Lope de Aguirre, "el Peregrino"
euskomedia

Lope de Aguirre nació en Oñate (Guipúzcoa), en el seno de una familia de buena posición social, entre 1511 y 1515. Era aún muy joven cuando participó en las Guerras del Perú del lado del virrey Blasco Núñez Vela, que fue encarcelado, y para su liberación colaboró con Melchor Verdugo, pero el virrey ya había huido antes de que la ayuda llegase. En estas guerras ya empezó a extenderse su fama de personaje cruel y despiadado, lo que puede constatarse en el caso del juez Francisco de Esquivel, que lo condenó a ser azotado públicamente en 1551, lo que Aguirre nunca olvidaría: persiguió al juez durante años hasta que dio con él y lo mató mientras dormía apuñalándole en las sienes. En 1553 participó en el complot de Sebastián de Castilla y hasta 1554 permaneció escondido por sus amigos por la pena de muerte que pesaba sobre él. Pero obtuvo el perdón en ese mismo año al alistarse en el ejército de Alvarado ante la rebelión de Girón. Fue en la batalla de Chuquinga donde fue herido en el pie derecho, lo que le provocó una cojera irremediable. En 1559 se alistó en la expedición del Dorado y Omagua con Pedro de Ursúa a través del Río Amazonas.

En los primeros meses de la aventura, al llegar al poblado de Machifaro, ya comienzan las intrigas que desembocarán en la muerte de Ursúa, al que sus soldados empiezan a acusarle de un gran autoritarismo y de no pensar en ellos, solamente en su amante Inés de Atienza, que lo acompañaba en la expedición. Lope de Aguirre era uno de los cabecillas, organizando reuniones secretas con otros soldados para decidir cuándo acabar con Ursúa, quien se enteró de lo que ocurría y fue tornándose más despótico con los soldados sin tocar a los líderes de la conspiración, entre ellos Fernando de Guzmán y Lorenzo de Zalduendo. El motín saltó la noche de Año Nuevo de 1562, concluyendo con el asesinato de Ursúa por sorpresa.

Fernando de Guzmán quiso justificar el alzamiento redactando un documento en el que se decía que la gestión de Ursúa no era la mejor, pero ya Aguirre lo firmó dejando claro que ya se consideraba a sí mismo un traidor. Aguirre fue nombrado Maese de campo y Guzmán dirigiría la expedición a partir de ese momento, pero en realidad la mayoría de los soldados seguían a Aguirre. Considerándose traidor a la Corona de España, renegaba del rey Felipe II y pretendía que sus soldados hicieran lo mismo, y tras un discurso a las tropas, todos renunciaron al vasallaje del rey. A partir de ese momento, el objetivo no es El Dorado, sino la independencia del Perú y el enfrentamiento con la Corona.

Lope de Aguirre, durante su andadura como rebelde, no dudó en asesinar a todos aquellos que no comulgaban con sus ideas o a todo aquel que no le servía, tanto enemigos como simpatizantes: sacerdotes, enfermos o soldados de los que podía sospechar mínimamente. Guzmán es proclamado como príncipe de los “marañones”: así llama Aguirre a sus soldados, por ser expedicionarios del río Marañón (actual Amazonas); pero acabará siendo también asesinado y, así, el 16 de mayo de 1561 Aguirre es el líder indiscutible de las tropas.

Terminada la búsqueda del Dorado, los expedicionarios llegan a Isla Santa Margarita y a Tierra Firme, sembrando el terror por donde pasan, pero ya tropas leales al rey les siguen de cerca y los van acorralando.

Podría pensarse que entre los soldados ya sólo quedaban amigos y simpatizantes, pero en realidad se fueron sucediendo las deserciones, que Aguirre castigaba con la muerte si finalmente eran encontrados. Ante la proximidad de Gutiérrez de la Peña y García de Paredes, capitanes que perseguían a Lope, éste decidió tomar la decisión de matar a su hija Elvira, una niña de unos 13 años y que le acompañaba durante todo el viaje, para que no abusaran de ella las tropas enemigas. Finalmente, Lope de Aguirre murió a manos de Custodio Hernández, quien le disparó varias veces con un arcabuz y posteriormente despedazaron su cuerpo, su cabeza estuvo expuesta en Tocuyo, donde se celebró un juicio post mortem y en el que Lope de Aguirre quedó declarado traidor a la Corona, se derribaron todas sus propiedades y se sembró con sal sus tierras. También se dispuso que sus descendientes quedaran marcados por la infamia.

                                                                              

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