El día que la Navidad paró una guerra mundial
Soldados alemanes y británicos en tierra de nadie el 26 de diciembre de 1914.

Durante los más de cuatro años que duró la Primera Guerra Mundial o Gran Guerra, se calcula que perdieron la vida en torno a ocho millones de personas. Sin embargo, lo que sucedió aquel mes de diciembre de 1914 trascendería por su fuerza simbólica y humana. En la víspera de Navidad, los combatientes alemanes hacinados en las trincheras del frente occidental comenzaron a decorar con motivos navideños el espacio desde el que luchaban día tras día contra los británicos. Después, siguieron la celebración cantando villancicos, audibles desde las propias trincheras enemigas. Las tropas británicas respondieron entonando también villancicos en inglés.

Regalos en tierra de nadie

La situación fue a más, y pronto algunos soldados abandonaron las trincheras para salir a tierra de nadie e intercambiar obsequios en forma de tabaco, whisky, etc., con el otro bando. Tal clima de hermanamiento se produjo, que se aprovechó para recuperar los cuerpos de los compañeros caídos tras las líneas contrarias, y así poder ofrecerles las correspondientes ceremonias de enterramiento. Incluso existen supuestas historias de la celebración de un partido de fútbol entre alemanes y británicos. Según ciertas cartas de algunos soldados, el encuentro deparó un resultado de 3-2 para los germanos.

Como era de esperar, una tregua surgida gracias a la iniciativa de los protagonistas en el campo de batalla no sentó nada bien en los altos cargos de los ejércitos de ambos bandos. Durante los años venideros, se programaron bombardeos para el 24 de diciembre con el objetivo de disuadir cualquier acto de confraternización entre soldados. Otra medida fue la rotación de efectivos en las trincheras cada cierto tiempo, órdenes que dejaban clara la intención de obstaculizar cualquier posible familiarización amistosa con el enemigo.

Poco a poco, la normalidad volvió al campo de batalla, y alemanes y británicos continuaron su lucha encarnizada en el frente occidental, uno de los más sangrientos de la Gran Guerra. La tregua navideña quedó como una bonita anécdota, que se retomó en distintos frentes durante los siguientes años que duró la contienda, aunque no tuvieron la misma fuerza que la de 1914.

La importancia de la fecha, así como el miedo a una guerra que muchos de los combatientes no entendían, propició que ese día muchos hombres se movieran por un sentimiento de humanidad, y decidieran vestirse de seres humanos antes que de soldados.

Fotos 1 y 2: Imperial War Museum.

Foto 3. Alan Cleaver.

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