Bucarest no fue territorio para las sorpresas. La selección rumana quedó apeada de la próxima cita mundialista tras perder en el global de la eliminatoria frente a Grecia (4-2). El cuadro de Victor Piturca no pasó del empate en el partido de vuelta de la repesca. La buena predisposición de inicio del combinado local pronto quedó anulada. Un gol del hombre de la eliminatoria, Mitroglou, a los 23 minutos frenó en seco el intento de remontada. Torosidis protagonizó el episodio desafortunado del encuentro, al introducir el balón en su propia meta en el 55' de partido.

Un gol difícil de sobrellevar

La actitud de partida del combinado rumano fue la acertada. Los de Piturca salieron dispuestos a dar el primer golpe. Conscientes de que un gol tempranero les abriría el camino de la remontada, se pusieron el mono de trabajo desde el minuto uno. No renunciaron a su juego de toque y posesión, a pesar del mal balance obtenido en la ida con este planteamiento. Con el balón en su poder intentaron abrir el juego y el resultado a través de las bandas. El más activo en los primeros compases fue Torje. El extremo del Espanyol rozó el gol en los primeros minutos. Lo intentó desde lejos y a balón parado, pero fue incapaz de batir a Karnezis con ninguno de los dos métodos.

Este fulgurante inicio fue decayendo con el paso de los minutos. Cuanto mayor era la cuenta del cronómetro, mayores eran las necesidades locales y mayor su ansiedad. Con el sudor en la frente, Rumanía recibió un golpe de orgullo en el 23 de partido, instante escogido por Mitroglou para encarrilar de modo definitivo la eliminatoria. El ariete de Kavala hizo el 0–1 como él sabe: adelantándose a todos los defensas contrarios. Tras recoger un buen pase al hueco de Karagounis, su olfato goleador le impidió fallar ante Tatarusanu.

El guion de la batalla rumana se quebró tras el gol. Todo lo imaginado por Piturca dejó de tener sentido. Rumanía se acogió, desde el mazazo de Mitroglou, a un arrebato futbolístico. Tan solo unos minutos como los vividos en el partido de ida, en los que hubo tres goles, salvarían al equipo de su quinta ausencia en un mundial.

El tránsito hacia la segunda mitad fue más bien corto. Grecia volvió a recogerse sobre si misma para aguantar las posibles acometidas rumanas. Pero estas no llegaron. Ante la impotencia local, el cuadro de Santos estuvo a punto de hacer el segundo. Un gol que hubiera supuesto la muerte definitiva a una eliminatoria moribunda. La ocasión más clara para llegar al estoque fue obra de Samaras, quien tuvo el 0–2 en su cabeza. La posición antirreglamentaria del atacante heleno frustó la machada final.

Sin tiempo para la reacción

La segunda mitad arrancó de modo anárquico. Con el partido prácticamente resuelto, las imprecisiones ganaron terreno en detrimento del fútbol. Fruto de una de estas nació el testimonial gol de Rumanía. En el 54' Karnezis fue superado por el mal despeje de su compañero Torosidis. Fue al intentar cortar un pase para Maxim cuando el jugador de la Roma metió un gol, que de haber sido en la portería contraria, habría supuesto uno de los tantos de la jornada.

Con el 1-1 Rumanía recogió la toalla que había arrojado con anterioridad. El público del Nacional de Bucarest llevó en volandas a los suyos, quienes no pudieron responder a la llamada de la épica. Jugadores como Latovlevici intentaron inclinar el encuentro a su favor. El jugador del Steaua, sustituto del lesionado Rat, buscó el gol de la esperanza en el 65, con un tiro lejano. Minutos después intentó sorprender al meta rival con un buen centro. Pero ningún intento llegó a buen puerto y Grecia solo tuvo que esperar a que el tiempo se consumiese.

El baile de cambios provocó un efecto narcótico. Tras las sustituciones ambos equipos se dedicaron a jugar como autómatas. Tan solo algún latigazo parcial de hombres como Stancu rompió esta tónica. Al final, empate y decepción en la capital rumana, que vio como su selección se quedaba por quinta vez consecutiva fuera de la cita mundialista. El buen hacer de Grecia le lleva a Brasil, reeditando así la clasificación lograda para el Mundial de Sudáfrica 2010.