El desconocido atentado contra Fernando el Católico
Retrato al óleo de la boda de los Reyes Católicos. Anónimo del siglo XV.

Día 7 de diciembre de 1492. Barcelona se engalana para recibir a los Reyes Católicos. Fernando, en su calidad de monarca de Aragón, se encontraba en la Ciudad condal para negociar con Francia la devolución del Rosellón, en manos galas desde el tratado de Bayona de 1462.

El rey había estado toda la mañana celebrando audiencias en el Palacio Real. Agotado, decide ir a sus aposentos para descansar. Para ello, atraviesa la Plaza del Rey, donde se detiene un momento y habla con varios miembros de su comitiva. De repente y sin previo aviso, alguien le hiere con un terciado, espada de gran envergadura, por la espalda. El golpe le atraviesa de arriba abajo la sien y la oreja, destrozándole la clavícula y causándole una herida en la que “cabían cuatro dedos de profundidad y otros cuatro de anchura”.

El autor del atentado fue un catalán llamado Juan de Cañamares, quien tras asestar el golpe al monarca trató de huir mezclándose entre el gentío. Sólo la rápida y decidida intervención de dos de los miembros del cortejo real, Antonio Ferriol y Alonso de Hoyos, logran detener al atacante. Furiosos, asestan dos puñaladas al payés. Fernando de Aragón, antes de desmayarse, ordena a sus sirvientes que se detengan. Su intención, saber si el hombre había actuado sólo o era la mano ejecutora de una conspiración a gran escala.

Disturbios en Barcelona

Aquel día, su católica majestad estuvo a punto de morir. Aquel hecho fue el detonante de una serie de recelos, rencillas y envidias entre navarros, aragoneses, catalanes y castellanos que, hasta entonces, habían logrado ser apaciguados por la férrea unión de Isabel y Fernando. Tras el ataque, corrió rápidamente un rumor por las calles de Barcelona: el rey había muerto. La población, furiosa, se armó clamando venganza contra el agresor, que según las informaciones era castellano, navarro, un espía francés o un morisco. La turba de gente marchó al Palacio Real de Barcelona.

Allí también la situación fue de extrema gravedad. Las autoridades municipales de la ciudad condal pusieron a punto varias galeras para evacuar a la reina, al heredero Juan y a las infantas. Isabel se temía que todo era parte de una sublevación y su prioridad era poner a salvo a su hijo, futuro rey de Castilla y Aragón.

Fernando aquel día estuvo a punto de morir. Si la herida hubiese sido un poco más profunda, el monarca habría fallecido desangrado. La suerte se alió con él, y el rey pudo ser trasladado a sus estancias de palacio. Enterado de los disturbios y los rumores difundidos acerca de su muerte, tuvo que salir para calmar al pueblo de Barcelona. Lo peor había pasado.

El atentado y los posteriores disturbios de Barcelona pusieron de manifiesto que la unión entre Castilla y Aragón era muy endeble Mientras tanto, el preso fue entregado al brazo secular de la Inquisición y sometido al tormento para que confesase. La mayor preocupación era saber si había actuado en solitario o tenía complices que le habían ayudado para intentar cometer el magnicidio. En un primer momento el reo aseguró que el Espíritu Santo le había revelado que él era el verdadero rey y que Fernando usurpaba su corona. Posteriormente cambió su versión y afirmó que era el Demonio quien le incitó al atentado. Una vez muerto el monarca, Juan de Cañamares se habría convertido en el rey de Castilla y Aragón.

Según esta versión, para la cual Cañamares había actuado sólo siguiendo su locura, Fernando perdonó al preso debido a su demencia. Sin embargo, el Consejo Real le condenó a muerte acusado de cometer el delito de lesa majestad. El preso en primer lugar fue ahogado, por clemencia de Isabel, y posteriormente su cadáver fue entregado al populacho que le apedreó y quemó su cuerpo, esparciendo sus cenizas.

¿Atentado político?

En el siglo XIX el nacionalismo catalán comenzó a sugerir otra teoría distinta. Según esta corriente, Juan de Cañamares no habría sido un loco, como demostraría el hecho de que en 1491 pudo heredar los bienes de su padre sin ningún problema legal. En realidad habría sido un payés de remensa, descontento con la Sentencia Arbitral de Guadalupe de 1486 promulgada por Fernando y que trató de acabar con los problemas entre señores y siervos catalanes.

Fuentes

  1. http://es.wikipedia.org/wiki/Wikipedia:Portada
  2. http://www.mcnbiografias.com/app-bio/do/show?key=cannamares-juan-de

Imágenes

  1. Óleo de la boda de los Reyes Católicos, situado en el Convento de las Agustinas.
  2. Recreación del atentado en el Dietari de l´Antich Consell Barceloní, vol III.
  3. Retrato de Fernando el Católico de Michael Sittow, situado en el Museo de arte de Viena.
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