El tesoro de Jaled al Asaad
Foto: www.infobae.com

Durante la ocupación de Palmira por parte del Estado Islámico decapitó a uno de los arqueólogos más prestigiosos y respetados de Siria. Un hombre que para salvar la obra de su vida; el pasado, el presente y el futuro de su pueblo, y buena parte de la historia de la humanidad, llegó a entregar la propia.

Una mañana de agosto de 2015 obligaron a salir de su domicilio a punta de fusil a un buen número de ciudadanos sirios y a concentrarse en una de las plazas de la ciudad, muy cerca de las ruinas milenarias que tanto amó, muy cerca de Palmira. Uno de ellos era uno de los ciudadanos más respetados de Siria: Jaled al Asaad, insigne profesor que durante cuarenta años no solo fue director del museo, sino el responsable de la conservación, mantenimiento y cuidado de las ruinas de Palmira, conocidas en el mundo entero y tristemente utilizadas en los últimos tiempos por la barbarie del integrismo religioso

Jaled, ex director del museo logró despertar el odio y la ira de EI por un acto de valentía y amor tanto por la historia y su pueblo, como por su profesión y vocación, su instinto de conservación de uno de los grandes patrimonios de la humanidad. Los restos arqueológicos y arquitectónicos que hacen posible que conozcamos gran parte del corolario de nuestras culturas y civilizaciones. Jaled al Asaad hizo un acto absolutamente heroico y maravilloso, empleó hasta su último hálito de vida en la salvación de un tesoro que va mucho más allá del oro y la plata. Jaled dio su vida por la salvación de una buena parte de la historia de su país, generando a su vez un secreto, un misterio que se llevó al otro lado.

Gracias a Jaled en algún enclave del inmenso desierto sirio existe un tesoro oculto, ello fue posible gracias a la diligencia, valentía y resistencia, de un acérrimo defensor de la confluencia de culturas que moldearon a un país como Siria y a un enclave legendario como Palmira. La saña icono clástica de EI, su empeño por borrar de la faz de la tierra a los antiguos dioses, no pudo con la firme contraposición de un gran hombre, uno de los más insignes arqueólogos de nuestro tiempo. Se suele sentar cátedra desde aulas universitarias con el trabajo y doctorado de profesionales  titulados, conferenciando y realizando estudios de investigación documental. También ejerciendo la profesión de campo trabajando en excavaciones en las que se hacen descubrimientos capaces de reescribir nuestra historia, descubrimientos que se publican en revistas especializadas que dan conformidad y vigencia a los mismos, pero la proeza, osadía y amor de Jaled en pos de la conservación histórica fue mucho más allá de lo nunca conocido.

El guardián de Palmira

Foto: es.euronews.com
Foto: es.euronews.com

Estado Islámico paralelamente a la excusa religiosa y la destrucción del mundo antiguo, su paganismo, estaba muy interesado en la actividad crematística, en la posibilidad de encontrar una importante fuente de ingresos por la venta de los opulentos tesoros que podrían encontrar en la ciudad y especialmente en su museo. Pero no contaban con el guardián del tesoro, una especie de caballero del grial que no estaba dispuesto a entregarlo tan fácilmente. Un anciano de 82 años que durante 42 años fue director del enclave arqueológico de Palmira, uno de los principales reclamos turísticos de Siria. Una ciudad nabatea y romana enclavada en una zona limítrofe entre el desierto y la costa de Siria, por tanto puerta entre oriente y occidente, punto de encuentro donde terminaba la influencia occidental y del imperio grecolatino del imperio romano y, donde comenzaba la influencia oriental de los imperios partos, persas y demás. En definitiva durante siglos una encrucijada, un crisol de culturas. Un lugar en el que se podían identificar la confluencia de varias civilizaciones, punto de camino que durante varios siglos creció al cobijo de su propio imperio, por lo tanto con joyas históricas y arqueológicas de primer nivel mundial. No solo por el enorme complejo arqueológico en el que se pueden encontrar vestigios de dioses griegos, árabes, asirios. Un lugar con una historia tan valiosa, que Jaled siempre quiso conservar, fruto de muchos años de excavaciones y descubrimientos de tesoros de incalculable valor histórico y gran valor pecuniario. Es en este punto donde comienza el calvario del caballero del Grial de Palmira, un hombre que hacía años se había retirado, pero que vivía en la ciudad en constante dedicación al buen uso y conservación de semejante tesoro.

A ello dedicó toda su vida, pero lo que no podía imaginar Jaled es que aquella Guerra Civil que estalló en Siria, en un principio lejos de Palmira, iba a marcar el final de su existencia, amenazando seriamente aquello por lo que denodadamente luchó. En mayo de 2015 los militares sirios abandonaron la ciudad y EI entró en Palmira, patrimonio de la humanidad. El heroico profesor de 82 años no pensó huir en ningún momento, pero a medida que se acercaban las banderas negras de Estado Islámico ideó un plan de urgencia grandioso para salvaguardar la historia de su país, que en el caso de Palmira es la historia de la humanidad y buena parte de las civilizaciones.

El tesoro de Jaled

Jaled al Asaad se dirigió al museo y organizó su evacuación a Damasco, pero consciente de que muchas de las piezas correrían un serio peligro, hizo uso de un as en la manga absolutamente genial. Una fila de camiones partió de Palmira con muchas de las piezas valiosas del museo, pero temeroso de que atravesar un país en guerra no iba a ser nada sencillo, de que las posibilidades de que el convoy posiblemente no llegaría a su destino, decidió poner a buen recaudo las verdaderas joyas de su querido museo. Jaled seleccionó las 400 piezas con mayor valor monetario del museo, las susceptiblemente más fáciles de vender por la facilidad de su transporte o colocación en el mercado negro. Metales preciosos y demás cargadas en una furgoneta con destino indeterminado junto con uno de sus hijos y el esposo de su hija Zenobia. En un punto indeterminado del inmenso desierto sirio se le pierde la pista al que ya se conoce como el tesoro de Jaled, en el que fue enterrado. Tras varias horas regresaron con buena parte del tesoro a buen recaudo.

El Isis en Palmira

La llegada del Isis la toma de Palmira fue retransmitida al mundo entero, el acto simbólico de destrucción de la historia supuso un enorme y amenazador shock a nivel mundial, las sobrecogedoras ejecuciones en el teatro de Palmira quedaron grabadas en la memoria de la gente, que horrorizada supo hasta qué punto puede llegar el integrismo. Prácticamente todos habían huido de la ciudad, pero un hombre permanecía impertérrito en su despacho: Jaled al Asaad, que no estaba dispuesto a abandonar su razón de vivir y que si quiso elegir un lugar para morir fue aquel por el que vivió intensamente: Palmira.

Ejecuciones del Isis en Palmira / Foto: fundacionparati.com
Ejecuciones del Isis en Palmira / Foto: fundacionparati.com

No tardaron en entrar los milicianos del Isis en el Museo Nacional, pero para su sorpresa se encontraron con un museo desvalijado, en el que un anciano de 82 les aguardaba sin temor y con la conciencia del trabajo culminado. El Guardián del grial de Palmira fue inmediatamente detenido y durante un mes fue torturado por el Isis, que constantemente preguntó al anciano por el lugar en el que se encontraba el tesoro. Los informadores del Isis les habían puesto al corriente de que el responsable de la evacuación del museo había sido Jaled, del que no pudieron arrancar una sola palabra en relación al lugar en el que se encontraba aquello que había dado sentido a su vida y otorgó mucho más a su muerte, convirtiéndole sencillamente en un héroe de nuestro tiempo.

Aquel director jubilado del museo era el único que conocía el paradero, el lugar exacto en el que se había enterrado el tesoro, su yerno y su hijo habían desaparecido, por lo que el Isis utilizó todos los métodos de tortura a su alcance para hacerle hablar, algo que resultó del todo imposible. Circunstancia por la cual, en una gélida mañana, fue vilmente decapitado delante de sus conciudadanos. Expuesto su cuerpo en una vía, aquel mártir de la cultura, acabó siendo colgado como trofeo de la barbarie en una de las columnas de las antiguas ruinas. Su cabeza fue depositada a sus pies con sus gafas y un cartel en el que se podía leer la palabra idólatra. Mudos de terror contemplaron hasta qué punto puede llegar el ser humano para segar y enterrar buena parte de la historia con el objetivo de que solo exista un pensamiento religioso, una sola opción tanto espiritual como ideológica.

El pentagrama de una vida

Concierto en Palmira / Foto: www.cadenaiberica.es
Concierto en Palmira / Foto: www.cadenaiberica.es

Cuando se produjo la reconquista de la ciudad por parte del ejército sirio, se pudo comprobar una curiosa circunstancia, el desierto sirio se encontraba horadado en numerosos lugares diseminados por una vasta extensión de arena. Los milicianos del Isis habían perforado numerosos agujeros en busca del tesoro de Jaled. En aquel escenario en el que el Estado Islámico (ISIS, por sus siglas en inglés) degollaba a sus prisioneros, Guérguiev, de 63 años, ofreció un concierto de música clásica ante 400 espectadores en memoria a las víctimas de los yihadistas. Lo que no sabían aquellos eminentes músicos rusos, es que la partitura de aquel concierto titulado Oración por Palmira, estaba escrita con la sangre de muchos ciudadanos sirios, pero especialmente con la de Jaled, tampoco que la batuta que portaba el director Valeri Guérguiev les hacía volar por el pentagrama de una vida entregada a la cultura.

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