En las horas previas al encuentro, italianos e ingleses miraban hacia atrás. Parecía increíble que dos selecciones así de históricas estuvieran, en la decimocuarta edición de una Copa del Mundo, a punto de enfrentarse por primera vez. Hasta aquel campeonato, azzuri y three lions parecían haberse esquivado en los Mundiales. Sus únicos choques en partido oficial habían sido en la fase de clasificación para el Mundial de Argentina 1978, venciendo cada uno por 2-0 su partido de casa, y en la fase de grupos de la Eurocopa de Italia 1980, donde Italia venció con un solitario gol de Tardelli en el minuto 79.

Era julio, era 1990, se estaba disputando un Mundial precioso. El planeta entero quería "vivir esta aventura sin fronteras, con el corazón en la garganta". Edoardo Benato y Gianni Nannini invitaban a vivir un verano italiano. Pero los encargados de traer "noches mágicas y siguiendo un gol" estaban siendo Löthar Matthäus, Roger Milla, René Higuita, Carlos Valderrama, Salvatore Schillaci, Roberto Baggio, Rudi Völler, Jürgen Klinsmann, Gary Lineker o Diego Armando Maradona entre otros.

Italia llegó a las semifinales invicta y salió de ellas con la misma condición, aunque eliminada por Argentina en una cruel tanda de penaltis. En su grupo derrotó a Checoslovaquia, Austria y Estados Unidos. En octavos apeó a Uruguay y en cuartos a Irlanda. Inglaterra había accedido a las semifinales de una forma menos brillante: en el grupo sólo ganó un partido, frente a Egipto, pero los empates ante Irlanda y Países Bajos le bastaron para ser primera. En los cruces pudieron con Bélgica y con la sorpresiva Camerún. En la semifinal frente a Alemania Federal cayeron, también en los fatídicos once metros.

Todo dispuesto para la lucha por la tercera plaza

La selección anfitriona fue eliminada el martes 3 de julio por la Argentina de Bilardo y Maradona. Los de Arzeglio Vicini conocieron a su rival en la final de consolación al día siguiente, el miércoles 4 de julio. Inglaterra cayó frente a la Alemania Federal de Klinsmann y Matthäus y sería la encargada de intentar aguarle, todavía más, la fiesta a Italia. El país transalpino se concienció para quedar lo más delante que podía, una vez se esfumó la posibilidad de ser campeón. Los jugadores sabían de la importancia que tenía despedirse de su Mundial brindando una última victoria a su afición. Los ingleses, sin Paul Gascoigne -ni sus archiconocidas lágrimas en la semifinal por perderse una hipotética final que nunca se daría-, estaban ante la posibilidad de subir al podio de los Mundiales por primera vez desde 1966.

Llegó la fecha, sábado 7 de julio de 1990, un día antes de la gran final de aquella Copa del Mundo. El Stadio San Nicola de Bari lucía un espectacular aspecto, el césped resplandecía y la temperatura era idónea. El "God save the Queen" e "Il Canto degli Italiani" retumbaron en el interior del estadio. Todo estaba preparado para el espectáculo.

El partido comenzó con dominio dispar y un gran respeto entre las dos escuadras. Tanta consideración hubo en los primeros minutos que el primer disparo no llegó hasta el ecuador de la primera parte: Roberto Baggio la enganchó desde la frontal, pero Peter Shilton detuvo sin problemas. La ocasión más clara de la primera mitad fue también italiana: Ciro Ferrara golpeó desde la frontal, Shilton metió la mano, la pelota golpeó en el larguero y el rechace no acertó a controlarlo Schillaci en el área pequeña. Baggio lo volvió a intentar desde la frontal, con idéntica respuesta del guardameta inglés. La mejor ocasión inglesa llegó por la banda izquierda, con un centro de Gary Stevens que remató su tocayo Lineker y que Pietro Vierchowood despejó de manera poco ortodoxa -el balón golpeó en su espalda- impidiendo el tanto británico.

Italia propone y halla el premio a su insistencia

Tras la reanudación, la escuadra Azzurra siguió buscando el gol, empeñada en conseguir la victoria. A la salida de un córner, Paolo Maldini peinó el balón, que quedó muerto en el segundo palo a escaso metros de la meta y Vierchowood lo envió demasiado alto. Shilton estuvo ágil para impedir un remate de Schillaci a centro de Maldini. Inglaterra intentó responder confiando en su estrella, en su mayor baluarte, pero el disparo de Lineker lo detuvo Walter Zenga. A falta de 19 minutos Italia encontró, en un error de Shilton en una devolución de su defensa, el camino hacia el gol. Schillaci se la cedió a Roberto Baggio en el área pequeña, quien tras sortear a un rival definió con maestría y puso el merecido 1-0 en el marcador. Il Divino comenzaba de esta manera a forjar su leyenda con la elástica de la Azzurra.

En un error en la salida del balón por parte inglesa, Maldini, tras recuperar, metió un centro envenenado al segundo palo que sólo la estirada de Shilton evitó que acabara en las mallas. Neil Webb, que había entrado sustituyendo a Wright tras el gol italiano, enganchó una bolea desde 30 metros, un disparo durísimo que Zenga desvió a córner meritoriamente. Era el preludio de lo que iba a suceder a los pocos minutos.

Empate inglés, penalti que transforma Schillaci y consuelo para Italia

El propio Webb se escapó por la izquierda en el minuto 81 metiendo un centro medido a la cabeza de David Platt. El jugador del Aston Villa puso las tablas en el marcador con un preciso remate a la escuadra ante el que nada pudo hacer Zenga. Cuando el partido parecía condenado a decidirse en la prórroga, una falta de Paul Parker a Schillaci dentro del área fue señalada como penalti. El delantero de la Juventus fue el encargado de transformar la pena máxima, dando una alegría razonable a su país. Italia obtenía el premio de consolación, Schillaci se coronaba como máximo goleador de aquella edición e Inglaterra conseguía su segunda mejor clasificación en la historia de los Mundiales.

El único precedente entre Italia e Inglaterra en un Mundial, fue un digno preludio para la final de 1990. En Manaus se vuelven a ver las caras, con otros protagonistas, con otras expectativas y en otra fase del torneo... pero el espectáculo, la emoción y la tensión están asegurados.