesca. El vino tinto es un puñal por banda, un jugador potente con una gran capacidad de disparo, un peligro constante para sus rivales y un seguro de vida para los oscenses, que se han visto salvados en más de una ocasión gracias a sus goles salvadores.

Una montaña rusa de sensaciones

La Sociedad Deportiva Huesca recibe al Villarreal con el resto de la plantilla disponible y todo hace indicar que Anquela apostará por mantener el bloque que venía siendo habitual hasta la destitución de Tevenet. El bloque que marca el límite con los puestos de descenso, y el bloque que llegó a estar a dos puntos de las posiciones de ascenso. Los azulgranas saben cómo no perder, el problema es que no saben cómo ganar. De 15 partidos suman cinco derrotas y tan solo tres victorias. Entremedias muchos empates, generalmente a cero. Las sensaciones en estos 15 encuentros de competición están siendo una montaña rusa de sentimientos, no todo lo positivos que desearían los aficionados.

Siempre que Anquela no peque de exceso de protagonismo, en su debut como entrenador oscense veríamos sobre el terreno de juego a: Whalley; Aythami, Carlos David, Fernandez, Morillas; Manolín, Mérida, Camacho; Darwin Machis, Tyronne, Mainz. A pesar de que la plantilla esté sujeta a cambios, debido a los futbolistas que llegan de lesión (Fernandez) o a las simples variaciones que quiera introducir el nuevo técnico.

Los aficionados del Alcoraz se aferran a ese tópico de barra de bar que dice: “entrenador nuevo, victoria segura”. Lo más peligroso de un equipo como el Huesca, y por mucho que suene a otro tópico de barra de bar, es su ilusión. El Villarreal no es el equipo más regular, el Huesca tampoco. Está claro quién tiene mucho más que ganar y quién tiene mucho más que perder. A eso se aferran los oscenses. 

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