La Navidad medieval: configuración de los símbolos
Coronación de Carlomagno, de Rafael Sanzio. Frescos de los Museos Vaticanos.

Una vez asentada la Navidad como festividad católica, hubo una larga transición durante la Edad Media en la que se terminaron de configurar algunos de los aspectos más esenciales de esta.

El árbol, readaptación pagana

El árbol de Navidad tiene un origen inequívocamente pagano. Concretamente procede de los índigenas que habitaban en el norte de Europa antes de la llegada de los primeros misioneros cristianos. La fe de los lugareños de la región se basaba en la creencia de que el mundo estaba sostenido por un gran árbol, Yggdrasil, en cuyas ramas estaban colgadas el sol, la luna y las estrellas. El árbol, un fresno, era una metáfora del universo, y en él se contenían los distintos reinos del más allá. En la copa se encontraban el Asgard, la morada de los dioses, y el Valhalla, el palacio de Odín. En las raíces se situaba el Helheim, reino de los muertos. Observamos como esta disposición recuerda a la cristiana, con el paraíso en el cielo y el infierno en las entrañas terrestres.

En torno a Yggdrasil se colgaban adornos para conmemorar el nacimiento de Frey, el dios del Sol en una fecha próxima a la natividad cristiana. Como decíamos, en torno al siglo VII d.C. llegaron los primeros evangelizadores cristianos. Uno de ellos era San Bonifacio, considerado como principal “apostol” en Alemania. Sabedor de la dificultad de extirpar de raíz estas creencias paganas, decidió, como ya habían hecho otros antes que él, adaptarlas a la fe católica. Con un hacha taló el Yggdrasil y en su lugar plantó otro árbol. Un pino, de hoja perenne, símbolo del amor perpetuo de Dios por la humanidad. Adornó sus ramas con manzanas y velas, las primeras como metáfora del pecado original cometido por Adán y Eva y las segundas como ejemplo de la luz que trajo al mundo Jesucristo.

San Bonifacio decidió adaptar la mitología nórdica a la cristiana, por lo que reconvirtió el Yggdrasil en un árbol de Navidad que actuó como metáfora de las ideas sostenidas por la fe católica Poco a poco el árbol fue evolucionando. Las bolas y adornos ocuparon el lugar de manzanas y velas. El último gran añadido fue el de poner regalos para los niños bajo el pino o abeto. Se comenta que el primer árbol de Navidad moderna fue empleado en Edimburgo, Escocia, ya en el siglo XVI, fecha en la que se habían terminado de asentar sus características.

Belén, ¿Invento franciscano?

Hay registros documentados del empleo del belén ya en la época del Bajo Imperio Romano. Sin embargo, la fecha que da la Iglesia católica como registro del primer belén es el año 1223. Este adorno está asociado a la figura de San Francisco de Asís. Se cuenta que el santo celebró una eucaristía en una pequeña cueva cerca de una ermita cerca de Greccio, en el Lazio. Más que un belén moderno con figuras de pequeño tamaño, se hizo una representación a gran escala con un pesebre vacio, un buey y una mula. De esta forma se puede hablar prácticamente de un drama litúrgico.

San Buenaventura cuenta en su Leyenda de San Francisco que el santo celebró la eucaristía en la que habló del nacimiento de Jesucristo en unas condiciones tan humildes como las de aquella cueva. La escena causó mucha emoción en la gente que allí acudió, de tal forma que Juan de Greccio, propietario del lugar, aseguró que Francisco cogió a un niño en brazos y lo acunó hasta que se durmió.

Otras fuentes hablan de que apareció una figura sobre el pesebre que sonrió y alargó sus brazos hacia el santo mientras este daba la misa. Debido a este ejemplo, poco a poco se fue extendiendo el uso del belén a lo largo de toda Italia. En vez de seres vivos, se fueron usando figuras de cera o terracota. Debido a que todo el significado asociado al belén (humildad, pobreza, sencillez) convenía muy bien con los ideales defendidos por la orden franciscana, esta cultivó especialmente este adorno navideño que ha llegado hasta nuestros días.

Coronaciones navideñas

El teocentrismo imperante en la Edad Media unido al gran simbolismo de la natividad en la vida religiosa del cristianismo ha provocado que el 25 de diciembre sea escogido por algunos gobernantes para realzar su poder político. El primero en darse cuenta del poder propagandístico del día de Navidad fue Carlomagno. El día 25 de diciembre del año 800, era coronado emperador por el Papa Leon III en la basílica de San Pedro en Roma.

Otro monarca, Edmund, rey del Anglia Oriental, uno de los pequeños reinos del periodo de la heptarquía inglesa, también fue coronado el 25 de diciembre. Pero, sin duda, mucho más significativa fue la coronación de Guillermo el Conquistador como rey un 25 de diciembre del año 1066 tras su triunfo en la Guerra Civil Inglesa.

En un periodo en el que el poder y el derecho para gobernar vienen de Dios, era muy relevante que la fecha de la coronación fuera el día de Navidad, puesto que subraya el apoyo divino para el gobierno del monarca. Es por ello que desde el punto de vista propagandístico, estos monarcas, especialmente Carlomagno con su proclamación como emperador, tuvieron un gran acierto al escoger esa fecha para su coronación como gobernantes.

Imágenes

  1. Árbol de Navidad de Elberth 00001939 
  2. Belén de Fev
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