En 1998, tres años después del final de la Guerra de los Balcanes, Croacia asistió por primera vez a un Campeonato del Mundo. Y su presentación en el escenario más importante del fútbol mundial no dejaría indiferente a nadie.

El siempre talentoso fútbol balcánico había dado una generación espléndida de jugadores. Prosinecki, Boban, Mijatovic, Jarni o Suker eran futbolistas de gran calidad individual, y que juntos consiguieron, bajo el nombre de Yugoslavia, el Campeonato del Mundo Sub20 en Chile en 1987. Algunos miembros de esta fabulosa hornada de jóvenes promesas del fútbol balcánico, como Suker, Jarni o Prosinecki, se uniría a los Stojkovic, Boksic o Savicevic en el Mundial de 1990 en Italia. Sería la última vez que un Campeonato del Mundo recogería a estos jugadores bajo una misma bandera. Tras el estallido del conflicto bélico Yugoslavia se disgregó y estos jugadores se esparcieron entre Croacia, Bosnia, Serbia, Eslovenia, Macedonia y Montenegro.

Davor Suker, que en 1991 fichó por el Sevilla, era el futbolista de origen croata con mayor fama y calidad de esta primera mitad de la década de los 90. Sus actuaciones en la liga española no pasaban desapercibidas para los grandes clubes europeos hasta que en 1996, Lorenzo Sanz, que había llegado recientemente a la presidencia del Real Madrid, desembolsó 650 millones de pesetas (cuatro millones de euros) para asegurarse al nuevo delantero que supliría a Zamorano en el Santiago Bernabéu. En ese verano de 1996 Croacia disputaría la Eurocopa de Inglaterra en 1996 dónde el equipo dejó buenas sensaciones llegando hasta cuartos de final. Alemania, con dos goles del que fuera Balón de Oro, Matthias Sammer, remontó el tanto inicial de Davor Suker que terminó el torneo europeo con tres goles.

A mediados de la temporada 1997/1998 Suker había perdido la titularidad en el Real Madrid. La llegada de Fernando Morientes en el verano de 1997 y el rendimiento durante el ejercicio del croata (10 goles en la Liga) le alejaron del equipo titular de la final de la Copa de Europa de 1998 en Amsterdam ante la Juventus de Turín. Pocos eran los que viendo el estao de forma de Suker podrían presagiar lo que sucedería apenas un mes más tarde en tierras francesas.

Croacia, que fue primera en su grupo de clasificación, aterrizó en el Mundial de Francia con un, teóricamente sencillo enfrentamiento con otra de las debutantes, Jamaica. Croacia se impuso por 1-3 con goles de Stanic, Prosinecki y Suker, quién aprovecho la fragilidad defensiva de los jamaicanos para anotar su primer gol del torneo. Con esta victoria Croacia empezaba con buen pie el Mundial.

El segundo partido contra Japón ya sería más duro para los croatas. Un disputado partido contra los nipones lo decidió Suker con un remate ajustado al palo en el minuto 76 de partido. La victoria dejaba a Croacia con los dos pies en octavos de final antes de su enfrentamiento con la favorita del grupo, Argentina.

El partido entre croatas y albicelestes resultó ser menos de lo esperado y lo terminó decantando para Argentina el defensa zurdo Pineda, un invitado inesperado. Suker tuvo dos ocasiones en dos remates de cabeza, característica en la cual no destacaba especialmente el entonces delantero del Real Madrid. Argentina, pese a terminar como primera de grupo, se vería las caras en octavos de final con la Inglaterra de Beckham y Owen, mientras que Croacia tendría, a priori, un rival más modesto como Rumanía.

Era una Rumanía en la que aún estaba Gica Hagi, pero ya alejado del máximo nivel que mostró en Estados Unidos cuatro años atrás. El partido se definió en un penalti, cometido sobre Asanovic, que Suker debió de transformar en dos ocasiones por decisión arbitral. En ambas oportunidades el ariete croata eligió el lado izquierdo del portero Stelea para definir. La victoria daba a Croacia la clasificación para cuartos de final en su primer Campeonato del Mundo, todo un éxito para una nación recién nacida en el panorama mundial.

La venganza croata

En la siguiente ronda a Croacia la esperaba una de las grandes favoritas al título y quién la dejó fuera de las semifinales dos años antes en la Eurocopa de Inglaterra, Alemania. Los germanos, que habían dejado fuera a México en octavos de final, eran un equipo veterano, con jugadores que habían sido campeones del mundo en Italia en 1990, pero también campeones de Europa en 1996. Alemania y Croacia jugaron uno de los mejores partidos del torneo El partido fue uno de los encuentros del Mundial, uno de esos enfrentamientos que marcan el devenir de dos equipos en el futuro. La expulsión del central Wörns por una entrada a Suker minutos antes del descanso supuso inclinar definitivamente la balanza de un partido hasta entonces igualado. Robert Jarni, lateral izquierdo del Betis en ese tiempo, recibió un balón cerca de la frontal del área de Kopke y con un disparo ajustado al palo largo de la portería alemana puso en ventaja a Croacia instantes antes de la llegada del descanso.

La segunda parte ofreció grandes momentos de fútbol con dos selecciones que buscaban la victoria. Alemania apretó, a pesar de su inferioridad numérica, y dispuso de alguna ocasión para igualar el marcador. Finalmente en el minuto 80 de partido Goran Vlaovic, quién se ganó su fichaje por el Valencia semanas después con partidos como este, sentenció el partido a favor de Croacia con otro disparo cruzado desde fuera del área. Cuatro minutos después Suker, en una extraordinaria acción individual, rubricó una de las grandes sorpresas de la historia de los mundiales. Suker recibió el balón en el lado izquierdo del área alemana y tras driblar a dos defensas remató con su pierna derecha por debajo de Kopke. De este modo los croatas se vengaron de su eliminación en la Eurocopa y se clasificaba como una de las mejores cuatro selecciones del mundo junto a Francia, Brasil y Holanda.

A un paso de la gloria

La competición ya era un éxito rotundo para Croacia y a la vista esperaba la selección anfitriona, Francia. Zidane y compañía, que habían eliminado a Italia por penaltis en cuartos, recibían con cierta alegría la visita de Croacia a Saint Denis en lugar de su vecina Alemania. Pronto descubrirían que Croacia distaba mucho de ser la mejor compañera de viaje en aquellas semifinales. La primera mitad dejó detalles de Zidane y de Asanovic, dos de los mejores futbolistas del torneo. Ambos dispusieron de ocasiones para adelantar a sus equipos, pero al descanso se llegó con 0-0 y con algo de nerviosismo en las gradas del recién estrenado estadio francés. Las dudas del público francés en la primera parte se convirtieron en certezas en la reanudaciónEn la reanudación esas dudas entre el público galo se convirtieron en certezas. Asanovic recibió un balón en tres cuartos del campo francés y vio el desmarque de Suker por el lado contrario. Ni Desailly, ni Blanc, ni Lizarazu adivinaron absolutamente nada. Suker recibió el balón perfecto de Asanovic y con su zurda puso el balón por debajo de Barthez. El gol dejaba a Croacia como posible repetidora de episodios como el 'Maracanazo', sin embargo el sueño duró muy poco. En apenas un minuto Boban, hasta entonces pletórico en todo el campeonato, perdió un balón en un lugar mortal para equivocarse, la frontal del área propia. Djorkaeff aprovechó el error para asistir al compañero por el que nadie apostaba que materializaría la ocasión, Thuram. El lateral derecho francés se descolgó en ataque y definió como un delantero de toda la vida ante el portero croata. Poco después Thuram confirmaría que no fue una casualidad.

Tras el empate Francia puso cerco a la portería de Ladic. Zidane y Henry dispusieron de ocasiones, pero no fue hasta el minuto 70 cuando de nuevo Thuram solucionaría la papeleta para los futbolistas de Aimé Jacquet. Un balón muerto en el vértice izquierdo del área de Croacia lo recogió Thuram para, con la zurda, colocar el balón lejos del alcance de Ladic. El gol resultó definitivo para Croacia, aunque Suker lo intentó sin suerte. Finalmente se esfumó la posibilidad de Davor de convertirse en campeón de Europa de clubes y del mundo de selecciones en el mismo año. Sin embargo, aún le quedaría por decir algo más a Suker en Francia.

El partido por el tercer y cuarto puesto lo disputaron ante una Holanda que fue derrotada en los penaltis por Brasil. Los orange, uno de los mejores equipos del Mundial, jugaron con una marcha menos que Croacia para lograr la medalla de bronce en el torneo. Prosinecki adelantó a Croacia y Zenden empató. Pero una contra llevada a la perfección entre Asanovic, impresionante durante todo el campeonato, y Boban sirvió para que éste asistiera a Suker quién a un toque cruzó el balón perfectamente al palo derecho de Van der Saar. Ese gol, que supuso su sexto en el Mundial, le sirvió a Croacia para quedar tercera en el podio, solo por detrás de la Francia de Zidane y de la Brasil de Ronaldo.

Por su parte, Suker sucedía a Oleg Salenko como máximo anotador de la Copa del Mundo y revalorizaba su caché, que en aquel momento no era el mejor después de una temporada con luces y sombras en el Real Madrid. Y dejó, lo que perdurará siempre, el inolvidable recuerdo de una selección recién hecha, con un talento impresionante y que estuvo muy cerca de diseñar unas de las páginas más gloriosas de la historia de los mundiales.