Paul Kern, el insomnio de la guerra
Trincheras en la I Guerra Mundial (Fuente: www.elconfidencial.com)

Corría el año 1915 y un joven muchacho húngaro llamado Paul Kern combatía en la Primera Guerra Mundial como voluntario en el ejército húngaro. No sospechaba aquel muchacho que esa batalla cambiaría su vida para siempre. Combatiendo en una tropa de asalto, un soldado ruso disparó una bala contra el húngaro con tan mal fario que le impactó en la cabeza. Inmediatamente, Paul cayó al suelo y fue trasladado al hospital de Lemberg (actual Ucrania).

Hasta este punto podría ser una historia cualquiera de las que, desgraciadamente, están llenas las guerras. Pero lo peculiar del caso viene ahora. El húngaro ingresó al hospital en un estado que los doctores catalogaron de “coma irreversible”, las previsiones no eran buenas para el soldado, pero con fortuna logró despertar del coma. Pero despertó para no volver a dormir, ya que el disparo eliminó parte del lóbulo frontal del cadete, hecho que le provocó no poder volver a conciliar el sueño. Ante esta peculiar situación los médicos le pronosticaron a Kern unos días más de vida que, con un poco más de suerte de la que ya había tenido, podrían tornarse en semanas.

Los días pasaban y Paul Kern continuaba sin poder dormir y sin tener la necesidad de hacerlo. Los médicos intentaban buscar una explicación al extraño caso del cadete Paul, pero no encontraban ninguna solución al enigma, así que decidieron darle el alta médica. Paul se trasladó a Budapest, donde hacía vida normal acudiendo a múltiples especialistas que pudiesen dar con el quid de la cuestión, pero ninguno pudo dar respuesta al misterio. Al húngaro no le quedó más remedio que asumir que debía aprovechar la vida nocturna al igual que aprovechar la diurna, puesto que comenzó a ser consciente del poco trabajo que le iba a dar a Morfeo. Por el día acudía a su jornada laboral habitual como funcionario del estado, pero cuando caía la noche había quien decía que el héroe de guerra frecuentaba asiduamente los locales nocturnos de la capital húngara, hecho que ensombreció su figura.

En 1955 le llegó su descanso eterno tras cuarenta años sin poder conciliar el sueño. La historia de este peculiar soldado llega hasta nuestros días sin que ningún especialista pueda dar solución al problema de Paul, y la increíble pero verídica historia de Kern, al que la fortuna le mostró sus dos caras, pasará a la historia como una de las tanta, anécdotas que ocurren en las guerras. Eso sí, bien es cierto que esta es, por su peculiaridad y singularidad, una de las más memorables de cuantas se puedan contar. 

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