El asesino en serie conocido como 'Jack el destripador' ya tiene nombre, apellidos y nacionalidad. Según ha revelado una prueba de ADN encontrada en un chal que perteneció a Catherine Eddowes, su segunda víctima en el distrito londinense de Whitechapel, el asesino era un inmigrante polaco llamado Aaron Kosminski.
El diario británico 'Dialy Mail' ha informado de que la prenda de ropa, que había sido adquirida por Russel Edwards en 2007, contenía restos de sangre de la mujer y semen del asesino, lo que ha sido clave para cerrar un misterio que aterrorizó a la sociedad londinense a finales del siglo XIX. El doctor Louhelainen, de la Universidad John Moores de Liverpool, comparó el ADN extraído de las muestras de los principales asesinos de la época que Scotland Yard barajó en la época. El minucioso trabajo Louhelainen le llevó a apuntar a Kosminski como autor de las atrocidades, ya que consiguió el ADN del polaco a través de un descendiente directo de su hermana Matilda con la que compartía ADN mitocondrial.
Jack el destripador tenía 23 años cuando cometió los crímenes en el distrito de Whitechapel
Las pruebas aportadas afirman que Aaron Kosminski huyó de los pogromos y se refugió en la capital inglesa donde trabajó como peluquero. Sin embargo, lejos de llevar una vida sosegada, los problemas mentales de Kosminski aumentaron hasta convertirle en un monstruo obsesionado con el crimen. Así, los documentos pertenecientes al detective Donald Swanson le señalaban como un "probable esquizofrénico paranoico con alucinaciones auditivas y propenso a la masturbación". Russel Edwards, ha proclamado que tenía en su poder la única prueba física capaz de revelar la identidad del destripador y que en esta ocasión sí se ha cerrado el misterio en torno a una figura tras la que habían nacido infinidad de teorías. "Me he pasado 14 años trabajando en ello y por fin hemos resuelto el misterio", confirmó Edward en el Museo de Jack el destripador la semana al hablar de su libro "Identificando a Jack el destripador".
Aaron Kosminski nunca fue detenido por los crímenes y acabó muriendo de gangrena en 1919 en el hospital psiquiátrico donde ingresó 21 años antes debido a sus claros problemas psíquicos. Edward es consciente de la complejidad de asumir que se haya resuelto un misterio oculto desde hace 126 años y que sumió a Londres y a sus prostitutas, sus víctimas favoritas, en el terror.
