El último partido de Pablo Íñiguez con el Villarreal databa de un 6 de diciembre de 2013. Precisamente, también fue en la Copa del Rey y en El Madrigal. Dos largos años después el central amarillo volvió a jugar con el primer equipo en el partido que enfrentó al Submarino con el Huesca. Al término del encuentro, Íñíguez se mostró feliz por superar la eliminatoria, pero sobre todo, porque se trataba de un día importante para él. “Con la lesión y la cesión llevaba mucho tiempo sin poder jugar con el primer equipo y ha costado mucho volver”, explicó.

Pese a las innumerables ausencias con las que contaba Marcelino en la parcela defensiva, Íñiguez no se vio jugando hasta el día antes del choque: “Ante las bajas siempre piensas que pueden haber más oportunidades, pero hasta que ayer Marcelino me confirmó que sería titular tampoco lo tenía muy claro”, aseguró un Pablo que admitió que lo afrontó “con naturalidad, con ganas y muy motivado”.

La presencia de cuatro canteranos en el once inicial fue motivo de orgullo para Íñiguez: "Pasar la eliminatoria con tantos jóvenes y con gente del filial es algo a lo que hay que darle mucho valor”, apuntó. “No todos los equipos lo hacen y hoy era un día que había que remontar; hay que ser muy valiente para sacar a chicos del filial como hemos hecho nosotros”, añadió el joven central.

Íñiguez también salió al paso de la posible relajación del equipo tras el gran triunfo conseguido frente al Real Madrid. “En el vestuario la motivación era grande porque la Copa es una competición importante que además nos ilusiona”, aclaró. A nivel personal, el defensa se mostró satisfecho con su rendimiento. “Mi motivación era muy grande porque era mi debut con el primer equipo esta temporada y quieres hacerlo bien e irte contento”, espetó. Finalmente, Pablo dejó claro que estaban obligados a pasar frente a un rival de Segunda, aunque admitió haber sufrido un poco con el 1-0.