Cuentan los libros de historia que todas las revoluciones comienzan con grandes marchas, grandes hechos políticos o guerras, pero todos conocemos casos en los que esto no fue así, especialmente en lo referente al apartado futbolístico. Y aunque lo acontecido en Wembley hace sesenta años, un 25 de noviembre de 1953, pudiera ser identificado con una gran marcha futbolística sobre el mítico estadio de las Torres Gemelas, el revolucionario planteamiento táctico de Sebes y los suyos corresponde, a una genial e íntima disidencia táctica que cambió el curso de la historia de este deporte.

Aquel día en aguas futbolísticas de la Armada Invencible, en ese recinto deportivo mítico que surca por los archivos históricos y recuerdos del fútbol, un inesperado cambio en el dibujo ofensivo del rival de la selección inglesa, abrió camino a una revolución posicional que hizo enloquecer al entramado táctico clásico de la Pérfida Albión. La que muchos creen “mística y celestial” selección magiar destapó el tarro de las esencias en uno de los escenarios más señeros de la historia del fútbol. Todo ello ante una selección inglesa dirigida técnicamente por Walter Winterbottom y capitaneada por el legendario Billy Wright. Un equipo imbatible en su feudo e infranqueable en la fortaleza de las Torres Gemelas.

Era una fría tarde de invierno cuando aquellos míticos húngaros dirigidos por Sebes helaron a los ingleses y les endosaron un duro 3-6, convirtiéndose en el primer equipo no británico en ganarle en dicho estadio y marcando un hito en la historia de este deporte. La selección húngara era temida en Europa, pues hasta tierras inglesas habían llegado noticias sólidas de lo que eran capaces de hacer aquellos magiares, pero no estaban preparados para el asedio de la delantera total formada por Kocsis, Czibor, Puskas, Hidegkuti y Budai. Una línea de ataque de enorme movilidad, peligrosidad y talento, plantada en el terreno de juego inicialmente con un dibujo clásico en formación W (dos extremos y dos mediapuntas asistiendo a Hidegkuti), pero que en el transcurso del encuentro llevó a cabo una disidencia táctica que desconcertó seriamente a la defensa inglesa. El dibujo en W se transformó en M, cuando el genial Nandor Hidegkuti retrasó su posición y convirtió a los dos mediapuntas en puntas y a él mismo en mediapunta, poniendo literalmente patas abajo la clásica W inglesa en la cuna del fútbol mundial.

Hidegkuti anotó tres tantos y Hungría barrió del campo a Inglaterra, que no pudo frenar las acometidas de los que podríamos considerar como cinco atacantes magyares. La superioridad sobre el conjunto británico fue abrumadora y los que tuvieron la oportunidad de verles en directo, de jugar el partido, no dudan en afirmar que el resultado se quedó corto para los merecimientos del conjunto de Gusztav Sebes. El fútbol de ataque recibió uno de los más merecidos homenajes de su historia, la practicidad y los aires de superioridad de los creadores del fútbol quedaron reducidos a cenizas, y pese a que los ingleses pretendieron llevarse la revancha en Budapest, volvieron a sufrir el mismo o mayor correctivo encajando un doloroso e histórico 7-1. Por ello no son de extrañar las declaraciones de varios de los protagonistas ingleses que estuvieron presentes en aquel mágico día. Tom Finney, que estuvo en el campo, resumió el partido y las sensaciones que le generaron declarando que fue como una competición entre “caballos de carreras contra caballos de tiro… Fue la mejor selección nacional contra la que he jugado nunca, un equipo maravilloso de ver, con tácticas que no habíamos presenciado nunca antes”. Sir Stanley Matthews, otra leyenda británica coincidía plenamente y declaraba lo siguiente: “Fue el mejor equipo contra el que he jugado. El mejor de todos los tiempos”. Por su parte, Bobby Robson, dijo un tiempo después: "Aquel partido cambió mi forma de pensar. Creíamos ser los maestros y que los visitantes eran los alumnos y resultó ser al revés. No conocíamos a nadie, ni siquiera a Puskas. Nos enfrentamos a marcianos. Nos demolieron".

Los 100,000 aficionados que abarrotaron Wembley asistieron absortos a una maravillosa lección de fútbol de ataque, pases largos, cortos, velocidad con y sin balón, verticalidad y movilidad. Se adelantó en el marcador Hungría por medio de Hidegkuti y luego Inglaterra puso las tablas gracias al gol de Jackie Sewell, pero a partir de ahí Hungría aplastó literalmente a un conjunto inglés que se vio ampliamente superada por el eléctrico ataque del Ballet húngaro. Puskas (el “mayor galopante”) anotó dos tantos, especialmente bello el primero de sus goles y tercero para Hungría, anotado tras una finta maravillosa pisando el balón en la esquina del área, sacando los colores al legendario capitán Billy Wrigth, grandiosa acción por la que "The Times" llegó a publicar: "Wright parecía un camión de bomberos acudiendo al incendio equivocado". Nandor Hidegkuti atípico delantero que reinterpretó la posición de falso nueve que habíamos atisbado en Sindelar y Pedernera, firmó tres tantos. Hidegkuti se convirtió en el punto determinante del equipo, arrastrando al centro del campo a sus marcadores, abriendo un pasillo para las alas, donde Kocsis y Puskas lanzaban al equipo desde las posiciones de interior derecho e izquierdo respectivamente. Nandor dejó patente su visión y profundidad, desconcertando a Wright y Harry Johnston, los marcadores ingleses que no sabían cómo reaccionar ante la ausencia de una referencia fija a la que neutralizar.

Para muchos aquella selección húngara está entre las tres mejores de la historia, a la altura de la mítica selección de Brasil de 1970, y es que como muchos apuntan acertadamente Hungría revolucionó el fútbol un 25 de noviembre de 1953. En cambio para los ingleses el recuerdo de aquella tarde no queda envuelto por un halo de tristeza sino de admiración. Dando una vez más ejemplo de su deportividad, para los ingleses es un orgullo y no una humillación el hecho de haber albergado en el verde tapete de Wembley el mágico Partido del Siglo en el que Hungría (que llegó a disparar 35 veces contra la portería de Gil Merrick, por las cinco de Inglaterra), sentó cátedra en la historia del fútbol.

El encargado de dirigir el encuentro fue el holandés Leo Horn. La irrepetible selección dirigida por Gusztav Sebes fue la formada por: Gyula Grosics (1), Jozsef Bozsik (5), Mihaly Lantos (4) y Jeno Buzanszki (2); Jozsef Zakarias (6) y Gyula Lorant (3); Zoltan Czibor (11), Sandor Kocsis (8), Nandor Hidegkuti (9), Ferenc Puskas (10) y Laszlo Budai. A ellos habría que sumar los nombres de Jozsef Toth (16), Peter Palotas (19), Mihaly Toth (20) y Ferenc Szojka (15) entre otros. Por su parte la Selección inglesa saltó al terreno de juego con la siguiente alineación: Gil Merrick, Alf Ramsey, Bill Eckersley, Billy Wright, Harry Johnston, Jimmy Dickinson, Stanley Matthews, Ernie Taylor, Stan Mortensen, Jackie Sewell, George Robb.

Los goles fueron anotados por Puskas (2), Hidegkuit (3) y Bozsic por parte húngara, mientras que por parte inglesa hicieron gol Jackie Sewell, Mortensen y Alf Ramsey. Seis décadas después de que la disidencia táctica de Higdekuti destruyera el orden táctico establecido, seguimos hablando del falso nueve, de la movilidad y polivalencia táctica de los jugadores, de la relativa importancia de los pasillos de seguridad en el fútbol frente a la revolucionaria trascendencia de aquellos que se salen del dibujo tradicional para intercambiar posiciones y crear evoluciones en un deporte que hace mucho tiempo que está todo inventado, pero en el que no hay límite para crear. Algo que hicieron los Mágicos Magiares, el Equipo de oro que se mantuvo invicto durante 32 partidos, con trazos de Fútbol Total un enorme peso revolucionario y una exhibición en Wembley para la historia del fútbol.

Fotos: mightymagyars.wikispaces.com

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Sobre el autor
Mariano Jesús Camacho
Diez años escribiendo para medios digitales. Documentalista de la desaparecida web Fútbol Factory. Colaboré en la web deportiva italiana Sportvintage. Autor en El Enganche durante casi cuatro años y en el Blog Cartas Esféricas Vavel. Actualmente me puedes leer en el Blog Mariano Jesús Camacho, VAVEL y Olympo Deportivo. Escritor y autor de la novela gráfica ZORN. Escritor y autor del libro Sonetos del Fútbol, el libro Sonetos de Pasión y el libro Paseando por Gades. Simplemente un trovador, un contador de historias y recuerdos que permanecen vivos en el paradójico olvido de la memoria.