Cuando los aficionados al fútbol escuchan su nombre, un apodo o mote les viene a la cabeza: El Maestro. Lo que no saben es que esta denominación poco tiene que ver con el balompié. Más bien, hace referencia a la faceta educativa del personaje, entrenador en potencia y exprofesor de una pequeña escuela de Uruguay. 

Óscar Washington Tabárez (Montevideo, Uruguay, 1947) carga en sus espaldas toda una vida dedicada al fútbol. En Sudamérica es una institución por el éxito cosechado y la huella dejada en los clubes por los que ha pasado. Ahora, en su segunda etapa como seleccionador charrúa, ha conseguido colocar a Uruguay entre los mejores combinados nacionales, recordando (y sin ánimo de comparar) a la celeste que se proclamó dos veces campeona del mundo en los años 30 y 50. 
 
Actualmente, Tabárez cumple su segunda etapa como seleccionador uruguayo Uruguay y Argentina son dos países enfrentados, futbolísticamente hablando, y separados por el Río de la Plata. Sin embargo, en ambos territorios Tabárez es recordado con cariño por los equipos a los que dirigió. En su país natal, logró el último gran éxito de Peñarol en un torneo de ámbito internacional: la Copa Libertadores de 1987. En la nación “enemiga”, se hizo cargo de Boca Juniors a principios de los años 90 y conquistó un Torneo Apertura. Su palmarés, a un lado y a otro de la Plata, no está sujeto a discusión. 
 
Pero como a tantos otros técnicos y jugadores, para “El Maestro” salir de su hábitat fue un lastre, pese a la enriquecedora experiencia. Su paso por el Milan, en Italia, resultó convulso. Su personalidad, cargada de bondad y carente, en ocasiones, de autoridad, no cuajó bien en un país acostumbrado a otro perfil de entrenador. Paolo Maldini, excapitán del equipo lombardo, fue claro ante la destitución de Tabárez en el año 1996: “La marcha de Tabárez es una derrota para los jugadores, porque si un profesional necesita una patada en el culo para ganar, algo no va”. 
 
En Italia, El Maestro sufrió las consecuencias de la impaciencia El propio “Maestro” intentó definir sus errores, pero Berlusconi ya le había enseñado la puerta de salida. “Di por descontadas ciertas cosas”, declaró al marcharse. El propio Calcio, que tanto le propinó en su primera etapa en el Cagliari (1994-1995), consiguiendo un noveno puesto y quedándose a las puertas de Europa, le dio la espalda una vez más en su última aventura antes de abandonar, de una vez y para siempre, Italia: también en Cagliari, donde fue destituido a las cuatro jornadas de comenzar la temporada 1999-2000.
 
 
Vélez Sarsfield, primero, y Boca Juniors, después, fueron los destinos de Tabárez tras su “gira” europea. El periodo de descanso propio de cada entrenador le llegó a “El Maestro” en 2002. Fue su tiempo para ver fútbol, reflexionar y prepararse para volver a entrenar en 2006 a Uruguay, donde permanece todavía hoy. 
 
En el país charrúa es considerado un ídolo de masas. Y no faltan argumentos. Tras el 4º puesto en el Mundial de Sudáfrica, el mejor registro desde hacía más de medio siglo, la Copa América volvió a vitrinas uruguayas en 2011, 16 años después de la última (1995), gracias a un torneo impecable. 
 
"La manera de jugar de un equipo tiene que descansar en base de lo que hace el futbolista", señaló Tabárez en 2011  La clave para Tabárez reside en el juego y en la actitud. A diferencia de otros técnicos, al de Montivideo no le atrae la idea de definir a su equipo con un sistema o una disposición táctica determinada: “Yo no soy muy amigo de los números. Creo que las bases futbolísticas en que descansan los sistemas tácticos son mucho más importantes; cómo ataca el equipo, cómo defiende, cuáles son los procedimientos, y eso va mucho más allá del esquema posicional. Cuando se habla de que el sistema de juego es 4-4-2, no es totalmente cierto, ya que a veces sólo se ve en el campo para el saque de salida y luego se desfigura; esto es muy dinámico, muy variante, y la manera de jugar de un equipo tiene que descansar en base de lo que hace el futbolista a la hora de que el equipo está defendiendo o atacando”, declaró en febrero de 2011.
 
Ahora, la misión de Tabárez será la de levantar el ánimo de unos jugadores psicológicamente muertos por el rendimiento de la celeste en las Eliminatorias (son 6º a dos puntos de Venezuela) y llegar a la Copa Confederaciones en el mejor estado metal y futbolístico posible. "El Maestro" deberá guiar a su clase para aprobar los exámenes más difíciles.