Un fatídico 6 de junio de 2012 se marchaba un tal Manuel Preciado antes de lo previsto, lo hizo poco después de firmar su último contrato, un acuerdo que le vinculaba al Villarreal como entrenador. A todos nos hubiese gustado ver al Submarino Amarillo con Manolo Preciado al timón, pero la vida o el destino quiso arrebatarnos ese momento.

Un entrenador pasional, de los de la vieja escuela, que hacía que sus equipos fabricaran un fútbol vistoso y bonito de ver, con numerosos contragolpes, equipos veloces y, sobre todo, partidos de muchos goles. Sus jugadores lo definen como un amigo, no hace falta ni escucharles, tan solo vale con observar que cada momento en el que citan su nombre, sus ojos se vuelven vidriosos e incluso salen algunas lágrimas.

En su etapa como jugador, Manolo Preciado fue un defensa curtido en mil batallas, un hombre con bigote alejado del perfil de estrella, un jornalero que bajaba al barro cada partido en un fútbol todavía sin industrializar. Acabó su carrera deportiva como jugador sin pena ni gloria, sin lograr grandes cosas, pero con el mayor triunfo que una persona puede tener, la amistad de todos sus compañeros y rivales, del mundo del fútbol en general.

Manolo Preciado como jugador del Mallorca
Manolo Preciado como jugador del Mallorca

Una vida que nunca se lo puso fácil, comenzando con la muerte de Purificación, su primera esposa, en 2002 a causa de un cáncer y tan solo un par de años después con la muerte de Raúl, uno de sus hijos, en un accidente de motocicleta con tan solo 15 años. “Cuando murieron mi mujer y mi hijo tenía dos opciones. Tirarme de un puente o seguir adelante. Decidí lo segundo”, fue entonces cuando Manuel Preciado decidió seguir adelante, aferrándose en el fútbol como vía de escape a todo lo demás.

Un hombre acostumbrado a ganar todos los partidos que la vida le planteaba, siempre con el viento en contra, pero con ganas de ganar. Una persona que pese a todos los reveses del destino decidió seguir adelante siempre con la honestidad por bandera, con una filosofía de vida alegre y sin ponerse nunca de víctima, en definitiva un ejemplo a seguir.

Durante la celebración de un gol en el Molinón.
Durante la celebración de un gol en el Molinón.

Ya en su etapa como entrenador, comenzó su carrera en el banquillo del R.S. Gimnástica de Torrelavega, tras una trayectoria con numerosos ascensos como el del Racing de Santander “B” o el Levante U.D., entre otros. Su página dorada fue la que tuvo como entrenador del Real Sporting de Gijón, en el cual fue contratado tras un proceso concursal del club: durante el primer año logró salvar al club y mantenerlo en la categoría de plata del fútbol español.

Fue durante su segunda temporada cuando el club puso el objetivo de mantenerse de nuevo en la Segunda División española, pero Manolo Preciado encontró lo suficiente en Mareo para conseguir pelear con los colosos de la división de plata española, entre los cuales se encontraban dos habituales de Primera como Málaga o Real Sociedad, y ganarles la batalla. Daba igual el nombre del equipo rival, porque había un equipo comandado por Preciado con el escudo del Sporting de Gijón en el pecho que no le tenía miedo a nadie, el club lograba ascender de categoría diez años después.

Las palabras que definirían a Manolo Preciado son las de un hombre sencillo y alegre al que la vida no se lo puso fácil, pero aun así siguió mirando adelante. Para acabar este artículo, nada mejor que citar una de las mejores frases de este genio del fútbol: “Si hoy el día está mal, tranquilo, que mañana saldrá el sol”.

Estatua en conmemoración de Manolo Preciado en Gijón
Estatua en conmemoración de Manolo Preciado en Gijón