Y no de cualquier manera, ya que el gol definitivo (empate 1-1 con Uruguay) terminaría por salir de las botas del futbolista que más lo merecía. El servicio con la zurda de Álex resultó sencillo de rematar para Ivan Kaviedes y colocó a Ecuador en la fase final de 2002. Luego se conseguiría también acudir a Alemania 2006, culminando con una clasificación para octavos de final, donde un libre directo de David Beckham pondría un punto y seguido al sueño.

Pero Sudáfrica 2010 devolvió a la Tri a su antiguo papel de secundario, con una sexta posición que ni siquiera le permitía jugar la repesca. El buen momento de Paraguay, Chile o Uruguay no auguraba una liguilla fácil para los ecuatorianos de cara a 2014, con lo que la premisa fundamental consistiría en sumar muchos puntos en la altitud del Olímpico de Atahualpa de Quito.

Reinaldo Rueda venía de completar un notable trabajo con Honduras en el anterior ciclo mundialista y afrontaba el reto de llevar a la Tri de nuevo a una fase final. Consciente de que la regularidad resulta vital en un clasificatorio tan largo, Rueda ha sabido mentalizar a sus futbolistas desde el minuto cero. Ecuador se ha mostrado inabordable en su fortín de Quito y tremendamente correosa a domicilio, lo que le ha permitido alcanzar una interesante cifra de 21 puntos a pocas jornadas del final. El seleccionador utiliza un 1-4-2-2-2 donde el peligro se genera permanentemente desde unas bandas muy veloces e incisivas, con la inestimable ayuda de unos delanteros que apuntan detalles tácticos imprescindibles para el funcionamiento colectivo del once.

Análisis individual

No se puede hablar de un guardameta indiscutible como titular. Alexander Domínguez (LDU Quito) y Máximo Banguera (Barcelona Guayaquil) se reparten los minutos y gozan de la total confianza de Rueda. Mayor envergadura y elasticidad en el primero, suma más minutos en partidos oficiales que Banguera durante el último año, por lo que la sensación que flota en el ambiente es la de que terminará imponiéndose. Su corto recorrido en la selección y su inseguridad a la hora de sujetar el balón constituyen los clavos ardiendo a los que se agarra Máximo, que siendo sinceros ofrece una sensación de arquero menos completo. Adrian Bone (El Nacional) completa el trío de porteros habituales en las convocatorias.

Pero si hablamos de una línea sensiblemente mejorable en Ecuador habrá que referirse a la zaga. En zona central juegan habitualmente Gabriel Achilier (Emelec) y Frickson Erazo (Barcelona Guayaquil). Adolecen de un exceso de rigidez, aunque Erazo aporta una mayor seguridad y solidez a la retaguardia que su compañero. Achilier no resulta fiable, si bien su puesto lo venía ocupando Jayro Campos (Barcelona Guayaquil), cuya lesión en el tendón de Aquiles le ha alejado de los terrenos de juego desde el pasado mes de septiembre. Habrá que vigilar durante los próximos meses si su recuperación es completa y si es capaz de recuperar su sitio en la Tri. Jorge Guagua (Deportivo Quito) y Eduardo Morante (LDU Quito) aparecen como las alternativas para la zona central de la defensa, ninguno de ellos mejora lo presente.

Como lateral derecho se ubica siempre Juan Carlos Paredes (Barcelona Guayaquil), rápido y potente, colabora con frecuencia en tareas ofensivas, si bien en el apartado defensivo comete algún que otro error de bulto. Pero al menos garantiza peligro por el sector derecho gracias a un estilo tan revoltoso como atropellado. Eso sí, Reinaldo Rueda rezará para poder contar con él porque cualquier posible recambio se considerará un parche, no existe hoy por hoy un suplente de garantías para Paredes.

En el sector izquierdo es fijo Walter Ayoví (Pachuca). Futbolista de los que no destacan, suma al colectivo por el mero hecho de no complicarse la vida apoyándose en una zurda poco espectacular pero muy efectiva. Sus subidas no son profundas como las de Paredes, sino que se limita a ofrecer un apoyo por detrás de los centrocampistas. En defensa siempre está y no resulta fácil de desbordar, a buen seguro que el seleccionador lo tiene entre sus preferidos. Si algún día falta, su puesto lo ocupa Óscar Bagüi (Emelec), lateral de tinte netamente defensivo y que acostumbra a cumplir a secas.

Para el doble pivote el abanico de futbolistas no parece demasiado extenso en cuanto a variedad. Segundo Castillo (Puebla), uno de los supervivientes de Alemania 2006, mantiene su titularidad. Juega casi siempre en corto y su rol principal se centra en la destrucción, aunque no es desdeñable su remate de cabeza dado su privilegiado físico. Un poco más de llegada aporta Christian Noboa (Dinamo Moscú) así como un plus de sensibilidad en cuanto a los cambios de orientación. No obstante el balance ofensivo global de esta dupla suele ser pobre. Pedro Ángel Quiñónez (Emelec), una alternativa a considerar, garantiza asimismo trabajo y faltas tácticas. Y Luis Saritama (LDU Quito) también es una opción, si bien Rueda lo sitúa a veces en banda izquierda. En todos los casos se echa en falta una característica: la creatividad. Las limitaciones en este sector son evidentes y gran parte de los problemas ofensivos de esta selección se puede atribuir a la falta de un mediocentro que inyecte ciertas dosis de inventiva al mediocampo.

Por el contrario en las bandas se concentran las armas más valiosas de la Tri. Jefferson Montero (Morelia) vive un extraordinario momento, sus cambios de ritmo por banda izquierda buscan llegar a línea de fondo para centrar en ventaja o bien perfilarse para terminar con un disparo con la derecha. Desequilibrante al máximo en este año, es capaz de volver loco al lateral que tenga enfrente y, en no pocas ocasiones, de poner en pie al estadio. En la banda contraria se sitúa Luis Antonio Valencia (Manchester United), sin duda el futbolista más contrastado de los ecuatorianos. Su calidad y experiencia le permiten desbordar y buscar el centro o bien intentar suplir las carencias creativas del equipo tirándose un poco hacia el interior y dejando paso a las galopadas de Paredes por el carril derecho. Como posible recambio viene asomando Renato Ibarra (Vitesse), de solo 22 años y que en banda resulta útil gracias a su rapidez y a su perfil penetrante.

En punta no hay dudas sobre la dupla que debe jugar. Christian Chucho Benítez (América) y Felipe Caicedo (Lokomotiv Moscú) son los elegidos por Rueda. Benítez actúa más como enlace y garantiza más trabajo que brillo. Su insistencia y una cierta habilidad con el balón en espacios cortos le permiten complementarse muy bien con Caicedo. Felipe es un delantero con un gran físico, capaz de descargar balones desde el cielo con cierta facilidad. Con mucha frecuencia baja unos metros a recibir con la finalidad de soltar el balón hacia una banda y generar un espacio a la espalda de los centrales contrarios. Hay que reconocer, eso sí, que los suplentes por el momento están un peldaño más abajo. Los que más participan son Joao Rojas (Morelia) y Jaime Ayoví (Pachuca), que sale ahora de una lesión de tobillo. Muchas esperanzas depositadas en el primero, que a sus 23 años ya cuenta, y mucho para Reinaldo. Está por ver lo que pueden aportar otros delanteros que vienen apuntando maneras. Juan Luis Anangonó (Argentinos Juniors) es físicamente poderoso pero no ha tenido un buen año. Más prometedores son los jóvenes del Emelec Marcos Caicedo y Marlon de Jesús, especialmente el segundo viene disfrutando ya de oportunidades, no estará de más seguir su evolución.

Funcionamiento colectivo

El plan de Ecuador en ataque es bien sencillo: bandas. Algo tan simple de contar como complicado de ejecutar. Cualquier circulación de balón generada por el centro no tiene otro objetivo que llevar el esférico a Jefferson Montero o Antonio Valencia, que son los que realmente pueden desestabilizar la estructura rival. El desborde de Montero es directo, por velocidad, cambio de ritmo y amagos. El de Valencia más variado, a veces en el extremo, otras por interior –como en la disposición de la izquierda, ofreciendo el carril a Paredes- y unas cuantas irrumpiendo en zona de remate. Aunque definiendo la palma se la lleva Caicedo, que lee como nadie los centros de sus compañeros y se entiende a la perfección con el Chucho.

Resulta por otro lado muy tentador para los rivales esperar atrás los ataques ecuatorianos pensando quizás que su escasa creatividad por el centro debería condenarles. Sin embargo esto no siempre sale bien, a la selección de Rueda lo que realmente le mata es presionarle la salida de balón y cortar las líneas de pase hacia Montero-Valencia. Los centrales y mediocentros sufren mucho entonces, perdiendo el esférico con cierta asiduidad. Este es un plan difícil de ejecutar en la altitud de Quito para los rivales, la exigencia física es excesiva y de ahí el elevado número de puntos que ha asegurado la Tri en casa. Porque aunque la circulación de balón no sea una de sus virtudes, lo cierto es que los mediocentros sí pueden sorprender con un cambio de orientación, más peligroso por la habilidad de los extremos para culminar los controles orientados que por la precisión de los envíos. Y alguna acaban cazando seguro. O, como mal menor, casi siempre finalizan la jugada evitando contragolpes. No parece, a la vista de los resultados, demasiado buen negocio echarse atrás ante Ecuador. Su fútbol mezcla de físico y velocidad termina por resultar rentable ante rivales conformistas.

En Brasil el objetivo será alcanzar una vez más los octavos de final

Siendo sinceros, el punto flaco de la selección de Rueda se sitúa en el centro de la zaga. El tema está en que Achilier, Erazo y Guagua, los que más vienen jugando, apenas se ven exigidos a lo largo de los 90 minutos en casa. Eso sí, a domicilio la cosa cambia. A veces una mínima presión o incluso un simple pelotazo del rival los pone en evidencia. Ayoví sí puede en ocasiones rescatarles, no tanto Paredes por su tendencia a irse hacia arriba.

Pero sin duda la situación en la que más sufre Ecuador no es otra que cuando toca correr hacia atrás. Los volantes de contención no se distinguen por su velocidad, por lo que cuando su línea es desbordada significa enfrentar casi mano a mano a dos centrales con un nivel más que dudoso, en cuyo caso las probabilidades de batir a la Tri aumentan considerablemente. Es un punto en el que Reinaldo Rueda debe incidir especialmente: la minimización de las pérdidas en mediocampo.

Como último detalle táctico de interés llama la atención la alineación ultraofensiva que utiliza el seleccionador en ciertos momentos sin cambiar el esquema -disposición utilizada en los últimos minutos contra Argentina a la izquierda- Y es que ante la carencia de un sustituto para su lateral derecho, Reinaldo no duda en introducir en el campo a Renato Ibarra por Juan Carlos Paredes, pasando Valencia a ejercer de lateral y quedando Ibarra en el extremo derecho. La dupla Valencia-Ibarra tiene un gran potencial para generar peligro por banda y supone una bonita variante cuando se quiere arriesgar.

Muy meritorio lo de este país, que busca clasificarse para su tercera fase final. Su ventaja sobre el quinto clasificado es de 5 puntos por lo que tiene toda la pinta de que lo van a conseguir. En Brasil el objetivo será alcanzar una vez más los octavos de final, la meta de acabar entre los 8 mejores ya parece pedir demasiado para una selección que viene realizando un trabajo sensacional. Sin aspirar a títulos, lo que Ecuador sí pretende es acostumbrarse a algo que el recordado Álex Aguinaga no podía ni soñar: citarse con los grandes cada 4 años para pelear por la Copa del Mundo.

(Fotos: Joel Auerbach/Getty Images)