Operación Lucero: salvaguardar el orden tras la muerte de Franco
Francisco Franco en la última etapa del régimen / fuente:teinteresa.es

El mes de Noviembre de 1975 perdurará en la historia de los españoles por contener en sus 30 días la noche que murió el general Francisco Franco Bahamonde. Un largo régimen dictatorial que sobrevivió casi cuatro décadas, 36 años tras la victoria del Bando nacional en la Guerra Civil Española (1936-39), que en sus últimos días de vida se mecía entre el inmovilismo y la ruptura total con las instituciones que habían convertido a España en uno de los pocos países desarrollados que aún no se regían por un sistema democrático.

La madrugada del 20 de Noviembre, según Andrés Rueda  el día 19 a las 10 de la noche, fallecía Francisco Franco pero lejos de dejar a los españoles en manos de la espontaneidad del momento se pusieron en marcha los mecanismos que el régimen había ordenado para “salvaguardar el orden de la nación”. La Operación Lucero estaba en marcha.

Operación Lucero

La Operación Lucero, fue diseñada por Gobernación para garantizar el orden público tras darse a conocer el fallecimiento del general. El miedo a la insurrección, la rebeldía e incluso la alargada sombra de una nueva guerra civil se cernían sobre los mandos militares que ya se encontraban listos para cargar contra los manifestantes en cuanto fuese posible.

Ese mismo miedo era el que hacía temer por la seguridad personal de todos los integrantes del gobierno y las autoridades más significativas en el ámbito sindical y en el eclesiástico, por ello la Operación también se destinó a preservar su seguridad personal.

La Operación Lucero fue diseñada para evitar enfrentamientos tras la muerte de Franco

Se puso en marcha para prevenir el posible caos que podría reinar en el país tras casi 40 años de dictadura. Pese a que el régimen franquista había atravesado diferentes fases y, desde los años 60 había comenzado a seguir líneas aperturistas, la represión había sido un nexo de unión durante la dictadura. Prueba de ello es que el mismo mes de la muerte de Francisco Franco, Arias Navarro mandó secuestrar más de una decena de publicaciones periodísticas para evitar las elucubraciones sobre un futuro sin Franco.

Uno de los protagonistas fue don Juan Valverde Díaz, comandante de Infantería  y diplomado de Estado Mayor, Jefe del Servicio central de Documentación de la presidencia del gobierno, y responsable de la Operación Lucero. En última instancia Valverde fue el responsable de garantizar la normalidad en un día en el que se exigían los periódicos con tanta ansiedad como en plena Guerra Civil. Gestor del SECED, Servicio Central de Documentación, tras el atentado mortal contra Carrero Blanco, Valverde llevó su papel de manera impecable.

El SECED será clave para llevar a buen puerto la transición española, un periodo pacífico en el que destacó el acercamiento de posturas y la distancia con los extremos políticos que imposibilitarían un paso tranquilo a la democracia. No solo se encargará de la Operación Lucero sino que va a dirigir la Operación Lobo, por la que en 1975 fue descabezada la banda terrorista ETA gracias a la infiltración de un agente secreto.

La calma no precede la tempestad

Tras las alarmas iniciales de las posibles manifestaciones y altercados, la Operación entró en vigor sin que fuese necesario aplicarla puesto que la quietud invadió a todos los españoles a la espera de movimientos o reacciones políticas solo rotas por el recuerdo de las lágrimas que derramó Arias Navarro en su despedida televisiva a Franco.

Según la periodista Soledad Gallego Díaz, Franco había dejado acorazado en su “testamento político” sus últimos designios como jefe de estado. "Quiero que perseveréis en la unidad y en la paz y que rodeéis al futuro Rey de España, don Juan Carlos de Borbón, del mismo afecto y lealtad que a mí me habéis brindado y le prestéis, en todo momento, el mismo apoyo de colaboración que de vosotros he tenido". Con estas declaraciones se cerraba la puerta a un posible “Franquismo sin Franco” continuado por alguno de los personajes más acérrimos del llamado “búnker”.

Solo algunos insultos y puñetazos rompieron la tranquilidad el 20-N

La tranquilidad del país fue total. Los incidentes más graves no pasaron de insultos y algún que otro puñetazo en la calle entre aquellos que celebraban la noticia y los que se mostraban pesarosos y tristes por la pérdida del general” describe Daniel Arasa en su libro “Historias curiosas del franquismo”. La Operación Lucero había sido innecesaria ya que la responsabilidad que cargaban los españoles sobre sus hombros era la del devenir de un país que dejaría asombrado al mundo por su corrección y perdón en años tan complicados.

 “Mi voz llegará entrecortada a vuestros hogares por el murmullo de vuestros sollozos y vuestras plegarias” afirmó Arias Navarro sin pensar que el silencio se adueñaría de España. Un silencio rebosante de miedo por un pasado que no dejó tiempo ni para enterrar a sus muertos pero también un silencio expectante que cruzaba los dedos por debajo del mantel anhelando un futuro de ciudadanos vivos.

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