En estado depresivo. Sumiéndose en una espiral autodestructiva poco a poco. así se encuentra el Real Betis Balompié, que llega al Madrigal para enfrentarse al Villarreal en la peor de las condiciones posibles. Sin ganar un encuentro oficial desde el 2 de diciembre (2-0 al Sporting en la ida de los dieciseisavos de final de la Copa del Rey), el conjunto helipolitano ha cosechado tres empates y seis derrotas, algunas de ellas de especial dolor y enjundia.

La eliminación en Copa ante el Sevilla ha hurgado aún más en la herida abierta en el beticismo y en el BetisPrecisamente, las dos últimas en Copa del Rey ante el Sevilla, por lo que rodea el derbi sevillano a la capital hispalense y para las dos entidades han supuesto para el Betis un varapalo durísimo. Caer derrotado tanto en el Benito Villamarin como en el Sanchez Pizjuan goleados ante el máximo rival en el choque más importante del año y sin hacer ningún tanto ha terminado por suponer el jaque mate definitivo a Pepe Mel como técnico del equipo de las trece barras siendo sustituido por su segundo, Juan Merino, de forma interina.

Cuatro derrotas seguidas han acercado la zona caliente a los verdiblancosTras haber dicho adiós a la Copa, toca centrarse en la Liga en la cual figuran 15º con 20 puntos, a cinco del descenso. Así, tiempos convulsos rodean a la entidad beticista y, en frente, un Villarreal que tratará de pescar en aguas revueltas.

Primeros minutos claves

Y para pescar, será importante aprovechar el desconcierto inicial que suelen padecer los verdiblancos en las primeras y segundas partes.

No obstante, los primeros minutos de encuentro (del 0 al 15) y de la segunda parte (del 45 al 60) no suele sentar bien a la zaga y portero bético. De los 41 goles encajados en los 23 partidos oficiales que ha disputado el Betis, 19 han tenido lugar en esos minutos, demostrando la pájara inicial de los verdiblancos al inicio de los primeros y segundos tiempos de los encuentros, lo cual termina por trastocar la estrategia de los Mel, obligándoles a reorientarla a marchas forzadas durante el encuentro.

Intento de "tiki taka" y un esquema consolidado

Si por algo se caracteriza el juego el Betis es por intentar tocar y tocar con parsimonia y pausa, buscando el hueco con una posesión larga y elaborada para dar el pase definitivo de gol. Sin embargo, dicha lentitud en la circulación y juego de balón provoca que la esencia del llamado "tiki taka", la cual se basa en la circulación precisa y milimétrica del esférico con pocos pases a gran velocidad, no se materialice.

En cuanto al esquema, en la portería, Adán se ha hecho el cancerbero fijo del arco bético aunque sus prestaciones no están siendo muy halagüeñas. No obstante, el Betis es el sexto conjunto de la liga que más goles ha recibido, 28. Con grandes reflejos, su punto débil es el juego con los pies.

En la defensa, cuatro hombres son los más habituales en la zaga bética. Con Bruno González y Heikel Westermann como pareja de centrales, el arte del despeje y del saque de balón jugado desde atrás tiene en el canario y el alemán unos espadas de alto nivel. Por bandas, el italiano Cristian Piccini y el peruano Juan Vargas han rendido a un óptimo nivel en el que destaca el juego ofensivo del italiano, desaparecido en esta parte de la temporada, y el golpeo a balón parado del peruano.

En el centro del campo, N'Diaye y Petros forman una dupla en la que las carencias de uno se solapan con las aptitudes del otro y viceversa. El físico, potencia y desgaste del primero frente a la solidaridad y capacidad de robo del segundo. El juego destructivo del senegalés hace la pócima perfecta al combinarse con la gran precisión en el pase del brasileño.

Por delante, una línea de tres con Joaquín y Cejudo como extremos habituales. Tras varios años fuera del hogar, el portuense volvió tras su aventura italiana en la Fiorentina. Muy regular en el juego, el hijo pródigo del beticismo sigue siendo aquel jugador incisivo en ataque y colaborador en el juego ofensivo. Frente al desborde y calidad del primero, Cejudo destaca por su control del juego y su trabajo en tareas defensivas y ofensivas. El tercer puesto en discordia está más repartido entre Portillo y Ceballos, según las necesidades del partido y el rival.

Rubén Castro, el hombre a vigilar

Y arriba, el máximo goleador de la historia bética y de la actual temporada. Si hay algún jugador que ha marcado el juego ofensivo verdiblanco de los últimos años, ese ha sido Rubén Castro.

Ruben Castro. (Fotografía: VAVEL)
Rubén Castro. (Fotografía: VAVEL)

Siendo el Betis, con 13 goles, uno de los que menos se prodigan a la hora de cantar goles, el ariete canario, con ocho goles y dos pases en este curso (aumentando sus registros históricos a 123 tantos y 31 pases en 225 partidos), es el punto desequilibrante, el que marca las diferencias en ataque y el hombre a vigilar para las zagas rivales cuando tienen delante al conjunto de las trece barras.