Había expectación por ver a la anfitriona. Brasil salía con su 4-2-3-1 de gala, colocando a la granítica dupla Paulinho-Luiz Gustavo como doble pivote y a su trío de ases –Hulk, Neymar y Oscar– por detrás de Fred. Croacia sorprendía presentando un once técnico, situando a Mateo Kovacic por delante de la pareja Rakitic-Modric, verdadero centro de gravedad de los balcánicos. Ivan Perisic caía a la derecha e Ivica Olic a la izquierda, con Jelavic en punta. 4-2-3-1 en su teórica versión más ofensiva.

El partido arrancaba mostrando a una Croacia valiente, intentando presionar la salida de Brasil y provocando un par de sustos sobre la meta de Julio César. Uno de ellos terminó en gol, luego de un desajuste defensivo impropio de un equipo de Scolari, con Dani Alves totalmente fuera de sitio y una zaga lenta, que permite que un atacante se anticipe para rematar. El peligro croata no duró mucho, apenas 10 minutos, lo suficiente para adelantarse en el marcador. Los de Niko Kovac decidieron enseguida que la táctica más adecuada pasaba por situarse cómodamente atrás y entregar el balón a la Verdeamarela. Concepto correcto, actitud equivocada. Brasil sufre enormemente cuando necesita buscar huecos en una defensa organizada como lo era la croata en esos minutos, por lo que la idea en que se movían los de rojo y blanco parecía adecuada.

Luiz Gustavo con Ivica Olic (Foto: Warren Little / Getty Images)

Para Luiz Gustavo y Paulinho la tarea de crear se convierte en un drama con lo que si el balón pasaba por ellos automáticamente quedaban desactivados los hombres más peligrosos de la Canarinha. Pero Croacia se equivocó en su actitud, excesivamente contemplativa. Sin morder, sin apretar, sin incomodar y, sobre todo, sin amenazar el área contraria, el rival crece en su confianza y en su juego de manera progresiva. Mucho más esta Seleçao, que juega en casa. De hecho, en ese contexto probablemente se hubiese mostrado mucho más útil Vukojevic que Kovacic, incapaz de encontrar espacio para recibir ni para templar. El situar un equipo de naturaleza ofensiva pierde sentido si no se acompaña de una actitud en la misma línea. La falta de ambición junto con la labor defensiva de Luiz Gustavo acabó por encerrar a Croacia, completamente incapaz de salir de la presión, con un Olic extenuado casi desde el pitido inicial y un Perisic mucho más acertado en sus decisiones pero insuficiente.

Los cracks toman el mando

La senda de la remontada la mostró el crack hacia el minuto 15. Si los mediocentros no sabían crear alguien debería echarles una mano. Neymar decidió bajar a la línea divisoria para iniciar una jugada que acabaría en nada pero que enseñó el camino a seguir para que todo el entramado croata crujiese. Oscar tomó nota y decidió bajar también a auxiliar a Luiz Gustavo y Paulinho. Brasil dominó desde entonces y hasta el final del primer acto con claridad, apoyado en la nula salida de los croatas, lo que provocaba rápidas recuperaciones de balón y que, en definitiva, el peligro siempre se localizase más cerca de Pletikosa que de Julio César. El tanto del empate viene por ahí, iniciado a partir de la falta de contundencia de Vrsaljko en una zona en la que los de Scolari sacan petróleo con frecuencia. Ese tipo de recuperaciones revitalizan al equipo de Scolari, que huele la sangre y no acostumbra a perdonar, algo que sí sucedió tras un par de pérdidas del extenuado Ivica Olic. Pese a que el empate no les disgustaba los balcánicos agradecieron el intermedio, la sensación de asfixia no hacía más que crecer y crecer.

La pegada como solución

Con el oxígeno de sus pulmones completamente renovado se presentó Croacia en el segundo acto.

Luka Modric con Paulinho (Foto: Buda Mendes / Getty Images)

Modric empezó a respirar y la entrada de Hernanes rebajó la presión sobre los de Kovac sin lograr mejoría ofensiva alguna a cambio. Neymar se diluyó y Brasil, más floja en el segundo acto, acabó resolviendo el choque en dos jugadas aisladas. Algo que, por otra parte, no les es desconocido. La insistencia, la ambición y la pegada también cuentan, aspectos en los que la Canarinha va sobrada. Croacia buscó nuevas opciones con Brozovic y Rebic, logrando poner en ciertos apuros a Julio César en un par de ocasiones, con Ivan Perisic como principal argumento.

Dos equipos con defectos

Pero la historia del primer partido del mundial de Brasil estaba escrita. Una anfitriona gris, con más sufrimiento del esperado, ganaba gracias a virtudes que figuran en su repertorio. Mostrando, eso sí, defectos de cierta importancia. El gol encajado proviene de un grave error, algo absolutamente inhabitual en la Verdeamarela. Raro será que se repita, el tirón de orejas de Felipão a sus zagueros habrá escocido. El otro gran déficit, los problemas para engrasar la maquinaria cuando Paulinho y Luiz Gustavo deben atacar en estático. Nada nuevo. Neymar y Oscar llegaron al rescate para lograr una victoria justa en el fondo, no tanto en la forma. Porque lo cierto es que Croacia ha mostrado el camino para hacer frente a Brasil. Los próximos rivales deberán tomar nota y perfeccionar el modelo pero parece claro que derrotar a la Canarinha ante su público será difícil, muy difícil.

Mientras, para los croatas queda una sensación agridulce. Su actitud durante la primera parte no corresponde a la de un equipo ganador y la aportación de Rakitic debe crecer, Luka Modric necesita quien complemente su creación de espacios en mediocampo. Defensivamente urge encontrar soluciones a su banda izquierda, con un Vrsaljko muy blando que podría sufrir mucho ante puñales como Paul Aguilar o Benjamin Moukandjo.

México-Camerún

Unas horas después, en Natal, llegaba el turno del estreno para México y Camerún bajo una lluvia pertinaz. Los de Herrera presentaban su habitual línea de 3 centrales, con Rafa Márquez como líder, y sus dos carrileros habituales, Miguel Layún y Paul Aguilar. Por delante, tras las desgraciadas lesiones de Medina y Montes, partían de inicio Gallito Vázquez y Andrés Guardado junto con el ya esperado Héctor Herrera como interior derecho.

Una variante ensayada en el último amistoso contra Portugal, que relegaba a Gullit Peña al banquillo. Arriba, Giovani dos Santos y Oribe Peralta, la amalgama ya anunciada para la búsqueda del gol.

Los leones indomables formaban con un 4-3-3, con Song, Enoh y M’Bia como núcleo duro para dejar las bandas al explosivo Benjamin Moukandjo y a Choupo-Moting, con Samuel Eto’o arriba. Sin el habitual Jean Makoun para descolgarse, la sensación que transmitía Finke con este once era la de tratar de compensar su temor con un exceso de hormigón armado por el centro.

El Tri marca la pauta

Las intenciones se pusieron de manifiesto nada más empezar. México quería la pelota y buscaba la profundidad a través de sus laterales. Hasta en 6 ocasiones ganaron línea de fondo Layún y Aguilar durante los primeros 10 minutos. Con Gallito Vázquez jugando a lo que sabe, fútbol sencillo y sin ornamentos, bastaba para romper la frágil línea defensiva de los africanos. Las subidas de los laterales mexicanos obligaban al repliegue de Moukandjo y Choupo-Moting, lo que les mantenía ocupados en tareas en las que no son especialistas y anulaba cualquier atisbo de contragolpe camerunés.

Giovani y Moukandjo (Foto: Matthias Hangst / Getty Images)

Tras el asedio inicial el choque se equilibró, comenzando a ganar peso en mediocampo Stéphane M’Bia y Enoh Eyong, más poderosos físicamente que Héctor Herrera y, sobre todo, un muy flojo Andrés Guardado, lo que acabó con la hemorragia inicial por las bandas. Incluso disfrutó de una oportunidad Camerún en las botas de Eto’o después de que Assou-Ekoto retratase al Maza Rodríguez. Pero el balance ofensivo de los leones indomables fue pésimo, con un mediocampo tremendamente pesado e incapaz de activar en ataque a Moukandjo y Choupo, verderas piezas desequilibrantes sobre el césped.

Hasta el descanso México continuaba con su dominio, mucho menos intenso que al inicio y que únicamente pudo cristalizar en jugadas a balón parado. Desastrosa la organización defensiva de Camerún en estas situaciones, en las que debió encajar –y, de hecho, encajó– algún gol.

Camerún no quiere, México sí puede

Tras el descanso no reaccionaba Finke, que veía cómo su equipo se mostraba impotente a la hora de incorporar efectivos ante la línea defensiva del Tri, sin duda su punto flaco. México retomaba su idea inicial de juego, buscando a los laterales en ataque, ya fuese con balones en largo de Márquez o con combinaciones. En una de estas llegaba por fin el gol, tras una gran conducción de Herrera que destrozó una vez más el sistema defensivo africano. El juego entre líneas de Giovani por fin ofrecía réditos, su movilidad siempre sirvió como recurso ante una línea defensiva en la que N’Koulou y Assou-Ekoto parecían los únicos dignos de un mundial. Oribe Peralta por fin se mostraba efectivo, anotando un gol que ya había perdonado en el primer tiempo.

Layún felicita a Peralta (Foto: Miguel Tovar / Getty Images)

79 minutos hubo que esperar para que Volker Finke se animase a cambiar el dibujo, retirando a un gris Song e introduciendo a Pierre Webó para conformar un 4-4-2. Herrera, por su parte, insuflaba oxígeno sustituyendo a un decepcionante Andrés Guardado por Marco Fabián, mucho más incisivo en los 22 minutos de que dispuso. También entró Chicharito, participativo pero sin fortuna ante el gol. Solo en los intantes finales pasó algún apuro el Tri, particularmente en la única ocasión en que Moukandjo consiguió ganar la espalda de Layún. Pero el pescado estaba vendido. México se había hecho acreedor de la victoria por juego y por ambición.

Sensaciones opuestas

Positivas las sensaciones emitidas por el equipo de Miguel Herrera, con un buen nivel de todos sus hombres a excepción de Guardado, que no ha hecho méritos para repetir titularidad. Excelente trato de balón, mentalidad ofensiva y ganas de agradar. Y se ha logrado un objetivo importante: esconder al máximo los defectos del equipo, esencialmente los de su línea de zagueros. En el lado negativo, la victoria debió ser más abultada.

Claro que buena parte de culpa se puede achacar al entrenador rival. El exceso de trabajo defensivo sobre las piernas de Choupo-Moting y Moukandjo mermó casi todas las opciones de sorprender a la zaga rival. La no participación de dos hombres como Makoun y Aboubakar, cuyas condiciones resultaban ideales para hacer daño a la veterana línea de centrales mexicana, supone una decisión poco entendible. La pesadez de su mediocampo no se puede tratar como un defecto sino como una característica propia del equipo pero seguramente colocar a 3 futbolistas de ese corte suponga excederse. Buen partido de M’Bia dentro de su registro y aceptable el de Enoh, pero probablemente no eran las alternativas más indicadas para plantar cara a México.

Esperando la segunda jornada

Tras la primera jornada se puede concluir que la ambición ha triunfado sobre el miedo. Lógico en el caso de la victoria de Brasil sobre Croacia pero mucho menos comprensible en el caso de Camerún, que no puso toda la carne en el asador en un encuentro vital. Ganar a Croacia se convierte en una obligación absoluta para los leones indomables, mientras que México acudirá a su cita con Brasil tranquilo tras haber hecho los deberes. Pero esa ya será otra historia.