13 de noviembre de 1999. Un solitario gol de Don Hutchinson da a Escocia una victoria insuficiente contra Inglaterra, clasificada para la Eurocopa 2000 disputada en Bélgica y Holanda. Desde entonces ambos equipos no se habían encontrado de nuevo. El paso de los años ha sumido a Escocia en una mediocridad incoherente con la tradición futbolística del país: no han participado en una fase final de un gran torneo desde 1998; sus rivales del sur han nadado en el limbo de la indiferencia, con equipos plagados de estrellas pero incapaces de pasar de los cuartos de final de una gran competición. Con el nuevo Wembley como escenario, los dos viejos rivales buscaban curar sus heridas ante su tradicional antagonista. La victoria 6-0 de la selección inglesa sub-21 contra su homóloga escocesa el día anterior solo añadía más presión a Gordon Strachan, quien comentó antes del partido que su equipo no se lo tomaba como un amistoso. Durante los primeros minutos, el equipo se contagió de su espíritu eléctrico transmitido desde la banda.

Poco juego, mucha tensión

Con una Inglaterra superior técnicamente, el único campo donde los escoceses podían competir era en el juego físico. Con una presión alta, pocas complicaciones en defensa y algo de velocidad en los flancos, los visitantes consiguieron pasar fácilmente los primeros minutos en Wembley; la tibia salida de los ‘pross’ también fue clave para la tranquilidad de Allan McGregor durante toda la primera parte. Con poca creatividad arriba, un error no forzado abrió la puerta a los norteños: un rechace de un córner fue convertido en gol por James Morrison gracias a un error de Joe Hart en la recepción. Locura entre la Tartan Army; con orden y muy poco fútbol, los escoceses estaban por delante en Londres.

El ritmo aumentó por parte de los locales, obligados por la embarazosa situación: una derrota en casa contra la peor Escocia de las últimas dos décadas representaba poco menos que una humillación. Dos líneas de cuatro muy ordenadas y la visión de Shaun Maloney para abrir algún que otro ataque eran el único recurso visitante, y los hombres de Hodgson agujerearon tal planteamiento aprovechando el gran punto débil escocés: la espalda de su defensa. Walcott, con mucho espacio, recibió un gran pase de Wilshere y dribló a dos defensas para poner el empate en el marcador. Tal golpe sirvió para reafirmar la conocida superioridad inglesa, Rooney podría haber puesto a los de Hodgson por delante en el marcador en el último minuto, pero el árbitro anuló la jugada por un fuera de juego inexistente. Primer match-ball salvado para los escoceses, que encaraban la segunda parte con la esperanza de encontrar alguna rendija de nuevo y, de esta manera, conseguir una inesperada victoria en casa del ‘Auld Enemy’.

La chispa escocesa solamente duró un instante

La segunda parte empezó de la manera más inesperada. Kenny Miller, después de una buena jugada de los escoceses por la banda derecha, controló y se deshizo de su marca antes de poner el balón fuera del alcance de Hart. El gol del veterano delantero daba  una ventaja… que duró menos de cinco minutos. La salida en tromba de los ingleses acabó en un córner que Welbeck anotó de cabeza para batir a McGregor. Los primeros minutos fueron de ida y vuelta, pero ninguno de los dos equipos conseguía crear grandes ocasiones de peligro.

Rickie Lambert puso por delante a Inglaterra cabeceando el primer balón que tocó

Un error defensivo, conjugado con un gran remate de cabeza de Lambert, derribó definitivamente a la muralla escocesa. En otro córner botado desde la izquierda, el delantero del Southampton, que llevaba unos segundos sobre el terreno de juego en su debut con la selección, cabeceó de forma impecable para dar el liderazgo a los locales. El carrusel de cambios y la intensidad del partido -con el consecuente agotamiento- hicieron que los últimos minutos fueran un mero trámite. Escocia se resquebrajaba y no producía nada en ataque, remaba junto a la orilla sabiendo que su oportunidad ya había pasado: 2 goles en 2 ocasiones fueron un gran premio para un conjunto combativo pero con una alarmante falta de recursos. Inglaterra intentó agradar a su público, y a punto estuvo de culminar el partido con otro gol de Lambert, aunque el balón acabó estrellándose contra el palo izquierdo de McGregor.

Después de un partido muy entretenido, digno de la historia previa entre Inglaterra y Escocia, el pitido final del árbitro dio por terminado el reencuentro entre los dos precursores del fútbol. Después de un emocionante duelo, tanto unos como otros deben seguir buscando la senda para recuperar el trono de un deporte que, un siglo y medio después de su invención, les ha dejado demasiado atrás.

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Sobre el autor
Jaume Portell Caño
Periodista. África y política. Ser comunista y comer gambas está mal. Creo que en ABC hacen buen periodismo.